José Silvestre Ríos Pedregosa rinde una excelente versión musicada de La plaza, el poema de Silvana Marchese en el que la autora nos describe una escena costumbrista por la que muchos pudimos pasar. Con unos pocos detalles la autora nos traslada a esa plaza en la que la protagonista está atenta para que ninguno de los niños se dañe; puede sentirse el celo con el que vela por ellos, la pausa que pone en el movimiento y el salto frente a la menor alarma; y en la conclusión, marca de la casa, los últimos versos nos traen a la realidad del paso del tiempo, enfrentándonos con las lógicas ausencias. Un poema redondo cuya línea melancólica ha recreado José Silvestre a la perfección. Enhorabuena a los dos.
José Silvestre Ríos Pedregosa rinde una excelente versión musicada de La plaza, el poema de Silvana Marchese en el que la autora nos describe una escena costumbrista por la que muchos pudimos pasar. Con unos pocos detalles la autora nos traslada a esa plaza en la que la protagonista está atenta para que ninguno de los niños se dañe; puede sentirse el celo con el que vela por ellos, la pausa que pone en el movimiento y el salto frente a la menor alarma; y en la conclusión, marca de la casa, los últimos versos nos traen a la realidad del paso del tiempo, enfrentándonos con las lógicas ausencias. Un poema redondo cuya línea melancólica ha recreado José Silvestre a la perfección. Enhorabuena a los dos.
Que hermoso piema. El único problema que teníamos, era pedir caramelos. Teníamos la cabeza fresca, diría mi papá.