Nature Boy, bass clarinet

Поділитися
Вставка
  • Опубліковано 6 жов 2024
  • Cuando tenía 22 años pasé por una etapa decisiva en mi vida. Había adquirido ya los conocimientos y habilidades suficientes para desempeñarme como músico profesional. Es cierto que me faltaba mucho para ser un buen músico de jazz (una meta que me había propuesto en ese entonces, aunque después cambiara), pero ya estaba sobre el camino para lograrlo y había adquirido la disciplina necesaria. Me interesaban otras artes, como la poesía y la fotografía y comenzaba a explorarlas. A los 22 años ya había participado como actor en varias puestas en escena, ya había compuesto música original para dos obras y había hecho los arreglos para una comedia musical, un trabajo a nivel estudiantil, pero no por ello menos exigido. A los 22 años tenía ya los conocimientos y el criterio para cuestionar lo que me enseñaban (y lo que me prohibían aprender) en la Escuela Nacional de Música, lo que me llevó a estudiar otra profesión. A los 22 años ya tenía claro que mi camino se encontraba en las artes y que lo seguiría contra viento y marea, a pesar de que en un inicio tuve que pasar por la burocracia cultural. A los 22 años ya había iniciado el camino, tanto en lo artístico e intelectual, como en lo afectivo-emocional, que me trajo a donde estoy ahora.
    A los 22 años, en mi búsqueda por tocar jazz, conocí varias canciones tradicionales en el género (los llamados standards). Una de ellas fue “Nature Boy” popularizada por Nat King Cole, pero grabada en muchas versiones, incluidas las de Miles Davies, John Coltrane y Ella Fitzgerald. En ese entonces me cautivó su melodía, con su fascinante motivo descendente, pero no puse atención a su letra. Pasaron varias décadas, muchas músicas, muchos aprendizajes. Conocí culturas y lugares lejanos. Pasaron amigos y relaciones. Algunos se quedaron, otros se fueron… Hace poco, escuché, casi por accidente, “Nature Boy”. Esta vez, presté atención a la letra y resonó con fuerza en mí. Ahora en esta etapa de mi vida, su letra adquiría sentido:
    “La cosa más grande
    Que jamás aprenderás
    Es amar y ser amado en correspondencia”
    Después de varias relaciones amorosas, logradas en un tiempo, aunque fallidas al final, después de decepciones y rechazos, uno aprende que es importante amar, pero también ser amado (de preferencia, por la misma persona amada).
    Hace poco, una muy querida amiga, al comentar esta misma canción, me dijo: “tú eres como el ‘Nature Boy’”:
    “Un chico extraño
    Que ha viajado muy lejos
    Sobre tierra y mar
    Un poco tímido
    Y de mirada triste
    Pero muy sabio él era…”
    Me sorprendió la observación de mi amiga, sobre todo porque justo le había dicho lo que dice el “Nature Boy”, palabras más, palabras menos: lo que he aprendido, llegado a esta etapa de mi vida, es que lo más importante es amar y ser amado en correspondencia.
    Es cierto que éste “Nature Boy” ya no está tan “boy”, pero lo que dice la canción tiene que ver con lo que pienso ahora, con más de seis décadas de medrar en este mundo. Mucho he aprendido, mucho me he equivocado, he reunido conocimientos y habilidades de todo tipo. Pero todo se resume en ese “amar y ser amado”.
    Hace mucho que tuve 22 años, hace cuarenta, para ser exactos. Pero en esencia, no he cambiado. Sigo siendo el mismo “Nature Boy”. Dicho de otro modo: hace cuarenta años que tengo veintidós.

КОМЕНТАРІ •