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Resumen de la Prédica La predicación "Salvados para una Relación de Pacto" examina cómo Dios se revela a su pueblo a través de la liberación de Israel en el libro de Éxodo, la naturaleza de la relación de pacto que esta liberación establece y sus implicaciones para la vida de los creyentes, y cómo este evento anticipa la doctrina cristiana de la identificación con Cristo. Dios se revela en la liberación de Israel de varias maneras significativas. Las plagas de Egipto, como el agua convertida en sangre y la plaga de ranas, demuestran que Dios es el verdadero sustentador y dador de vida. En su proclamación "Yo Soy el que Soy", Dios muestra su auto existencia y autosuficiencia. Además, su soberanía se manifiesta al cumplir sus propósitos a pesar de la oposición de Faraón y otros. Dios también muestra su justicia y gracia al juzgar a Egipto y rescatar a su pueblo. Finalmente, la fidelidad de Dios es evidente en su cuidado y provisión para Israel, cumpliendo así su pacto. Esta revelación no solo busca que su pueblo le conozca más profundamente sino también que cumplan la relación de pacto establecida con Él. El pacto que Dios establece con su pueblo requiere una vida de devoción y santidad. Esta relación implica consagración y adoración exclusivas a Dios, alejándose de la idolatría. La santificación continua es parte de esta relación, donde las pruebas, como el hambre y la sed en el desierto, purifican al pueblo y los preparan para una vida santa. La observancia de mandamientos y festividades, como la fiesta de los panes sin levadura, sirve para recordar y vivir la redención de Dios, manteniéndose alejados del pecado. Además, vivir según la Palabra de Dios es crucial para mantener esta vida santa y devota, ya que la obediencia a su Palabra trae bendición y vida. El libro de Éxodo también ofrece una anticipación de la doctrina cristiana de la identificación con Cristo. Así como Dios liberó a Israel de la esclavitud en Egipto, Cristo nos libera del dominio del pecado y nos traslada al reino de Dios. En Cristo, quien es la imagen del Dios invisible, podemos conocer a Dios de manera plena. La comunión con Dios, establecida por Cristo, nos llama a una vida de devoción y santidad. Además, la purificación y santificación vistas en las pruebas y mandamientos de Éxodo se reflejan en la obra de Cristo, quien nos purifica y nos llama a vivir apartados para Dios. En conclusión, la liberación de Israel en Éxodo revela múltiples aspectos del carácter de Dios y establece una relación de pacto que implica una vida de devoción y santidad. Dios obro en la vida de Moisés, obrando en las circunstancias que el vivió como un anticipo de cosas que el pueblo viviría. Esto anticipa la doctrina de la identificación con Cristo, que como creyentes somos llamados a vivir y experimentar ciertas cosas tal como Cristo las vivió o las experimento, como el vivir en santidad, priorizar la voluntad y propósitos de Dios, la certeza de la resurrección o ser odiado por el mundo, entre otras. Esto es parte de nuestro proceso de ser conformados a la imagen de Cristo.

RESUMEN La predicación "Salvados para una Relación de Pacto" examina cómo Dios se revela a su pueblo a través de la liberación de Israel en el libro de Éxodo, la naturaleza de la relación de pacto que esta liberación establece y sus implicaciones para la vida de los creyentes, y cómo este evento anticipa la doctrina cristiana de la identificación con Cristo. Dios se revela en la liberación de Israel de varias maneras significativas. Las plagas de Egipto, como el agua convertida en sangre y la plaga de ranas, demuestran que Dios es el verdadero sustentador y dador de vida. En su proclamación "Yo Soy el que Soy", Dios muestra su auto existencia y autosuficiencia. Además, su soberanía se manifiesta al cumplir sus propósitos a pesar de la oposición de Faraón y otros. Dios también muestra su justicia y gracia al juzgar a Egipto y rescatar a su pueblo. Finalmente, la fidelidad de Dios es evidente en su cuidado y provisión para Israel, cumpliendo así su pacto. Esta revelación no solo busca que su pueblo le conozca más profundamente sino también que cumplan la relación de pacto establecida con Él. El pacto que Dios establece con su pueblo requiere una vida de devoción y santidad. Esta relación implica consagración y adoración exclusivas a Dios, alejándose de la idolatría. La santificación continua es parte de esta relación, donde las pruebas, como el hambre y la sed en el desierto, purifican al pueblo y los preparan para una vida santa. La observancia de mandamientos y festividades, como la fiesta de los panes sin levadura, sirve para recordar y vivir la redención de Dios, manteniéndose alejados del pecado. Además, vivir según la Palabra de Dios es crucial para mantener esta vida santa y devota, ya que la obediencia a su Palabra trae bendición y vida. El libro de Éxodo también ofrece una anticipación de la doctrina cristiana de la identificación con Cristo. Así como Dios liberó a Israel de la esclavitud en Egipto, Cristo nos libera del dominio del pecado y nos traslada al reino de Dios. En Cristo, quien es la imagen del Dios invisible, podemos conocer a Dios de manera plena. La comunión con Dios, establecida por Cristo, nos llama a una vida de devoción y santidad. Además, la purificación y santificación vistas en las pruebas y mandamientos de Éxodo se reflejan en la obra de Cristo, quien nos purifica y nos llama a vivir apartados para Dios. En conclusión, la liberación de Israel en Éxodo revela múltiples aspectos del carácter de Dios y establece una relación de pacto que implica una vida de devoción y santidad. Este evento también anticipa la identificación con Cristo, destacando la transformación y la comunión íntima con Dios que los creyentes están llamados a vivir.

Resumen: Bendito Sea el Señor, Él Estará Contigo El capítulo 18 del libro de Éxodo nos ofrece una visión profunda de cómo Dios cumple sus propósitos a través de su pueblo. La historia de Moisés y el consejo de su suegro Jetro no solo proporciona una lección de liderazgo y administración, sino que también refleja principios espirituales aplicables a la vida cristiana contemporánea. Esta prédica explora cómo Dios trabaja a través de su pueblo, la importancia del consejo sabio, la vida de fe y obediencia en Cristo, y la relevancia de estos principios bíblicos en la práctica diaria. En Éxodo 18, vemos a Dios utilizando a Moisés y Aarón para liberar a Israel de la opresión egipcia, demostrando que los planes divinos se realizan a través de individuos escogidos y del pueblo en general. Esta narrativa subraya la colaboración divina y humana en la consecución de la voluntad de Dios. No solo se trata de liberación física, sino también de la implementación de un sistema justo y equitativo para gobernar al pueblo, lo cual se ve reflejado en la intervención de Jetro. Jetro, el suegro de Moisés, juega un papel crucial al aconsejarle sobre la necesidad de delegar responsabilidades. Al observar el agotamiento de Moisés por juzgar solo al pueblo, Jetro le sugiere seleccionar hombres capaces, temerosos de Dios y de buen carácter para compartir la carga del liderazgo. Este consejo, motivado por la preocupación tanto por Moisés como por el bienestar del pueblo, muestra cómo la sabiduría práctica puede ser una herramienta en los propósitos divinos. La historia de Moisés también es una lección de fe y obediencia. Su disposición para seguir los mandatos de Dios, incluso en circunstancias difíciles, es un ejemplo para los creyentes. Los cristianos están llamados a vivir en obediencia y dependencia de Dios, enseñando y guiando a otros según los estatutos divinos. Esta vida de fe implica confiar en la sabiduría de Dios y en su plan perfecto, reconociendo que somos instrumentos para manifestar su gracia en el mundo. El relato de Éxodo 18 encuentra su paralelo en la obra redentora de Cristo. Así como Dios liberó a Israel a través de Moisés, Cristo nos libera del pecado y nos incluye en los propósitos divinos. En Cristo, los creyentes no solo son salvados, sino también llamados a vivir en servicio y obediencia, reflejando el amor y la gracia de Dios. Esta inclusión en los propósitos de Dios nos invita a participar activamente en su obra, viviendo conforme a los principios del evangelio. La narrativa de Éxodo 18 también nos enseña la importancia de aplicar principios bíblicos en nuestra vida diaria. Los creyentes deben disponer sus vidas al servicio de Dios, delegar tareas cuando sea necesario y confiar en personas capacitadas y de buen carácter. Este enfoque no solo facilita una administración efectiva, sino que también promueve un ambiente de confianza y cooperación, esencial para el crecimiento y la salud de la comunidad cristiana. Éxodo 18 es un capítulo rico en enseñanzas sobre cómo Dios cumple sus propósitos a través de su pueblo. A través de la historia de Moisés y el consejo de Jetro, aprendemos sobre la importancia de la colaboración divina y humana, la sabiduría en el liderazgo, la fe y la obediencia, y la aplicación práctica de los principios bíblicos. Estos elementos no solo son relevantes para la historia de Israel, sino que también ofrecen lecciones valiosas para la vida cristiana de hoy, invitándonos a participar activamente en los propósitos divinos en Cristo.

Resumen: El Señor Es Mi Estandarte En medio de las batallas de la vida, es fundamental tener un estandarte que nos guíe, nos proteja y nos dé la victoria. Así como los soldados en Waterloo miraban a sus banderas para orientarse en el caos, nosotros debemos proclamar: "El Señor es mi estandarte". Esta afirmación declara nuestra dependencia en Él y reconoce que solo a través de Su poder podemos triunfar. El pasaje de Éxodo 17:8-16 ilustra poderosamente esta verdad. Cuando Amalec atacó a Israel, Dios demostró estar activamente presente entre Su pueblo, peleando por ellos. Aunque ordenó a Josué escoger hombres para la batalla, la victoria no dependía meramente de sus fuerzas humanas. Moisés, portando la vara de Dios, símbolo de Su poder obrador de maravillas, tuvo que alzarla hacia el cielo para que Israel prevaleciera. Dios utilizó instrumentos humanos como Josué, Moisés, Aarón y Hur, pero fue Él quien obró la victoria alzando el estandarte de Su presencia poderosa. Este ataque de Amalec no fue simplemente contra Israel como nación, sino contra el pueblo de Dios. Representó el primer embate de los reinos de este mundo contra el reino de Dios, arquetipo de la guerra espiritual entre la semilla de la serpiente y la semilla de Dios. Por eso, el Señor juró borrar la memoria de Amalec y declaró guerra contra ellos de generación en generación. En la actualidad, vemos esta misma oposición reflejada en los ataques culturales contra la familia y los valores bíblicos, el menosprecio de la imagen de Dios en el ser humano, y la constante resistencia al propósito divino en todas las áreas de la vida. Sin embargo, así como Dios dio la victoria a Israel, Él ya ha vencido por nosotros de una manera mucho mayor. Cristo es nuestro verdadero y eterno Estandarte. Así como la vara de Moisés era el símbolo de la presencia victoriosa de Dios, la cruz de Jesús es nuestro estandarte de triunfo sobre Satanás, el pecado y la muerte. Aunque no peleamos directamente, en Cristo somos más que vencedores, pues Él venció a nuestros enemigos por nosotros. El mejor Intercesor y Sumo Sacerdote, mayor que Moisés y Aarón, obtuvo la victoria definitiva en la cruz. Por tanto, debemos confiar y adorar a Jesús, quien ya ha vencido al mundo. Dios nos ha dado un memorial eterno en Su Palabra para recordarnos y guardarnos de la maldad del enemigo. Somos llamados a pelear las batallas de la vida con la Palabra como nuestra arma, confiando en que la victoria ya está garantizada en Cristo. Proclamemos con fe: "El Señor es mi Estandarte", y avancemos seguros de que en Él somos más que vencedores.

RESUMEN: Agua de la Roca, Beberán de Ella A lo largo de la historia del pueblo de Israel narrada en el Antiguo Testamento, se hace evidente un patrón recurrente: Dios se muestra fiel en estar con su pueblo y proveer para ellos, pero el pueblo responde con murmuración, dudas e incredulidad. Este pecado de tentar al Señor se ve claramente ejemplificado en el incidente registrado en Éxodo 17, cuando los israelitas contendieron con Moisés y acusaron a Dios de llevarlos al desierto para matarlos de sed, a pesar de las poderosas obras que ya habían presenciado. El acto de murmurar contra las autoridades delegadas por Dios y dudar de sus buenos propósitos constituye una grave ofensa, pues refleja un corazón endurecido que no confía en el Señor. Cuando enfrentamos pruebas o necesidades, la tentación de cuestionar a Dios puede ser fuerte, pero la única manera de vencerla es aferrarnos a Él en fe. En lugar de exigir pruebas o acusar a Dios de maldad, debemos acudir a Aquel que puede hacer brotar agua de la roca para saciar nuestra sed. Nuestro perfecto ejemplo en esto es Cristo mismo. Al ser probado en el desierto, Jesús resistió la tentación confiando completamente en el Padre y citando las Escrituras. Él cumplió en nuestro lugar lo que nosotros somos incapaces de hacer por nuestra naturaleza pecaminosa. Ahora, por medio de nuestra unión con Cristo, tenemos el poder de rechazar la murmuración y crecer en una confianza firme. Sin embargo, esto no significa que la incredulidad ya no sea una amenaza para el creyente. El autor de Hebreos advierte solemnemente sobre el peligro de desarrollar gradualmente un corazón incrédulo que se aparta del Dios vivo. Conscientes de nuestra debilidad, debemos velar sobre nuestras almas y aprovechar los medios de gracia que Dios da a su iglesia para perseverar. Uno de estos medios es la exhortación mutua. El antídoto contra un corazón endurecido por el pecado es una comunidad que se alienta constantemente a aferrarse a Cristo. No podemos darnos el lujo de ser indiferentes o aislados; necesitamos involucrarnos en la vida de una iglesia local, sirviendo y siendo nutridos por medio del discipulado. Al dedicarnos a cuidar espiritualmente de otros, fortalecemos también nuestra propia fe. Mantener firme nuestra confianza en Cristo hasta el fin no es una tarea solitaria, sino un esfuerzo colectivo. Dios nos llama a vivir nuestra fe en el contexto de una comunidad que se centra en el evangelio y se dedica a la edificación mutua. En un mundo lleno de pruebas y dudas, la iglesia debe ser un baluarte de fe donde encontremos aliento y corrección fraterna. Al hacerlo, demostramos la realidad de nuestra participación en Cristo. En última instancia, nuestra confianza inquebrantable depende de la fidelidad de Aquel en quien hemos creído. La historia de Israel nos recuerda cuán frágiles podemos ser, pero también cuán paciente y lleno de gracia es nuestro Dios. Que el ejemplo de Cristo y las advertencias de Hebreos nos inspiren a aferrarnos a Él con todo nuestro corazón, aprovechando cada medio dado para crecer en una fe sólida e incorruptible. Al hacerlo, encontraremos que el Señor es digno de toda nuestra confianza.

RESUMEN: El Rey Completa Su Victoria La Biblia revela un plan redentor que, lejos de terminar abruptamente, tiene un glorioso desenlace garantizado por la resurrección de Jesucristo. Este evento trascendental no sólo demuestra el poder de Dios sobre la muerte, sino que es la primicia que asegura una gran cosecha venidera. En primer lugar, la resurrección de Cristo marca el inicio de la derrota de todos los poderes y autoridades que se oponen a Dios. A lo largo de la historia, fuerzas malignas como filosofías anticristianas, religiones falsas y el pecado mismo han resistido el reino de Dios. Sin embargo, la resurrección es la irrupción de la vida eterna en este mundo caído, estableciendo el reinado de Cristo que continuará hasta que todos estos enemigos sean puestos bajo sus pies (1 Corintios 15:25). En segundo lugar, Cristo resucitado es las "primicias" que garantizan la resurrección venidera de todos los creyentes en Él, quienes constituyen la "cosecha completa" (1 Corintios 15:23). Así como los primeros frutos de la temporada anticipan la gran cosecha, la resurrección de Cristo es la segura promesa de que los que le pertenecen también serán vivificados en su venida gloriosa (1 Corintios 15:23). Según el orden revelado, primero resucitó Cristo como primicias, luego vendrá la resurrección de los creyentes cuando Él regrese (1 Corintios 15:23). Esta verdad debería llenar de gozo y esperanza a la iglesia, pues aunque aún no hemos resucitado, nuestra resurrección está indisolublemente unida a la de nuestro Salvador resucitado. Finalmente, este proceso culminará cuando Cristo haya abolido todo dominio y autoridad contraria, sometiendo al último enemigo que es la muerte (1 Corintios 15:24-26). En ese momento, entregará el reino perfecto al Padre para que Dios sea todo en todos (1 Corintios 15:28). La resurrección de Cristo inició esta gloriosa secuencia que restaurará la creación a su orden y propósito originales bajo el perfecto reinado de Dios. En conclusión, lejos de quedar incompleto, el plan redentor de Dios alcanzará su consumación gracias al hecho histórico y trascendente de la resurrección de Cristo. Esta verdad debería inspirar a los creyentes a vivir con esperanza, sobriedad y la firme certeza de que la victoria final está garantizada por el Rey resucitado.

Muy importante e interesante afianzar nuestra seguridad de resurrección cuando venga Cristo y la alegría de la victoria de todos los enemigos, incluyendo la muerte ❤

RESUMEN: El Rey Completa Su Victoria La Biblia revela un plan redentor que, lejos de terminar abruptamente, tiene un glorioso desenlace garantizado por la resurrección de Jesucristo. Este evento trascendental no sólo demuestra el poder de Dios sobre la muerte, sino que es la primicia que asegura una gran cosecha venidera. En primer lugar, la resurrección de Cristo marca el inicio de la derrota de todos los poderes y autoridades que se oponen a Dios. A lo largo de la historia, fuerzas malignas como filosofías anticristianas, religiones falsas y el pecado mismo han resistido el reino de Dios. Sin embargo, la resurrección es la irrupción de la vida eterna en este mundo caído, estableciendo el reinado de Cristo que continuará hasta que todos estos enemigos sean puestos bajo sus pies (1 Corintios 15:25). En segundo lugar, Cristo resucitado es las "primicias" que garantizan la resurrección venidera de todos los creyentes en Él, quienes constituyen la "cosecha completa" (1 Corintios 15:23). Así como los primeros frutos de la temporada anticipan la gran cosecha, la resurrección de Cristo es la segura promesa de que los que le pertenecen también serán vivificados en su venida gloriosa (1 Corintios 15:23). Según el orden revelado, primero resucitó Cristo como primicias, luego vendrá la resurrección de los creyentes cuando Él regrese (1 Corintios 15:23). Esta verdad debería llenar de gozo y esperanza a la iglesia, pues aunque aún no hemos resucitado, nuestra resurrección está indisolublemente unida a la de nuestro Salvador resucitado. Finalmente, este proceso culminará cuando Cristo haya abolido todo dominio y autoridad contraria, sometiendo al último enemigo que es la muerte (1 Corintios 15:24-26). En ese momento, entregará el reino perfecto al Padre para que Dios sea todo en todos (1 Corintios 15:28). La resurrección de Cristo inició esta gloriosa secuencia que restaurará la creación a su orden y propósito originales bajo el perfecto reinado de Dios. En conclusión, lejos de quedar incompleto, el plan redentor de Dios alcanzará su consumación gracias al hecho histórico y trascendente de la resurrección de Cristo. Esta verdad debería inspirar a los creyentes a vivir con esperanza, sobriedad y la firme certeza de que la victoria final está garantizada por el Rey resucitado.

RESUMEN: Este Es el Pan Que El Señor Les Da En el desierto, después de la salida de Egipto, el pueblo de Israel experimentó de manera contundente la fidelidad de Dios como su proveedor y sustentador. Mediante el envío diario del maná, un misterioso alimento del cielo, y la provisión de codornices, el Señor demostró su capacidad para satisfacer las necesidades físicas de su pueblo. Sin embargo, esta provisión tenía un propósito más profundo que solo alimentarlos - era una lección sobre quién es Dios y cuán digno es de confianza. Al proveer el maná día tras día con instrucciones específicas, Dios estaba probando la obediencia y fe de los israelitas. Lamentablemente, muchos fallaron al desobedecer las reglas sobre recoger solo la porción diaria y no trabajar el día de reposo. Esta desobediencia revelaba su falta de confianza en que el Dios que abrió el Mar Rojo también podría continuar sosteniéndolos fielmente. Las instrucciones acerca del maná tenían como objetivo enseñarles a depender completamente del Señor, no solo para el alimento físico, sino también para el descanso espiritual al santificar el día de reposo para adorarlo. A través de esta experiencia formativa, Dios estaba preparando a su pueblo para comprender una verdad más trascendente - que el verdadero sustento y descanso vendrían en Cristo. Jesús mismo se declaró "el pan de vida" que satisface el hambre y la sed espirituales de la humanidad. Más que el maná temporal, Cristo es el alimento eterno que da vida perdurable a todos los que creen en Él. Él también es el descanso definitivo, quitando la carga del pecado y las ansiedades terrenales a quienes ponen su fe y confianza plena en Él. Por lo tanto, la lección del maná no era solo para los antiguos israelitas, sino que también señalaba hacia adelante al mayor don de Dios para la humanidad - la provisión de Cristo como nuestro verdadero pan de vida y fuente de descanso eterno. A la luz de esta realidad, los creyentes de hoy somos llamados a disfrutar plenamente del sustento y reposo que nos da Cristo. Esto implica alimentarnos diariamente de Su Palabra, obedecer sus mandatos por fe, y encontrar nuestro descanso supremo en nuestra comunión con Él. Al igual que el maná, Cristo es el pan que el Señor nos ha dado, capaz de satisfacer nuestro anhelo más profundo por una vida plena y duradera en Dios.

Pobre de aquellas personas que no quieren saber nada de la palabra de Dios.

Mensaje muy confrontativo y me hace pensar en lo mal agradecido que uno es.

RESUMEN: El Señor Ha Oído Sus Murmuraciones La murmuración es un pecado frecuente que surge de un corazón insatisfecho e ingrato hacia Dios. Esto se evidenció claramente en el pueblo de Israel durante su travesía por el desierto después de la liberación de Egipto. Cuando enfrentaron la falta de agua y alimentos, en lugar de confiar en Dios, murmuraron contra Moisés quejándose amargamente (Éxodo 15:24, 16:2-3). Su murmuración revelaba corazones descontentos que añoraban las comodidades de Egipto y dudaban de los propósitos de su libertador. Sin embargo, Dios respondió a su pueblo con gracia inmerecida. Endulzó milagrosamente las aguas amargas y les proveyó pan del cielo cada día (Éxodo 15:25, 16:4). Aunque estas provisiones satisfacían sus necesidades físicas, Dios tenía un propósito mayor: santificar a su pueblo por medio de la obediencia a Su palabra. Las instrucciones sobre recolectar el maná eran una prueba para enseñarles a depender de Él y guardar Sus mandamientos, especialmente el reposo sabático (Éxodo 16:4-5, Deuteronomio 8:2-3). La insatisfacción del pueblo reflejaba su lejanía de Dios. Por eso, Él los humilló y disciplinó en el desierto, revelando que el verdadero sustento no proviene sólo del pan físico, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios (Deuteronomio 8:3). En última instancia, Dios proveería el Pan de Vida que satisface plenamente: Jesucristo. Él declaró ser el verdadero pan que descendió del cielo para dar vida eterna a quien crea en Él (Juan 6:30-35). Por lo tanto, la murmuración es un síntoma de un corazón alejado de Dios, insatisfecho con Su gracia y provisión en Cristo. En lugar de quejarnos por nuestras circunstancias, debemos arrepentirnos de esta ingratitud y encontrar nuestra plena satisfacción sólo en Jesús. El ejemplo de Israel es una amonestación para no murmurar como ellos y perecer (1 Corintios 10:10-11). En cambio, al contemplar las infinitas misericordias de Dios en Cristo, podemos glorificarle y perseverar con un corazón agradecido en el proceso de nuestra santificación.

RESUMEN La adoración a Dios a través de la alabanza y el canto ha sido una práctica fundamental en la vida de los creyentes a lo largo de la historia. Las canciones han sido un medio poderoso para conmemorar los actos grandiosos de Dios, expresar emociones y transmitir mensajes de manera memorable y emocional. En el Antiguo Testamento, encontramos un ejemplo sobresaliente de esto en el cántico que Moisés y los hijos de Israel entonaron después de ser liberados de la opresión en Egipto. En este cántico, Moisés y el pueblo de Israel alabaron a Dios por dos razones fundamentales: su gloria manifestada y la victoria que les concedió. Primeramente, alabaron a Dios en adoración, reconociendo su grandeza y su carácter como el Dios único, fiel, omnipotente, bueno y misericordioso. Cantaron acerca de quién es Dios, exaltando su nombre y su ser, en lugar de centrar la alabanza en ellos mismos o en las circunstancias. Además, alabaron a Dios por su gloria revelada en la victoria que les otorgó sobre sus enemigos. El cántico describe cómo Dios sometió a los egipcios, utilizando las fuerzas de la naturaleza como instrumentos para derrotar a sus adversarios. Esta victoria no solo demostró el poder soberano de Dios, sino también su compromiso con su pueblo y su propósito de guiarlos a la tierra prometida. La reacción ante la manifestación de la gloria de Dios fue contrastante. Por un lado, las naciones vecinas como los filisteos, edomitas, moabitas y cananeos, temblaron de pavor al reconocer el poder de Dios y su protección sobre Israel. Por otro lado, el pueblo de Dios fue fortalecido en la certeza de que Dios los traería y los plantaría en la tierra que les había prometido como heredad. En el Nuevo Testamento, encontramos una razón aún mayor para cantar y alabar a Dios: la victoria de Jesucristo sobre el pecado y la muerte en la cruz y su gloriosa resurrección. A través de este acto redentor, Dios ha manifestado su gloria de manera suprema, reconciliándonos con Él y haciéndonos partícipes de un nuevo pacto. Por tanto, como creyentes en Cristo, tenemos el privilegio y la responsabilidad de ofrecer "continuamente mediante Él, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan su nombre" (Hebreos 13:15). Nuestra adoración debe ser genuina, centrada en Dios y motivada por la gratitud por su gracia redentora. En conclusión, el cántico de Moisés y los hijos de Israel nos recuerda la importancia de alabar a Dios por su gloria manifestada y por la victoria que nos ha concedido en Cristo. Al igual que ellos, debemos cantar con corazones agradecidos, exaltando al Dios único, fiel, omnipotente, bueno y misericordioso, y expresando nuestro amor y gratitud por su gracia redentora.

RESUMEN: El Señor Va Delante, Él Peleará por Su Pueblo La historia de la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, narrada en el libro de Éxodo, es un relato épico que revela la soberanía y gloria de Dios. Este evento trascendental no solo demostró el poder divino sobre las fuerzas tiranas, sino que también estableció el propósito eterno de Dios: ser reconocido y glorificado como el único Señor verdadero. A través de esta experiencia, Dios enseñó a su pueblo a no temer y a permanecer firmes en su confianza en Él --lecciones que siguen siendo relevantes para los creyentes de hoy. El relato comienza con Dios manifestando su señorío sobre Faraón y los egipcios. A través de una serie de plagas y milagros, Dios demostró que Él es el Señor soberano sobre toda la creación. Su propósito era ser glorificado, es decir, que se diera a conocer Su poder y atributos divinos (Éxodo 14:17-18). Incluso la obstinación de Faraón fue utilizada por Dios para mostrar su dominio sobre la maldad y lograr que los egipcios reconocieran que Él es el Señor (Éxodo 14:4, 17). La culminación de este evento fue la apertura del Mar Rojo, lo cual permitió que los israelitas escaparan milagrosamente mientras que el ejército egipcio era destruido. Esta hazaña sobrenatural no solo liberó a Israel de la esclavitud física, sino que también reveló la gloria de Dios como el Salvador de su pueblo (Éxodo 14:30-31). A pesar de presenciar el poder y la protección de Dios, los israelitas experimentaron momentos de temor y duda. Sin embargo, Moisés los exhortó a no temer y a confiar en que Dios pelearía por ellos (Éxodo 14:13-14). Esta lección es fundamental para los creyentes de hoy, quienes enfrentan pruebas y dificultades en sus vidas. En lugar de temer, debemos recordar la salvación poderosa que Dios ha obrado en nuestras vidas a través de Jesucristo. Así como Dios liberó a Israel de la esclavitud en Egipto, Él nos ha liberado de la esclavitud del pecado y la muerte a través de la cruz de Cristo. Debemos mantenernos firmes, contemplando el propósito glorioso de Dios y confiando en Su cuidado y protección (Romanos 8:28). El relato de la liberación de Israel es un testimonio eterno del señorío y la gloria de Dios. A través de esta experiencia, Dios nos enseña que Él es el Señor soberano y que Su propósito es ser glorificado. Como pueblo redimido, tenemos la responsabilidad de glorificar a Dios en nuestras vidas, reconociendo Su poder salvador y cuidado constante (Mateo 28:20, Juan 16:33, Juan 14:27, Mateo 16:16-18). Al mantenernos firmes en esta verdad, podemos enfrentar cualquier circunstancia sin temor, confiando en que el Señor peleará por nosotros y será glorificado.

RESUMEN: Conságrame Todo Primogénito; Me Pertenece. En el relato bíblico de la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, se revela un profundo anhelo divino: que el pueblo redimido consagre su vida al Señor. A través de los mandatos sobre la celebración de la Pascua, los panes sin levadura y la consagración de los primogénitos, Dios establece un llamado permanente a la santidad y la adoración. Este resumen explora el significado de estas prácticas y su relevancia para la vida consagrada de los creyentes en Cristo. La Pascua y los panes sin levadura fueron instituidos como memoriales de la poderosa intervención de Dios al liberar a su pueblo de la opresión egipcia. La Pascua conmemoraba la preservación de los primogénitos israelitas mediante el sacrificio de un cordero (Éxodo 12:43-51), mientras que los panes sin levadura simbolizaban la pureza y la separación de la contaminación del pecado (Éxodo 13:3-7). Estos ritos no solo recordaban el pasado, sino que también instaban al pueblo a vivir una vida de adoración y gratitud por las obras redentoras del Señor. Además de estos memoriales, Dios ordenó la consagración de los primogénitos, tanto humanos como animales (Éxodo 13:11-12). Esta práctica reconocía que todo primogénito pertenecía al Señor, quien había redimido a su pueblo al herir a los primogénitos de Egipto (Éxodo 13:13). Al consagrar a los primogénitos, Israel reconocía que su vida entera pertenecía a Dios, su Libertador. De esta manera, el pueblo elegido era identificado como el "primogénito" del Señor (Éxodo 4:22-23), llamado a una relación íntima y exclusiva con Él. Estos mandatos no solo tenían un propósito presente, sino que también apuntaban a la necesidad de enseñar a las generaciones futuras sobre la obra redentora de Dios (Éxodo 13:14-15). Los padres tenían la responsabilidad de instruir a sus hijos en la fe, asegurando que el conocimiento y la adoración al Señor se perpetuaran a través de los siglos. Esta enseñanza en el hogar garantizaría que el legado de la salvación divina no se perdiera en el olvido. En el Nuevo Testamento, estas prácticas encuentran su cumplimiento en Cristo, el Cordero Pascual perfecto (Juan 19:36; 1 Pedro 1:19-20). Mediante su sacrificio redentor, Jesús liberó a su pueblo de la esclavitud del pecado y la muerte. Así como los primogénitos israelitas fueron redimidos, los creyentes en Cristo han sido santificados y consagrados a Dios (Juan 17:19-20; Colosenses 1:21-22). Esta consagración no es meramente un ritual, sino una vida de adoración y proclamación del evangelio (Colosenses 1:27-29). Los mandatos dados a Israel sobre la Pascua, los panes sin levadura y la consagración de los primogénitos no fueron meros ritos vacíos, sino llamados divinos a una vida consagrada al Señor. En Cristo, este llamado se ha hecho realidad de una manera aún más profunda. Como pueblo redimido, estamos llamados a vivir vidas santas, recordando continuamente la obra redentora de Dios y enseñando a otros sobre su gracia salvadora. Que nuestra consagración sea un testimonio vivo del poder transformador del Evangelio, atrayendo a otros a una relación íntima con el Señor Jesucristo.

Resumen: De Esclavos a Adoradores: Una Promesa Cumplida La alegría se desborda cuando una promesa se cumple, mientras que la decepción se apodera de nosotros ante una promesa rota. El libro de Éxodo es una celebración del cumplimiento de la promesa que Dios hizo a Abraham de tener una descendencia numerosa y de bendecir a todas las naciones a través de él. En el capítulo 12, vemos cómo Dios libera a los israelitas de la esclavitud en Egipto, cumpliendo así su pacto con Abraham. En primer lugar, el pueblo de Dios sale de Egipto con todas las provisiones necesarias para la vida. La última plaga, la muerte de los primogénitos, fue el juicio final sobre los dioses falsos de Egipto, demostrando la supremacía del Dios verdadero. Los israelitas salen libres, sin las condiciones opresivas impuestas por el faraón. Además, se les instruye a abandonar la levadura, símbolo de la contaminación de Egipto, y a buscar la santidad en su adoración a Dios. Él los provee con riquezas materiales y ganado para los sacrificios, mostrando su cuidado por sus necesidades físicas y espirituales. En segundo lugar, se cumple la promesa que Dios hizo a Abraham. El pueblo que sale de Egipto es numeroso, con unos seiscientos mil hombres sin contar mujeres y niños. Además, se une a ellos una "multitud mixta" de otras naciones, prefigurando la bendición prometida a todas las naciones a través de la descendencia de Abraham. Aunque este éxodo no representa el cumplimiento definitivo del pacto, es un paso importante en esa dirección. Finalmente, el Nuevo Testamento revela que Jesucristo es el cumplimiento definitivo de la promesa de Dios a Abraham. Así como Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, Jesús nos libera del dominio del pecado y de los poderes espirituales que nos oprimen. Él nos hace santos mediante su sacrificio y nos provee todo lo necesario para la vida y la piedad. Pero lo más importante es que Jesús cumple el pacto con Abraham al reunir un pueblo de adoradores de todas las naciones, tal como se describe en Apocalipsis 5:9-10. En resumen, el libro de Éxodo celebra el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham al liberar a los israelitas de Egipto. Pero esta liberación física apunta hacia una liberación espiritual y eterna lograda por Jesucristo, quien nos convierte de esclavos del pecado a adoradores del Dios verdadero. Por ello, conmemoramos y proclamamos esta obra redentora de generación en generación.

RESUMEN Prédica: Él Es la Pascua del Señor La Pascua es una de las festividades más significativas en el judaísmo, ya que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Sin embargo, esta celebración encuentra su cumplimiento definitivo en Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. En el libro de Éxodo, Dios establece la Pascua como un memorial para que su pueblo recuerde perpetuamente cómo los liberó de la última y más devastadora plaga sobre Egipto: la muerte de los primogénitos. Mediante el sacrificio de un cordero sin defecto y la aspersión de su sangre en los dinteles de las casas, la muerte pasó de largo a los israelitas, dándoles la libertad anhelada. Esta ceremonia prefiguró el sacrificio redentor de Cristo en la cruz. Así como el cordero pascual era escogido sin mancha, Jesús vivió una vida perfecta y sin pecado, cumpliendo cabalmente la ley de Dios. Su sangre derramada en el Calvario se convirtió en el medio para que la muerte eterna pasara de largo a todos los que creen en Él. Juan el Bautista lo reconoció como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). El mismo Jesús enseñó que para tener vida eterna, es necesario "comer" su carne y beber su sangre (Juan 6:53-57), refiriéndose simbólicamente a apropiarse de los beneficios de su sacrificio. Por lo tanto, los cristianos ya no necesitan celebrar la Pascua judía, pues Cristo la cumplió plenamente. En su lugar, conmemoramos la Cena del Señor, que representa el nuevo pacto sellado con la sangre de Cristo. El pan sin levadura simboliza su cuerpo entregado por nosotros, y el vino representa su sangre derramada para perdón de nuestros pecados. Esta celebración no sólo recuerda su muerte expiatoria, sino que también anticipa su segunda venida gloriosa. Así como la fiesta de los panes sin levadura instituida en Éxodo representaba dejar atrás la "levadura" o contaminación de Egipto, los creyentes en Cristo estamos llamados a vivir vidas santas y sinceras, apartadas de nuestro viejo modo de existir alejados de Dios. El apóstol Pablo exhorta: "Limpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura. Porque aún Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado" (1 Corintios 5:7). Nuestra adoración y obediencia a Dios deben manifestarse en una conducta pura y genuina, libre de hipocresía y malicia. En conclusión, la Pascua encuentra su consumación en Jesucristo, el Cordero inmaculado cuyo sacrificio nos libra de la esclavitud del pecado y la muerte. Así como Dios constituyó esta celebración para que Israel recordara su liberación de Egipto, los cristianos tenemos el deber de proclamar y enseñar a Cristo como nuestra Pascua, adorándole con vidas plenamente consagradas a Él, dignas de tan grande salvación.

RESUMEN Prédica: Densa Tiniebla Sobre Egipto por Tres Días La muerte es un tema que atormenta a la humanidad desde tiempos inmemoriales. A pesar de ser un fenómeno inevitable, los seres humanos experimentamos un profundo temor hacia ella. Sin embargo, las Escrituras revelan que Dios es el Señor sobre la muerte, y a través de los eventos narrados en Éxodo 10:21-11:10, se demuestra su soberanía absoluta sobre este suceso. Dios instruyó a Moisés a extender su mano hacia el cielo para traer densas tinieblas sobre la tierra de Egipto durante tres días (Éxodo 10:21-22). Esta plaga tenía un significado profundo, ya que desafiaba directamente la mitología egipcia y su adoración al dios sol, Ra. Las tinieblas eran un presagio del juicio inminente de Dios sobre el faraón y su pueblo debido a su desobediencia obstinada. A pesar de las advertencias divinas, el faraón permaneció inflexible, negándose a liberar al pueblo de Israel. Incluso intentó negociar con Dios, ofreciendo dejar ir a los hombres sin sus familias y animales (Éxodo 10:24-26). Sin embargo, Moisés rechazó esta propuesta, ya que la adoración a Dios debía realizarse en familia y con los sacrificios apropiados. Dios anunció que traería una última plaga sobre Egipto, después de la cual el faraón dejaría ir al pueblo israelita (Éxodo 11:1). Esta plaga sería la muerte de todos los primogénitos en la tierra de Egipto, desde el hijo del faraón hasta el primogénito de la sierva y las bestias (Éxodo 11:4-6). Sin embargo, Dios haría una distinción entre los egipcios y los israelitas, protegiendo a estos últimos del juicio (Éxodo 11:7). Las tinieblas y la muerte anunciada como juicio sobre Egipto representaban el castigo divino por el pecado. Sin embargo, Dios proveyó una salida a través de Jesucristo, quien venció a la muerte al cargar con el juicio del pecado en la cruz. Aquellos que creemos en Cristo somos librados de la muerte eterna y podemos disfrutar de la vida eterna en comunión con Dios (1 Corintios 15:55-57). La narración de Éxodo 10:21-11:10 demuestra el dominio absoluto de Dios sobre la muerte y su justo juicio sobre el pecado. Sin embargo, también revela su gracia y misericordia al proveer una salida a través de Jesucristo. Como creyentes, debemos vivir sin temor a la muerte, confiando en la esperanza de vida eterna en Cristo y adorando al Señor con firmeza y constancia (1 Corintios 15:58).

RESUMEN Prédica: Cuenta a Tus Hijos Lo Que Ejecuté en Egipto El relato bíblico de las plagas sobre Egipto en Éxodo 10 no es simplemente un registro histórico, sino una poderosa demostración del propósito eterno de Dios de revelarse a la humanidad. A través de señales asombrosas como la plaga de langostas, el Señor no solo juzgó la idolatría egipcia, sino que también se dio a conocer a su pueblo escogido, Israel. Detrás de cada milagro y cada juicio había un propósito trascendente: formar un legado duradero de fe en las generaciones venideras. En esencia, Dios le dijo a Moisés: "Haré estas señales poderosas para que cuentes a tus hijos y nietos cómo me burlé de los egipcios, cómo mostré mis prodigios entre ellos, y para que sepan que yo soy Jehová" (Éxodo 10:2). Las plagas no eran un mero despliegue de fuerza bruta, sino un acto pedagógico de revelación divina. Dios deseaba que su pueblo lo conociera de manera íntima y personal, no solo a través de preceptos, sino también mediante la vivencia de su intervención sobrenatural. Esta intención instructiva generacional se entreteje a lo largo de las Escrituras. En Deuteronomio 6:6-7, Dios ordena a los padres israelitas que enseñen diligentemente sus palabras a sus hijos, hablando de ellas en todos los aspectos de la vida diaria. La preservación de la fe y el conocimiento de Dios dependía de la fidelidad de cada generación en transmitir ese legado precioso. La respuesta humana a la revelación divina es crucial. Ante las plagas devastadoras, el faraón inicialmente reconoció: "He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros" (Éxodo 10:16). Sin embargo, su arrepentimiento fue superficial y pasajero. El rechazo obstinado a la verdad de Dios conlleva consecuencias trágicas, mientras que la humilde aceptación conduce a una relación restaurada con el Creador. Afortunadamente, la manifestación suprema de Dios no se detuvo en el Antiguo Testamento. En Cristo Jesús, la gloria del Padre se reveló de manera perfecta y definitiva. El apóstol Pablo declara que Dios "resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo" (2 Corintios 4:6). El evangelio es la culminación del propósito eterno de Dios de darse a conocer y formar un pueblo para su alabanza. Por lo tanto, los creyentes en Cristo no somos meros receptores pasivos de la gracia divina. Somos partícipes activos en la Gran Comisión de "hacer discípulos a todas las naciones" (Mateo 28:19). La iglesia misma es el instrumento escogido por Dios "para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer" (Efesios 3:10). Tanto en el ámbito familiar como en la comunidad de fe, tenemos el privilegio y la responsabilidad de proclamar las incomparables riquezas de Cristo, perpetuando así el legado eterno de fe en Él. A medida que reflexionamos sobre las obras poderosas de Dios registradas en las Escrituras, no debemos perder de vista su propósito subyacente: revelarse a sí mismo para que lo conozcamos, lo adoremos y transmitamos su gloria a las generaciones venideras. Las señales y maravillas de antaño aún resuenan hoy, convocándonos a valorar, atesorar y proclamar la suprema revelación de Dios en el Evangelio de Jesucristo. Sólo así podremos cumplir nuestro destino como pueblo redimido, contribuyendo a un legado eterno de fe que trasciende todas las épocas y fronteras.

RESUMEN Te He Sostenido para Mostrar en Ti Mi Poder y Proclamar Mi Nombre Dios tiene propósitos eternos que trascienden nuestro limitado entendimiento. Como el único Dios verdadero, Él obra con sabiduría y soberanía, tomando en cuenta a los hombres por gracia, no porque necesite de ellos. Las plagas en Egipto no fueron acciones reactivas, sino parte de un plan cuidadosamente diseñado para cumplir Sus propósitos redentores. Primero, liberar a Su pueblo de la esclavitud para que le adoren y tengan una relación cercana con Él. Segundo, manifestar Su gloria y supremacía ante los falsos dioses egipcios, demostrando que no hay nadie como el Señor. A través de las plagas, Dios mostró Su poder de manera contundente. Las úlceras y el granizo devastador evidenciaron la impotencia de las deidades egipcias ante el Dios verdadero. Estas manifestaciones tenían como objetivo generar temor reverencial en los hombres, reconociendo la autoridad y justicia del Señor. Sin embargo, hubo una clara distinción entre aquellos que temieron la palabra de Dios y actuaron en consecuencia, y aquellos que no le temieron, encabezados por Faraón. El falso arrepentimiento de Faraón demostró su falta de verdadero temor a Dios, pues su corazón permanecía endurecido. Además de mostrar Su poder, Dios se dio a conocer mediante Su nombre, Yahveh (El Señor), el Dios del pacto con los patriarcas. Este nombre revela al Redentor, el Ser auto-existente y soberano, cuya fama y memoria deben ser proclamadas de generación en generación. Tanto Su pueblo como los que no lo eran, presenciarían y proclamarían Su nombre por toda la tierra. En el Nuevo Testamento, vemos cómo Jesús, el Mesías prometido, cumple estas profecías. Él es el Juez justo que ejecutará la justicia de Dios, pero también el único que puede librar del juicio a aquellos que creen en Él. Cuando por fe rendimos nuestra vida a Cristo, recibimos el Espíritu de conocimiento y temor de Dios. A través de Su Palabra, somos guiados a conocerle verdaderamente y a vivir para Su gloria. En respuesta a la gracia de la salvación, debemos adorar al Señor, invocar Su nombre, proclamar Sus obras entre los pueblos y hacer recordar que Su nombre debe ser enaltecido. Como creyentes, tenemos el privilegio y la responsabilidad de proclamar el evangelio de Cristo, para que sea conocido por toda la tierra. Conozcamos al Señor, crezcamos en el temor de Él y proclamemos Su nombre con gratitud y gozo.

RESUMEN Prédica: Yo Haré Distinción Entre Mi Pueblo y Tu Pueblo En el relato de las plagas sobre Egipto en el libro de Éxodo, Dios no solo estaba liberando a su pueblo Israel de la opresión, sino también revelando su naturaleza y carácter como el Dios único y verdadero. A través de estas poderosas demostraciones, Dios hizo una distinción clara entre su pueblo elegido y los egipcios incrédulos, una distinción que ha perdurado a lo largo de la historia de la redención. Las plagas fueron una manifestación progresiva del poder y la soberanía de Dios sobre todas las cosas. Cada plaga tenía como objetivo que Faraón y los egipcios reconocieran a Yahveh como el Señor supremo, el Creador y Sustentador de la vida. Dios deseaba ser conocido no solo por Israel, sino también por los incrédulos, aunque este conocimiento no necesariamente condujera a la salvación de los últimos. En las plagas de los insectos y la peste del ganado, Dios introdujo un nuevo elemento: la distinción entre su pueblo y el pueblo de Faraón. Mientras que los egipcios sufrían las consecuencias de estas plagas, Israel fue preservado milagrosamente. Esta separación no solo marcaba una diferencia física, sino también una distinción espiritual y teológica: el Dios que gobierna sobre la vida y la muerte estaba con su pueblo. Esta distinción entre Israel y Egipto reflejaba la gracia soberana de Dios hacia su pueblo elegido y su justa ira hacia los rebeldes. Desde el principio, Dios ha separado a los suyos, desde Abel hasta Abraham y su descendencia. Esta separación no se basa en méritos humanos, sino en la elección divina y en su propósito redentor. El carácter distintivo del pueblo de Dios se convirtió en un tema central en el Antiguo Testamento. Ellos eran la "simiente santa" (Esdras 9:2, Isaías 6:13), nacidos milagrosamente del vientre de Egipto (Deuteronomio 4:34). Su origen y llamado los marcaban como únicos, separados para adorar y servir al Dios verdadero. Ante esta distinción, la respuesta adecuada es la fe genuina y la adoración sincera. A diferencia de Faraón, quien ofrecía concesiones parciales y falso arrepentimiento, el pueblo de Dios debe entregarle su vida por completo, viviendo en obediencia y dependencia de Él. La verdadera adoración se manifiesta en una vida transformada, dedicada a glorificar a Dios. La distinción entre el pueblo de Dios y los incrédulos es un hilo conductor a lo largo de las Escrituras. Dios ha llamado a un pueblo para sí mismo, no por méritos propios, sino por su gracia redentora. Esta separación no es solo física, sino también espiritual, y conlleva la responsabilidad de responder con fe genuina, adoración sincera y una vida consagrada a Dios. A través de su pueblo, Dios continúa revelando su gloria y extendiendo su reino en un mundo necesitado de su salvación.

RESUMEN Prédica: No Hay Nadie Como El Señor Nuestro Dios En el relato del Éxodo, Dios demostró su incomparabilidad y unicidad al enviar plagas sobre Egipto, desafiando los dioses falsos y revelando su poder soberano. A través de las plagas de las ranas y los piojos, Dios ejerció su dominio sobre el Nilo, fuente de vida, y la tierra misma, desafiando a los dioses egipcios. Las ranas invadieron todos los espacios, incluso el palacio del faraón, y solo la obediencia a la palabra de Dios pudo detener la plaga. En la plaga de los piojos, los magos egipcios no pudieron replicarla, reconociendo el "dedo de Dios" en acción. Sin embargo, el faraón endureció su corazón, negándose a reconocer la supremacía de Dios. Estas manifestaciones de poder apuntaban a Jesucristo, quien declaró: "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Sólo en Él hay vida eterna, y la fe en Él es el camino a la resurrección y la vida. Por lo tanto, se exhorta a los inconversos a no endurecer sus corazones como el faraón, sino a creer en Jesús para recibir la vida eterna. A los creyentes se les insta a poner su mirada en la esperanza eterna en Cristo, cuyas palabras son vida. Además, Jesús ha vencido la maldad al derrotar a Satanás por el "dedo de Dios" (Lucas 11:20). El reino de Dios ha llegado en Él, y Él es el vencedor sobre el mal y la maldad. Por lo tanto, se exhorta a proclamar y enseñar esta verdad, descansando en la victoria de Dios en Cristo y no temiendo, pues Él ha vencido la maldad.

RESUMEN Prédica: No Hay Nadie Como El Señor Nuestro Dios El libro de Éxodo contiene ricas enseñanzas sobre los atributos distintivos de Dios, especialmente su absoluta unicidad y su incomparable poder. A través de las devastadoras plagas enviadas a Egipto, Dios deja en evidencia que no hay nadie como Él. La plaga de las ranas (Éxodo 8:2-15) demuestra que sólo el Dios de los hebreos, y no la diosa egipcia Heket, es el verdadero dador de vida. Las ranas eran símbolo de fertilidad y resurrección para los egipcios, pero Dios las usa para su juicio. De igual manera, la plaga de los piojos (Éxodo 8:16-19), probablemente dirigida contra el dios Geb, pone de manifiesto el señorío de Dios sobre la tierra. Ante su impotencia, los magos exclaman "este es el dedo de Dios", reconociendo el origen sobrenatural del prodigio. Frente a los falsos milagros y dioses, el Dios de los hebreos demuestra ser el único con poder sobre todos los elementos de la creación. Como afirma Moisés, no hay nadie como Jehová (Éxodo 8:10). Siglos más tarde, Jesús retomará la frase "el dedo de Dios" para declarar que mediante él ha llegado el reino de Dios, pues ataca y vence al "hombre fuerte" Satanás (Lucas 11:20-22). Así como en Éxodo Dios procura la liberación de Israel, en Cristo viene la liberación del pecado y la muerte para todo aquel que cree. Jesús es el único dador de vida y resurrección (Juan 11:25-26). No basta con maravillarse de los milagros de Dios; debemos creer en el Hijo y recibir su salvación. El relato del endurecimiento del corazón del faraón nos advierte sobre el riesgo de rechazar a Dios y su misericordia. Pero al mismo tiempo, nos asegura que en Cristo el mal ha sido vencido. Podemos vivir con la certeza de que nuestro Redentor tiene poder sobre todo y proclamarlo con valentía, para gloria del único Dios verdadero.

Pedimos a Dios poder ser no solo oidores sino también hacedores de su palabra que es viva y eficaz

Mensaje q edifica

RESUMEN Prédica: En Esto Conocerás que Yo Soy el Señor En el libro de Éxodo, capítulo 7, encontramos un pasaje que muestra la soberanía y supremacía de Dios sobre los dioses falsos de Egipto. A través de este análisis, se expone cómo Dios se revela como el único y verdadero Señor, en contraste con las falsas deidades egipcias. En primer lugar, el texto enfatiza que solo el Señor es el único y verdadero Dios. Dios instruyó a Moisés y Aarón para realizar señales delante de Faraón con el fin de demostrar su poder y autoridad. Cuando Aarón arrojó su vara y esta se convirtió en serpiente, los magos de Egipto imitaron la señal con sus encantamientos. Sin embargo, la vara de Aarón devoró las de los magos, evidenciando la superioridad del poder divino sobre las imitaciones humanas. Este hecho tenía un mensaje teológico profundo: Dios es superior a Faraón y a los dioses falsos de Egipto. A pesar de esta manifestación, Faraón endureció su corazón y se negó a escuchar a Dios. Esto llevó a Dios a iniciar su juicio sobre Egipto, comenzando con la primera plaga: convertir las aguas del Nilo en sangre. Este acto tenía un propósito específico: demostrar que Dios era el verdadero dador y sustentador de la vida, y no el dios egipcio Hapi. Al hacer morir a los peces y corromper el agua del Nilo, Dios estaba dando un golpe directo al concepto errado de que los egipcios dependían de Hapi para su sustento. En segundo lugar, el pasaje expone el problema fundamental del corazón humano: el pecado. Así como Faraón endureció su corazón contra Dios, los seres humanos, por naturaleza, rechazan reconocer a Dios a pesar de las evidencias claras de su existencia y poder. En lugar de honrar y glorificar a Dios, los hombres se vuelven vanos en sus razonamientos y dan gloria a las cosas creadas, cayendo en la idolatría. Finalmente, el texto dejar ver que Jesús es el Señor, el único dador de vida. Todo fue creado por él y para él, y sin él no hay vida. Jesús es el sustentador de la existencia, y sin él, los seres humanos están muertos y en tinieblas. Solo al reconocer a Jesús como el único dador de vida y al confiar en él, pueden los hombres ser librados de la ira de Dios y convertirse en verdaderos adoradores. En conclusión, el pasaje de Éxodo 7:8-25 presenta a Dios como el único y verdadero Señor, en contraste con los dioses falsos de Egipto. Además, expone el problema del pecado en el corazón humano y la necesidad de reconocer a Jesús como el único dador de vida y sustentador. Solo al arrepentirse del pecado y confiar en Jesús, el hombre puede ser librado de la ira de Dios y adorar al Dios verdadero en espíritu y verdad.

Prédica: Extenderé Mi Mano En Éxodo 6 y 7 vemos cómo Dios se revela a sí mismo mediante sus obras, manifestando su gloria a través de su gracia, justicia y poder. En primer lugar, Dios muestra su gloria en la gracia al incluir a Moisés y Aarón en su plan redentor para Israel. La genealogía de Moisés demuestra la elección soberana de Dios, pues Moisés no era el primogénito ni el más capacitado. Sin embargo, Dios en su gracia lo eligió para la tarea de liberar a Israel, confiriéndole autoridad junto con Aarón. Así como llamó a Moisés, Dios nos ha llamado por pura gracia a ser partícipes de la salvación en Cristo. No por méritos propios, sino por el infinito amor y misericordia de Dios hemos sido escogidos para vida eterna. En segundo lugar, la gloria de Dios se manifiesta en su justicia y poder al tratar con el endurecido corazón de Faraón. Dios mismo endurece el corazón de Faraón para mostrarle su supremacía y para que todos sepan que él es el único Dios verdadero. Aunque Faraón es responsable por negarse a obedecer, Dios en su soberanía utiliza ese rechazo para un propósito mayor. La liberación de Israel no puede separarse del juicio a Egipto, pues Dios es glorificado tanto en la salvación de unos como en la condenación de otros. Finalmente, en la cruz vemos el pináculo de la revelación de la gloria de Dios, donde su gracia y su ira, su misericordia y su juicio, convergen en un magnífico despliegue. Jesús, como el siervo sufriente, manifiesta la justicia de Dios al pagar la pena por nuestros pecados. Y manifiesta la misericordia y gracia de Dios al proveer el camino de salvación para los indefensos. Como recipientes de misericordia, hemos sido llamados por pura gracia a gloria eterna en Cristo. Que la contemplación del glorioso Evangelio mueva nuestros corazones a una adoración más profunda. Adoremos a nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, en quien se revela la gracia, la justicia y el poder del Dios invisible. A él sea la gloria y el imperio, por los siglos de los siglos. Amén.

Cuando Dios está obrando puede venir el sufrimiento y los problemas. Pablo nos anima a estar contentos sea cual sea la circunstancia. Dios obra para bien. Dios tiene el control de todo debemos confiar plenamente en El. Busquemos las formas de honrar a Dios en nuestra situación presente. Recordar que Dios nunca nos va a abandonar y mantenernos atentos al plan de Dios para nuestras vidas. Busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura. Que bendición es poder escuchar sana doctrina. Bendiciones.

Tener una relación más cercana atravez de Cristo para vivir en obediencia y adoración a Dios. Para conocerlo debo de estudiar su palabra. Debemos aprender a vivir para Cristo, sin el no somos nada.

RESUMEN: Prédica: Sabréis Que Yo Soy El Señor Vuestro Dios El pasaje de Éxodo 6:1-13 nos presenta un momento crucial en la vida de Moisés y del pueblo de Israel. Moisés acababa de enfrentar al faraón para exigir la liberación de los israelitas, pero esto solo empeoró su situación, pues el faraón aumentó la carga de trabajo de los esclavos hebreos. Ante este aparente fracaso, Moisés clamó a Dios cuestionando Su bondad y propósito (Éxodo 5:22-23). En respuesta, Dios le revela Su identidad y naturaleza a Moisés de una manera nueva. En primer lugar, Dios declara "Yo soy YHVH" (6:2), enfatizando Su soberanía y control absoluto sobre toda la creación. Además, le recuerda a Moisés cómo se había revelado a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob como El-Shaddai, Dios Todopoderoso (6:3). Esto debía reafirmar la confianza de Moisés en que Dios cumpliría Sus promesas a pesar de las circunstancias actuales. Luego, Dios reitera el pacto que había hecho con Israel, prometiendo darles la tierra de Canaán (6:4). También declara haber escuchado el clamor de sufrimiento de los israelitas y recordar Su pacto con ellos (6:5). Estas palabras debían asegurar a Moisés que Dios no se había olvidado de Su pueblo, y que ante el reclamo “tú no has hecho nada por librar a tu pueblo” (5:23) Dios le recuerda todo lo que Él ya ha obrado por su pueblo. Finalmente, Dios promete concretamente redimir y liberar a los israelitas de la esclavitud egipcia (6:6). No solo los sacará de Egipto, sino que los tomará como pueblo Suyo y les dará la tierra prometida (6:7-8). A pesar de la oposición inicial del faraón, Dios reitera Su plan para Moisés (6:10-13) y el cumplimiento de su pacto. En conclusión, este pasaje revela la identidad y naturaleza de Dios en un momento crucial para fortalecer la fe de Moisés. Aunque Moisés no entendía el plan completo, Moisés debía confiar en que Dios es soberano, omnipotente y fiel a sus promesas. Este relato nos enseña a aferrarnos a la Palabra de Dios aun cuando nuestras circunstancias sean desalentadoras; debemos recordar: quien es Dios, lo que ha obrado para nuestra salvación y lo que hará en Cristo a favor de los que creemos en él por la fe. Pues nada puede impedir que nuestro Señor Jesucristo cumpla Su buena obra en nosotros.

RESUMEN Prédica: ¿Quién es el Señor para que escuche su voz? La relación del pueblo de Israel con Dios, tal como se narra en Éxodo 5, nos muestra verdades importantes sobre la relación que todo creyente debe tener con Dios. Cuando no conocemos verdaderamente a Dios, vivimos para satisfacer nuestros propios intereses en lugar de para la voluntad y gloria de Dios. Faraón ejemplifica la actitud de quien no conoce al Señor. Ante el llamado de Moisés a liberar a los israelitas para que adoren a Dios, Faraón responde desafiante: "¿Quién es el Señor para que yo escuche su voz?". Su preocupación no es obedecer a Dios sino mantener a los israelitas produciendo ladrillos para sus propios proyectos. Incluso aumenta la carga de trabajo para impedir que adoren al Señor. De igual manera, muchos creyentes que no conocen profundamente a Dios anteponen sus propios intereses y actividades a la adoración y obediencia que Él merece. Cuando no reconocemos la supremacía y grandeza de Dios, nuestra fe se vuelve una rutina sin convicción ni pasión. La solución que plantea este pasaje es crecer en el verdadero conocimiento de quién es Dios. Esto solo es posible cuando Dios mismo se revela a nosotros, principalmente a través de Jesucristo y de las Escrituras. A medida que contemplamos su gloria, bondad, justicia y amor, seremos transformados para anteponer la voluntad de Dios sobre la nuestra. Conocer a Dios despierta en nosotros el deseo de adorarlo y obedecerlo, y esto no por obligación sino por el gozo de estar en comunión con Él. Dios es absolutamente digno de toda nuestra alabanza, tiempo y servicio. Cuando lo conocemos más, nuestro enfoque deja de estar en nosotros mismos y se centra en aquel que es supremo sobre todas las cosas. El ejemplo de Israel debe impulsarnos a buscar intensamente el rostro de Dios cada día. Solo cuando lo conozcamos genuinamente podremos vivir en la obediencia y adoración que solo Él se merece.

RESUMEN: Prédica: Deja Ir a Mi Hijo para Que Me Sirva La Biblia presenta de manera muy gráfica la relación de Dios con su pueblo como la de un padre amoroso con sus hijos. Esto se ve claramente en el Éxodo, cuando Dios llama a Israel "mi hijo, mi primogénito" (Éxodo 4:22). Esta poderosa metáfora paterna comunica varias verdades profundas. En primer lugar, habla de la intimidad y cercanía que Dios desea tener con los suyos. Un padre busca el bienestar de sus hijos, se preocupa por ellos, los guía y les da lo necesario para vivir. Así cuida Dios de su pueblo. Además, al presentarse como Padre, Dios revela su autoridad sobre Israel. Un hijo debe respetar, obedecer y honrar a su progenitor. De igual manera, Dios espera que su pueblo responda con temor reverente y sumisión a su voluntad. Pero la metáfora va más allá. Apunta al Hijo unigénito de Dios, Jesucristo, quien vino a cumplir el propósito redentor del Padre. Israel como nación fue una figura, un prototipo que prefiguraba algo superior: la salvación de toda la humanidad por medio de Cristo. Así, en el Nuevo Testamento vemos que Dios nos adopta como hijos suyos por medio de la fe en Cristo. Ahora podemos relacionarnos con él íntimamente como nuestro Abba, Padre celestial. Hemos sido injertados en la familia de Dios. Por tanto, disfrutemos de esta relación, dependiendo del Padre como hijos amados. Obedezcámosle con reverencia y adorémosle en espíritu y en verdad. Caminemos cada día en santidad y sumisión a su voluntad, confiando en su guía y provisiones. El Padre cuida de nosotros. De esta manera responderemos apropiadamente al sublime privilegio de ser hijos e hijas del Dios Altísimo por medio de nuestro Señor Jesucristo.

RESUMEN Prédica: Dios Respalda a Su Siervo A pesar de las excusas y dudas de Moisés sobre el llamado de Dios, Él demostró su poder y fidelidad respaldando a su siervo. Esto debe motivarnos a obedecer cuando Dios nos llama a servirlo. Dios había comisionado a Moisés, pero éste dudaba y ponía pretextos debido a sus inseguridades. Sin embargo, la Palabra de Dios es confiable y sus promesas firmes aun ante nuestra incredulidad. Debemos confiar en la fidelidad divina. Dios respaldó sobrenaturalmente a Moisés con señales milagrosas para validar su llamado. Transformó su vara en serpiente, su mano en leprosa y el agua en sangre, demostrando poder sobre Egipto. Dios confirma su voluntad con señales cuando sus siervos dudan. Dios recordó a Moisés que él mismo provee capacidad para cumplir el llamado. Estaría con él y le enseñaría qué decir. Inclusive, designó a Aarón como su apoyo. Dios mismo dota de dones a quienes escoge para hablar por Él. La duda de Moisés ante el llamado divino fue injustificada dado el respaldo y provisión de Dios. Así también, Dios nos capacita en Cristo por el Espíritu para obedecer cuando nos llama a servir. Debemos responder con gratitud, pues es un privilegio proclamar su Palabra. Nuestra suficiencia proviene siempre y solamente del Señor.

RESUMEN Prédica: Gracias al Señor por su Bondad y Misericordia El propósito de este texto es explicar el contenido y el mensaje del Salmo 118, que es un salmo de acción de gracias por la bondad y la misericordia de Dios. El Salmo 118 es parte de los cánticos de alabanza que se cantaban en la Pascua para celebrar la liberación de Israel de Egipto y la victoria de Dios sobre sus enemigos. El Salmo 118 también apunta a la obra de Cristo, que es la piedra angular desechada por los hombres, pero exaltada por Dios como el fundamento de la salvación. El ensayo se divide en tres partes: la primera parte expone las razones para dar gracias a Dios, la segunda parte describe cómo adorar a Dios por su bondad y misericordia, y la tercera parte presenta la forma de responder con acciones de gracias ante su presencia. Razones para dar gracias a Dios: El salmista llama a Israel, a los sacerdotes y a los que temen a Dios a alabar a Dios por su bondad y misericordia, que es para siempre. El salmista reconoce que Dios le ha respondido en su angustia, le ha librado de sus enemigos, le ha dado refugio y fortaleza, y le ha reprendido pero no le ha entregado a la muerte. El salmista también se regocija en la obra de Dios, que ha hecho maravillas con su diestra y ha dado luz y salvación a su pueblo. Cómo adorar a Dios por su bondad y misericordia: El salmista expresa su adoración a Dios entrando por las puertas de la justicia, que son la entrada al templo, donde puede dar gracias y exaltar a Dios. El salmista también reconoce que la piedra que desecharon los edificadores, que representa al rey ungido por Dios, ha venido a ser la piedra principal del ángulo, que sostiene toda la estructura. El salmista ve en esto una obra admirable de Dios, que ha hecho de este día un día de júbilo y alegría. Cómo responder con acciones de gracias ante su presencia: El salmista pide a Dios que le salve y le prospere, y bendice al que viene en el nombre del Señor, que es el rey mesiánico que trae la paz y la justicia. El salmista también ofrece un sacrificio de fiesta, que es una ofrenda de gratitud y comunión con Dios, y lo ata con cuerdas a los cuernos del altar, que es el lugar donde se derrama la sangre y se consagra la vida. El salmista declara que Dios es su Dios, y le da gracias y le exalta. El salmista termina con la misma frase con la que empezó, dando gracias al Señor por su bondad y su misericordia. En conclusión, el Salmo 118 es un salmo que nos invita a dar gracias a Dios por su bondad y su misericordia, que se manifiestan en su obra de liberación y salvación para su pueblo. También, nos señala a Cristo, que es el cumplimiento de las profecías y las promesas de Dios, y que es el verdadero rey y salvador que viene en el nombre del Señor. El Salmo 118 nos enseña a adorar a Dios con fe, confianza, regocijo y gratitud, y a ofrecerle nuestra vida como un sacrificio vivo y agradable a él.

RESUMEN Dios obra fielmente sus propósitos en la vida de las personas. Esto se ve claramente en la vida de José según se narra en Génesis 37-50. José era el hijo amado de Jacob, pero sus hermanos le aborrecían y terminaron vendiéndolo como esclavo a Egipto. Aunque José sufrió injustamente al ser acusado falsamente y encarcelado, Dios lo estaba guiando para cumplir sus propósitos. Dios exaltó a José para que llegara a tener autoridad sobre todo Egipto, sólo debajo del faraón. De esta posición, José pudo proveer alimento durante los años de hambre y salvar a su familia llevándolos a vivir en Egipto. José es un tipo de Cristo en varios sentidos. Como José, Jesús es el Hijo amado del Padre, pero fue aborrecido y vendido por sus hermanos. Injustamente fue encarcelado y condenado a muerte entre criminales y entrego su vida por aquellos que si eran culpables. José fue exaltado por Dios al ser declarado administrador de todo Egipto, pero a Jesús Dios lo exaltó sobre todo y lo declaro Señor y ante su nombre toda rodilla se doblará. José proveyo para sus hermanos granos y dinero, pero Jesús nos perdonó y provee para sus hermanos,no bienes perecederos sino dándonos herencia eterna. Así como José recibió a los suyos en Egipto, Jesús nos ha recibido en su reino eterno para vivir con él para siempre. La vida de José revela cómo Dios guía fielmente la historia de acuerdo a sus propósitos, aún en medio del sufrimiento. Igualmente, Dios obra todas las cosas para bien en la vida de quienes le aman y han sido llamados conforme a su propósito. Podemos confiar que aun cuando no lo comprendamos, Dios está obrando para nuestro bien, el conformarnos a la imagen de Jesús, y para cumplir sus promesas. Esto debe llevarnos a adorar al Dios fiel que guía nuestra historia con sus perfectos propósitos de salvación y vida eterna en Cristo, para gloria de su nombre.

RESUMEN Prédica: Yo Soy, Una Relación Que Cambia Historias La relación de pacto entre Dios y su pueblo es el hilo conductor de toda la historia bíblica. Desde la elección de Abraham hasta la redención final en Cristo, vemos cómo Dios demuestra su fidelidad al establecer un vínculo especial con la humanidad. Esta relación de pacto transforma vidas y revela el carácter de Dios. En primer lugar, la Biblia muestra que fue decisión soberana de Dios escoger y hacer pacto con Israel. Pese a las repetidas rebeliones del pueblo, el Señor jamás abandona el pacto. Un ejemplo claro es la liberación de la esclavitud egipcia narrada en Éxodo. Dios escucha el clamor de Israel y recuerda su promesa a los patriarcas. Luego levanta a Moisés como instrumento de salvación. La poderosa mano redentora de Dios sobre Egipto exhibe su fidelidad al pacto con Israel. Esa relación de pacto es regida por Dios quien es Santo por lo cual su pueblo debía ser santificado, y obedecer sus mandamientos que no solo eran los 10 mandamientos sino también mandamientos de la relación entre ellos. Además, el propósito del pacto es establecer una íntima comunión entre Dios y su pueblo. El tabernáculo era signo de la presencia de Dios habitando en medio de su pueblo. Hoy en día, los creyentes son templo del Espíritu Santo, permitiéndoles acercarse directamente al Padre por medio de Cristo. El anhelo de Dios siempre fue tener una relación cercana con la humanidad. Finalmente, el clímax del pacto se alcanza en Jesucristo, quien es ahora el punto de reunión entre Dios y los hombres, siendo un tabernaculo para nosotros. En Él tenemos redención y adopción como hijos de Dios, con todas las bendiciones espirituales. Ya nos relacionamos con Dios por temor, sino como hijos que gozan de un acceso confiado al trono de la gracia. El nuevo pacto en Cristo Jesús transforma radicalmente nuestra historia al liberarnos del pecado y establecer una íntima comunión con Dios. En conclusión, la relación pactual que Dios establece con su pueblo a lo largo de las Escrituras muestra su por, justicia, misericordia, providencia, amor, gracia y fidelidad. Este vínculo especial invita a todo creyente a disfrutar de las bendiciones divinas al vivir en comunión con el Dios del pacto.

RESUMEN Prédica: Dios Oyó y Se Acordó El relato de Moisés en Éxodo 2 nos muestra valiosas lecciones sobre cómo actuar con fe en Dios aún en las situaciones más difíciles y sobre la fidelidad del Señor para cumplir sus promesas. En primer lugar, vemos el ejemplo de los padres de Moisés, quienes en medio de la persecución a los niños hebreos por parte del Faraón, actúan escondiendo a su pequeño por tres meses. Al ya no poder ocultarlo, construyen un cesto para el río confiando en que Dios protegería la vida del niño de algún modo. Este acto, que parece incluso irresponsable, no se basa en sus propios limitados medios sino en la fe en que Dios es capaz de obrar más allá de lo imaginable. Y efectivamente, en un giro increíble, es la mismísima hija de Faraón quien tiene compasión de Moisés al encontrarlo en el río. Así, la protección divina se manifiesta de la manera menos esperada. Más adelante, vemos las consecuencias negativas de pretender hacer la voluntad divina por medios humanos y pecaminosos. Cuando Moisés mata a un egipcio que maltrataba a un hebreo, pensando que así haría justicia, solo trae sobre sí la ira del faraón y tiene que huir despavorido. Nuestros esfuerzos carnales, aún con buenas intenciones, jamás pueden lograr los fines espirituales de Dios. En su exilio, Moisés parecería olvidado en tierras extranjeras. Pero el relato declara explícitamente que cuando el pueblo de Israel clamó angustiado, Dios oyó su lamento y recordó su pacto con los patriarcas. Así vemos magníficamente ejemplificado que el Señor jamás olvida a su pueblo y responderá conforme a sus propósitos de bendición y sus promesas eternas. Finalmente, el pasaje establece un paralelo entre las historias de preservación de Moisés y Jesús, resaltando la sumisión del Mesías a la voluntad del Padre. Y culmina recordándonos que mientras la vida de Moisés señalaba temporalmente al libertador, la muerte de Cristo en la cruz nos provee salvación eterna para todo aquel que cree en Él. En conclusión, esta historia nos enseña a confiar en la guía divina aun cuando no entendamos o esperamos, pues Dios ciertamente actúa de modos misteriosos pero fieles para cumplir sus promesas eternas. Nuestra esperanza descansa únicamente en Cristo y no en nuestras frágiles fuerzas.

RESUMEN Prédica: No Lo Detendrás El ser humano, en su soberbia, a menudo se considera invencible. Este sermón explora la idea de que, a través de Cristo, la certeza de la obra poderosa de Dios nos libera y preserva. El Faraón de Egipto, que no conocía a José, temió al crecimiento de los israelitas y los sometió a dura esclavitud en contra de la voluntad de Dios al prometer en el pacto que de la descendencia haría una gran nación. Sin embargo, Dios frustró los planes del Faraón y siguió multiplicando y fortaleciendo a su pueblo. Esta historia nos recuerda que, aunque los planes humanos pueden parecer poderosos, la voluntad de Dios siempre prevalecerá. El Faraón intentó reducir la población de los israelitas ordenando a las parteras que mataran a los niños varones. Sin embargo, las parteras temieron a Dios y desobedecieron al rey, y Dios las bendijo con familias. Dios cuida y preserva a su pueblo, incluso en medio de la opresión. Esto es algo que Dios sigue obrando ahora, pero de una forma extraordinaria por medio de Jesucristo. Podemos ver un contraste entre Faraón y Jesús evidenciando que Jesús es más grande que Faraón. Faraón buscaba proteger su estatus, oprimiendo y matando a los israelitas. En contraste, Jesús se humilló, sirvió y dio su vida por sus enemigos que éramos todos los hombres por nuestro pecado. Dios utilizo a las parteras para preservar la vida de los hijos de Israel, pero nosotros somos beneficiarios de una protección mayor en Cristo, porque tenemos la certeza que él nos cuida. Jesús prometió que nadie arrebataría a sus ovejas de su mano. Esta promesa nos asegura que, en Cristo, disfrutamos del cuidado y la preservación de Dios. A través de la historia de la opresión de los israelitas en Egipto, vemos cómo la voluntad de Dios prevalece sobre los planes humanos, cómo Dios cuida y preserva a su pueblo, y cómo en Cristo disfrutamos de su cuidado y preservación. Estas verdades nos animan a: 1. Confiar en Dios en medio de nuestras propias luchas y opresiones, sabiendo que Él está obrando para nuestro bien y para su gloria. 2. Temer a Dios y cumplir nuestra misión sin miedo a proclamar el evangelio. 3. No ceder ante las presiones del mundo, las cuales nos incitan a vivir en contra de la voluntad de Dios. Por lo tanto, obedezcamos su palabra con confianza en Él.

RESUMEN Prédica: Los Sacaré de la Aflicción El propósito de Dios al liberar a su pueblo es que lo adoren y sirvan. Esto se evidencia en el relato de Éxodo 3, donde Dios se revela a Moisés y lo instruye para liberar a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Para argumentar esto, primero debemos reconocer la grandeza de Dios. Cuando Moisés le pregunta su nombre, Dios responde "YO SOY EL QUE SOY", revelándose como el Dios eterno, autosuficiente y único verdadero. No hay otro Dios como él. Contemplar su grandeza nos lleva a confiar en que cumplirá sus promesas. En segundo lugar, vemos cómo Dios promete claramente sacar a su pueblo de la aflicción en Egipto. Los librará mediante señales y prodigios poderosos, demostrando que es Dios todopoderoso. Así como liberó a Israel, también nos libera del pecado y la muerte por medio de Cristo. Su salvación siempre tiene el propósito de llevarnos a una vida de adoración y servicio. Finalmente, el relato enfatiza que Dios liberó a los israelitas para que lo adoren. Una vez libres, debían adorarlo en el monte Sinaí. Igualmente, nosotros hemos sido salvos para rendir nuestras vidas en adoración al Señor. No debemos vivir de forma egoísta, buscando nuestro propio beneficio, sino entregando cada área de nuestra vida para la gloria de Dios. En conclusión, la liberación poderosa de Dios tiene el fin de que su pueblo lo adore y sirva fielmente. Esto sólo es posible al reconocer su grandeza y soberanía sobre nuestras vidas. Debemos depender por completo de Dios, quien en su gracia nos salva para llevarnos a una vida de adoración y servicio a él.

Gracias a Dios por sus bendiciones espirituales, reconocer su obra en mi vida por que en mi debilidad su poder se perfecciona 😇🙌

RESUMEN *Jesucristo debe ser el centro y la razón principal de la celebración navideña, pues él es el cumplimiento de las profecías sobre el Mesías que traería salvación al mundo.* *I. Jesucristo es el cumplimiento de las profecías mesiánicas* El profeta Isaías predijo la venida de un libertador que sería "luz" y traería paz y justicia (Isaías 9:1-7). Esto se cumplió en Jesús. Jesús mismo dijo que vino a cumplir la ley y los profetas (Mateo 5:17). Los evangelios citan profecías mesiánicas cumplidas en Jesús. Jesús es el Mesías prometido: "Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz" (Isaías 9:6). Cumple todos los requisitos. *II. Jesucristo es el autor de la salvación y la gracia* Por su sacrificio en la cruz, Jesús nos liberó del pecado y nos dio vida eterna por gracia (Romanos 6:23). Jesús venció la muerte y el pecado, dándonos victoria sobre estas opresiones (1 Corintios 15:54-57). La paz y reconciliación con Dios solo se logran a través de la fe en Cristo (Romanos 5:1). Él es el Príncipe de Paz. *III. Jesucristo establecerá un reino eterno de paz y justicia* Como Rey eterno, Cristo reinará con justicia perfecta sobre su pueblo (Isaías 9:7). El reino de Dios instaurado por Jesús no tendrá fin y acabará con todo mal (Daniel 7:14). Al celebrar la Navidad, anticipamos la segunda venida de Cristo y el establecimiento de su reino (Apocalipsis 11:15). Conclusión: Jesucristo es el centro y significado de la Navidad. Sin él, sería una celebración vana. Al celebrar su nacimiento, en realidad celebramos al Salvador y Rey prometido, dador de vida eterna y fundador de un reino eterno. Jesús debe estar en el centro de nuestras fiestas navideñas.

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Bendiciones

Gracias por la enseñanza. Me confronto, yo estaba equivocada. Debo aprender a confiar en que Dios tiene planes buenos, agradables y perfectos para mí. Bendiciones

Dios es fiel en sus promesas, cuan hermoso es confiar en el todopoderoso quien controla todo y no hay quien pueda detenerlo, Oh Glorioso Jesús!!! Amén.

Gracias al Señor por la proteccion y preservacion de su Pueblo.

Dios es soberano y tiene el control de toda situación difícil que pueda atravesar, q fortalezca mi fe en su voluntad siempre 🙏🙏

Ahora sé que todo lo que ha acontecido en mi vida ha sido bajo la voluntad de Dios. Gracias por la explicación de la sana doctrina.

Dios siempre ha sido fiel!