[Verso] En la palabra sagrada Con todos los dioses La vida nunca se encuentra En completa paz [Verso 2] Toma el filo divino Báñalo en alegría Hoy lo llevamos Como el latido del corazón [Coro] Saludo desde la profundidad Saludo en este momento de canto Mañana no será silenciada En donde florece la flor [Verso 3] Todavía no hay descanso Las flechas divinas se mantienen Nunca se apagan Yo soy el sol [Verso 4] La vida de nuestra madre Siempre creciendo Nunca olvidamos Nosotros somos su semilla [Coro] Saludo desde la profundidad Saludo en este momento de canto Mañana no será silenciada En donde florece la flor La letra es una meditación sobre la conexión profunda entre la humanidad, la divinidad, y la naturaleza en un tono solemne y reverente. En el primer verso, el término "tlatohcayotl" ("la palabra sagrada" o "la sabiduría de los dioses") establece un vínculo con lo sagrado, sugiriendo que la verdadera paz no se encuentra en la vida terrenal, sino en un ámbito espiritual. Esto introduce el tema central de búsqueda de armonía más allá de lo cotidiano. En el segundo verso, "ēxcua tēōmitl" (toma el filo divino) sugiere que la alegría, o "el canto de la vida," es el arma o herramienta de los dioses, y el latido del corazón conecta al ser humano con el cosmos, indicando un ciclo natural y divino de vida y muerte. El coro enfatiza la trascendencia: un saludo profundo a la vida que resurge y florece, como la flor, una metáfora en la cultura náhuatl para representar la belleza efímera y la eternidad en un mismo ciclo. La palabra "mañana" en el coro es una promesa de continuidad y resistencia. Los últimos dos versos profundizan en el legado y la conexión con la tierra: la madre (representando tanto la naturaleza como la divinidad) es una fuente de vida que nunca cesa de nutrir, y los humanos son sus "semillas," inmortalizando este linaje. La letra es, en esencia, una afirmación de la conexión cíclica y eterna entre la naturaleza, la humanidad y los dioses, donde el pasado y el futuro coexisten.
[Verso]
En la palabra sagrada
Con todos los dioses
La vida nunca se encuentra
En completa paz
[Verso 2]
Toma el filo divino
Báñalo en alegría
Hoy lo llevamos
Como el latido del corazón
[Coro]
Saludo desde la profundidad
Saludo en este momento de canto
Mañana no será silenciada
En donde florece la flor
[Verso 3]
Todavía no hay descanso
Las flechas divinas se mantienen
Nunca se apagan
Yo soy el sol
[Verso 4]
La vida de nuestra madre
Siempre creciendo
Nunca olvidamos
Nosotros somos su semilla
[Coro]
Saludo desde la profundidad
Saludo en este momento de canto
Mañana no será silenciada
En donde florece la flor
La letra es una meditación sobre la conexión profunda entre la humanidad, la divinidad, y la naturaleza en un tono solemne y reverente.
En el primer verso, el término "tlatohcayotl" ("la palabra sagrada" o "la sabiduría de los dioses") establece un vínculo con lo sagrado, sugiriendo que la verdadera paz no se encuentra en la vida terrenal, sino en un ámbito espiritual. Esto introduce el tema central de búsqueda de armonía más allá de lo cotidiano.
En el segundo verso, "ēxcua tēōmitl" (toma el filo divino) sugiere que la alegría, o "el canto de la vida," es el arma o herramienta de los dioses, y el latido del corazón conecta al ser humano con el cosmos, indicando un ciclo natural y divino de vida y muerte.
El coro enfatiza la trascendencia: un saludo profundo a la vida que resurge y florece, como la flor, una metáfora en la cultura náhuatl para representar la belleza efímera y la eternidad en un mismo ciclo. La palabra "mañana" en el coro es una promesa de continuidad y resistencia.
Los últimos dos versos profundizan en el legado y la conexión con la tierra: la madre (representando tanto la naturaleza como la divinidad) es una fuente de vida que nunca cesa de nutrir, y los humanos son sus "semillas," inmortalizando este linaje.
La letra es, en esencia, una afirmación de la conexión cíclica y eterna entre la naturaleza, la humanidad y los dioses, donde el pasado y el futuro coexisten.