Muy acertado. Empleando el lenguaje común y sus respectivas formas, podemos decir que algunos, no sé si muchos o pocos, hemos llegado a esta constatación que se expone más o menos a la vez. Esa confluencia no condicionada (no basada en aprender una lección y reproducirla), obviamente, es vínculo. La inteligencia vincular, el continuo encuentro complementario entre el observador y lo observado (como me gusta recalcar), está abriéndose paso. El cese de la hegemonía del orden divisivo de la inteligencia cósmica. Desde esa mirada abarcativa, no divisiva, las paradojas de los opuestos, como bien decís en vuestra web, ni se resuelven ni dejan de resolverse, sino que se disuelven dentro de otro espacio completamente diferente, que incluye al orden previo. Por ejemplo, la famosa paradoja cuántica del gato de Schrõdinger, que está vivo y muerto al mismo tiempo. Siempre se ha explicado esto mediante un complejo planteamiento mecanocuántico, pero más allá de la dificultad para seguir ese planteamiento lógico, hay otro hecho destacable en ello: no deja de ser una alegoría, que tiene a un gato por protagonista, de un fenómeno estrictamente propio del mundo de las partículas subatómicas. La separación entre el mundo microscópico, nuclear, y el mundo macroscópico es muy evidente en el despliegue práctico de la teoría cuántica. Tanto es así, que a los estudiantes universitarios de física o química siempre se les subraya que "la constante de Planck es tan y tan pequeña que el principio de indeterminación solo rige en el mundo subatómico, y que en nuestra realidad cotidiana esas nebulosas de los orbitales electrónicos y los entrelazamientos cuánticos no tienen lugar". He aquí una muestra más de la hegemonía de la inteligencia tecnológica o divisiva. Sin embargo, la paradoja del gato dual se termina, se disuelve, de un plumazo si la mente se da cuenta de que ese gato que ve es solo un recorte de la totalidad indivisa. "¿Dónde ve usted un gato?", le diría la inteligencia vincular a la tecnológica, cómicamente hablando. Otro chiste: puedo quedarme mirando la pared pintada en gotelé y unir mentalmente algunos puntitos hasta visualizar un rostro humano; entonces diré que hay un rostro pintado en la pared. Es similar al fenómeno de la pareidolia. A partir de ahí, comprendiendo como opera la mente fragmentadora, pierde toda relevancia el gato como un todo en sí mismo. El gato se disuelve, se deslocaliza (como los electrones) y ya la paradoja no hace falta resolverla, ya no tiene ningún valor. Eso es la integración de los opuestos, la caída del sujeto (gato) y de sus atributos particulares (vivo/muerto).
"He de interesarme profundamente por lo que es diferente a mí". Si miramos esta afirmación, sin movimiento alguno, es decir, sin darle relevancia a la cadena lógica de pensamientos que esa afirmación desencadena, es entonces cuando algo diferente ocurre. Parece extraño: es como una persona que va a clases de pintura y, a partir de las lecciones que da el profesor, fijándose con curiosidad en ello, aprende entonación y oratoria, más que dibujo. Es decir, algo inesperado sucede cuando la inercia del pensamiento y su acción reactiva, causal, pasa a un segundo plano. Volvamos a la frase inicial. Me detengo en ella, y eso permite ver el mecanismo que esta desencadena: "he de preocuparme por el otro, debo escuchar sus opiniones y abrirme a ellas, sin juzgarlas, debo empatizar". No puedo observar al otro si esa cadena es tomada en serio. Todo empieza en el botón del lenguaje, el cual es intrínsecamente fragmentador, objetivizador. "Yo" y el "otro" no son más que objetos del pensamientos, conceptos, herramientas casuales. Sin embargo, todo cuanto conforma el tejido de la sociedad se basa poderosamente en dicha conceptualización. Lo "diferente a mí" no es "él", "ella" o "ello", pues todo son objetos, sino otra dimensión de la mente, otra función, algo a lo que no se puede llegar siguiendo la cadena de inercia del pensamiento. Por eso la política y cualquier actividas organizada, basada en individuos, colectivizados o no fracasa en su empeño por equilibrar el mundo. Sin embargo, dicha función, la inteligencia, contiene al intelecto, es decir, "trabaja con la cadena", pero es totalmente independiente de ella, no es una parte de la cadena. ¿Es probable que, al cesar la cadena lógica, la red de relaciones formales que ahogan el mundo se desintegre? ¿Ello implicaría desconexión, en dicho nivel formal? Sí, por supuesto, es un hecho inevitable que si la mente se da cuenta de la cadena, toda esa red de conexiones creadas pase a un segundo plano. Por tanto, esa desintegración, siendo más concretos, sería como la desembocadura de toda esa inmensa fragmentación en el océano ilimitado que la inteligencia creativa supone. Ilimitado significa sin fronteras, sin formas permanentes, por tanto, ello es vínculo. ¿Cuando sucederá todo eso? ¿Ya está sucediendo? ¿Y a cuánta gente le pasará? Siempre está sucediendo, es atemporal. El tiempo implica espacio, ya se sabe: "me pasó a mí ayer; les pasó a un grupo de gente, a 2000 km de aquí, hace mil años". Cuando la mente percibe la cadena, que es tiempo, causalidad, la cadena pasa a un segundo plano; el tiempo pierde su hegemonía y dichas preguntas, obviamente, también desembocan en el océano indiviso de la inteligencia creativa. Sería como preguntarse, hoy, qué tipo de humor hipocrático está detrás de tal o cual enfermedad, sería absurdo.
Muy bueno Eugenio, muy inteligente, lo unico que le falta es lo mas importante, Que Dios esta detras de todo el equilibrio, y detras de toda logica universal esta el karma divino. Yo creo que te falta tomar ayahuasca. contactame y te invito a Colombia. Roy Perez Escaf.
Muy acertado. Empleando el lenguaje común y sus respectivas formas, podemos decir que algunos, no sé si muchos o pocos, hemos llegado a esta constatación que se expone más o menos a la vez. Esa confluencia no condicionada (no basada en aprender una lección y reproducirla), obviamente, es vínculo. La inteligencia vincular, el continuo encuentro complementario entre el observador y lo observado (como me gusta recalcar), está abriéndose paso. El cese de la hegemonía del orden divisivo de la inteligencia cósmica.
Desde esa mirada abarcativa, no divisiva, las paradojas de los opuestos, como bien decís en vuestra web, ni se resuelven ni dejan de resolverse, sino que se disuelven dentro de otro espacio completamente diferente, que incluye al orden previo. Por ejemplo, la famosa paradoja cuántica del gato de Schrõdinger, que está vivo y muerto al mismo tiempo. Siempre se ha explicado esto mediante un complejo planteamiento mecanocuántico, pero más allá de la dificultad para seguir ese planteamiento lógico, hay otro hecho destacable en ello: no deja de ser una alegoría, que tiene a un gato por protagonista, de un fenómeno estrictamente propio del mundo de las partículas subatómicas. La separación entre el mundo microscópico, nuclear, y el mundo macroscópico es muy evidente en el despliegue práctico de la teoría cuántica. Tanto es así, que a los estudiantes universitarios de física o química siempre se les subraya que "la constante de Planck es tan y tan pequeña que el principio de indeterminación solo rige en el mundo subatómico, y que en nuestra realidad cotidiana esas nebulosas de los orbitales electrónicos y los entrelazamientos cuánticos no tienen lugar". He aquí una muestra más de la hegemonía de la inteligencia tecnológica o divisiva.
Sin embargo, la paradoja del gato dual se termina, se disuelve, de un plumazo si la mente se da cuenta de que ese gato que ve es solo un recorte de la totalidad indivisa. "¿Dónde ve usted un gato?", le diría la inteligencia vincular a la tecnológica, cómicamente hablando. Otro chiste: puedo quedarme mirando la pared pintada en gotelé y unir mentalmente algunos puntitos hasta visualizar un rostro humano; entonces diré que hay un rostro pintado en la pared. Es similar al fenómeno de la pareidolia. A partir de ahí, comprendiendo como opera la mente fragmentadora, pierde toda relevancia el gato como un todo en sí mismo. El gato se disuelve, se deslocaliza (como los electrones) y ya la paradoja no hace falta resolverla, ya no tiene ningún valor. Eso es la integración de los opuestos, la caída del sujeto (gato) y de sus atributos particulares (vivo/muerto).
Es una riqueza la "diferencia". La hemos experimentado por siglos simultáneamente como amenaza 💫
"He de interesarme profundamente por lo que es diferente a mí". Si miramos esta afirmación, sin movimiento alguno, es decir, sin darle relevancia a la cadena lógica de pensamientos que esa afirmación desencadena, es entonces cuando algo diferente ocurre. Parece extraño: es como una persona que va a clases de pintura y, a partir de las lecciones que da el profesor, fijándose con curiosidad en ello, aprende entonación y oratoria, más que dibujo. Es decir, algo inesperado sucede cuando la inercia del pensamiento y su acción reactiva, causal, pasa a un segundo plano.
Volvamos a la frase inicial. Me detengo en ella, y eso permite ver el mecanismo que esta desencadena: "he de preocuparme por el otro, debo escuchar sus opiniones y abrirme a ellas, sin juzgarlas, debo empatizar". No puedo observar al otro si esa cadena es tomada en serio.
Todo empieza en el botón del lenguaje, el cual es intrínsecamente fragmentador, objetivizador. "Yo" y el "otro" no son más que objetos del pensamientos, conceptos, herramientas casuales. Sin embargo, todo cuanto conforma el tejido de la sociedad se basa poderosamente en dicha conceptualización.
Lo "diferente a mí" no es "él", "ella" o "ello", pues todo son objetos, sino otra dimensión de la mente, otra función, algo a lo que no se puede llegar siguiendo la cadena de inercia del pensamiento. Por eso la política y cualquier actividas organizada, basada en individuos, colectivizados o no fracasa en su empeño por equilibrar el mundo. Sin embargo, dicha función, la inteligencia, contiene al intelecto, es decir, "trabaja con la cadena", pero es totalmente independiente de ella, no es una parte de la cadena.
¿Es probable que, al cesar la cadena lógica, la red de relaciones formales que ahogan el mundo se desintegre? ¿Ello implicaría desconexión, en dicho nivel formal? Sí, por supuesto, es un hecho inevitable que si la mente se da cuenta de la cadena, toda esa red de conexiones creadas pase a un segundo plano. Por tanto, esa desintegración, siendo más concretos, sería como la desembocadura de toda esa inmensa fragmentación en el océano ilimitado que la inteligencia creativa supone. Ilimitado significa sin fronteras, sin formas permanentes, por tanto, ello es vínculo.
¿Cuando sucederá todo eso? ¿Ya está sucediendo? ¿Y a cuánta gente le pasará? Siempre está sucediendo, es atemporal. El tiempo implica espacio, ya se sabe: "me pasó a mí ayer; les pasó a un grupo de gente, a 2000 km de aquí, hace mil años". Cuando la mente percibe la cadena, que es tiempo, causalidad, la cadena pasa a un segundo plano; el tiempo pierde su hegemonía y dichas preguntas, obviamente, también desembocan en el océano indiviso de la inteligencia creativa. Sería como preguntarse, hoy, qué tipo de humor hipocrático está detrás de tal o cual enfermedad, sería absurdo.
Gracias Eugenio! !! Le agradezco a la vida encontrar un maestro! !!
alto video, mucho rock, hermoso artistico, me hizo vibrar entero
Gracias Eugenio!Hermosa cada palabra e increíble el video!
brillante!!!
Una información espectacular gracias infinitas, gracias por ser didáctico.
Muy bueno, felicitaciones
muy bueno
Muy bueno Eugenio, muy inteligente, lo unico que le falta es lo mas importante, Que Dios esta detras de todo el equilibrio, y detras de toda logica universal esta el karma divino. Yo creo que te falta tomar ayahuasca. contactame y te invito a Colombia. Roy Perez Escaf.