ZARZUELA EN CUBA

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  • Опубліковано 27 тра 2024
  • Fue definitivamente a partir de 1895 que surgió el Género Chico en Cuba, en el que se destacan una gran particularidad del carácter cubano, que también tenía que reflejarse en el teatro el choteo, o sea, ridiculizar situaciones o personajes. Muchas de esas pequeñas zarzuelas eran parodias de otras famosas, así como: La Duquesa de Haití, parodia de La Gran Duquesa de Offenbach.Con la apertura del Teatro Alhambra, el género toma una nueva forma. Se incrementa la sátira política de temas nacionales e internacionales y también la intensión picaresca, salpicada algunas veces de tacos, pero con una música muy cubana.
    La última temporada del Alhambra fue en 1934.Ya en el presente siglo, en 1927, un grupo de compositores cubanos, entre ellos Eliseo Grenet y Ernesto Lecuona, iniciaron una temporada lírica que mantuvo su esplendor por más de una década. Con una necesidad urgente de realización auténticamente cubana, estos compositores continuaron orientando sus sensibilidades artísticas creativas hacia la identificación de los temas de sus obras con los ambientes, personajes y la música popular cubana. Fue un momento en el que coincidieron varios intereses cuya unión dio como resultado la consolidación de la creación de zarzuelas en Cuba. Por una parte estaban los compositores, quienes junto a una nueva profusión de libretistas e intérpretes del teatro lírico se unen con el propósito de revalorizar el teatro vernáculo cubano y por otra, la creación de conjuntos y compañías sólidamente formados que aseguraron la permanencia del público en las salas y fabulosos ingresos a los empresarios. La zarzuela cubana durante estos años dejó de ser un hecho aislado y local y fue reconocida mundialmente como uno de los géneros musicales y teatrales cubanos más representativos.
    Se crearon nuevas compañías líricas que se presentaron con gran éxito en España, Méjico, Venezuela, Puerto Rico y Argentina. Fueron aclamados muchos de sus intérpretes, pero hay dos nombres que brillaron por encima de todos: Esther Borja y Rita Montaner la única. Esa etapa gloriosa comenzó el 29 de septiembre de 1927 con la zarzuela Niña Rita o la Habana que vuelve, así surgió la zarzuela grande, una obra con argumento, casi siempre romántico, y situado en los días de la colonia, que conserva los personajes del teatro vernáculo como el del gallego y el negrito, y creó otros como el del calesero, el negro esclavo, el galán, la damisela y sobre todo el de la mulata de gran belleza, cortejada por todos, flor de arrabal, con un signo fatalista en el amor.
    La música que Lecuona impuso en el teatro lírico es representativa, a veces más importante que el libreto. Después de Niña Rita, vienen La liga de las señoras, El Cafetal, etc., hasta llegar al año 1930 en que produjo su obra maestra, María la O, con libreto de G. Sánchez Galarraga. Después le siguieron otras como Rosa la china y Lola Cruz. El aporte más importante de Lecuona al género lírico es la fórmula definitiva de la romanza cubana, que según él la concibió, consta de dos partes: la primera por lo regular hace las veces de introducción, con un cierto sentido de gran recitativo, la segunda es la romanza propiamente dicha sobre un ritmo marcado y constante, cuyo ejemplo más significativo es la de Maria la 0.Con relación a la importancia de la creación en esta etapa Ernesto Lecuona señaló: "el teatro cubano actual es de gran vuelo y auténtica envergadura (...) Se ha ido a la entraña popular, se ha vuelto la vista a un pasado rico en sustancia poética; se ha dotado a Cuba en verdad de aire cubano".De la creación de esos años han quedado tres obras como antológicas: Maria la O, con libreto de Gustavo Sánchez Galarraga y música de Ernesto Lecuona, estrenada el 1 de marzo de 1930 en el Teatro Payret de La Habana.
    Cecilia Valdés de Gonzalo Roig y libreto de Agustín Rodrígues y José Sánchez Arcilla, estrenada en 1932, y Amalia Batista de Rodrigo Prats y Agustín Rodríguez, puesta por primera vez en el Teatro Martí el 21 de agosto de 1936. Todas ellas están relacionadas con el legendario personaje cubano denominado la mulata de rumbo. El panorama creativo de las décadas posteriores a 1950 y hasta la época actual es bien pobre. Algunos compositores actuales, siguiendo la misma línea de creación de los ya desaparecidos maestros Lecuona, Roig y Prats, elaboran sus obras a partir de los cuadros de costumbres y estampas criollas heredadas de la época colonial. Marcos Valcárcel es el más destacado con: El amor nació en la Plaza o Gloria la de Atarés, estrenada en el Teatro Martí en 1965 y El coche de Malanga premiada en un concurso en 1984. Otro autor importante es Norman Milanés con su obra El triunfo de la rebelión. Tan solo efímeros destellos han logrado por momentos evadir la deteriorada imagen que actualmente ofrece la escena lírica

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