1. A una rosa Ayer naciste, y morirás mañana. Para tan breve ser, ¿quién te dio vida? ¿Para vivir tan poco estás lucida? Y, ¿para no ser nada estás lozana? Si te engañó tu hermosura vana, bien presto la verás desvanecida, porque en tu hermosura está escondida la ocasión de morir muerte temprana. Cuando te corte la robusta mano, ley de la agricultura permitida, grosero aliento acabará tu suerte. No salgas, que te aguarda algún tirano; dilata tu nacer para tu vida, que anticipas tu ser para tu muerte. 2. La más bella niña La más bella niña De nuestro lugar, Hoy viuda y sola Y ayer por casar, Viendo que sus ojos A la guerra van, A su madre dice, Que escucha su mal: Dejadme llorar Orillas del mar. Pues me disteis, madre, En tan tierna edad Tan corto el placer, Tan largo el penar, Y me cautivasteis De quien hoy se va Y lleva las llaves De mi libertad, Dejadme llorar Orillas del mar. En llorar conviertan Mis ojos, de hoy más, El sabroso oficio Del dulce mirar, Pues que no se pueden Mejor ocupar, Yéndose a la guerra Quien era mi paz, Dejadme llorar Orillas del mar. No me pongáis freno Ni queráis culpar, Que lo uno es justo, Lo otro por demás. Si me queréis bien, No me hagáis mal; Harto peor fue Morir y callar, Dejadme llorar Orillas del mar. Dulce madre mía, ¿Quién no llorará, Aunque tenga el pecho Como un pedernal, Y no dará voces Viendo marchitar Los más verdes años De mi mocedad? Dejadme llorar Orillas del mar. Váyanse las noches, Pues ido se han Los ojos que hacían Los míos velar; Váyanse, y no vean Tanta soledad, Después que en mi lecho Sobra la mitad. Dejadme llorar Orillas del mar. 3. Hermana Marica Hermana Marica, Mañana, que es fiesta, No irás tú a la amiga Ni yo iré a la escuela. Pondraste el corpiño Y la saya buena, Cabezón labrado, Toca y albanega; Y a mí me pondrán Mi camisa nueva, Sayo de palmilla, Media de estameña; Y si hace bueno Traeré la montera Que me dio la Pascua Mi señora abuela, Y el estandal rojo Con lo que le cuelga, Que trajo el vecino Cuando fue a la feria. Iremos a misa, Veremos la iglesia, Darános un cuarto Mi tía la ollera. Compraremos dél (Que nadie lo sepa) Chochos y garbanzos Para la merienda; Y en la tardecica, En nuestra plazuela, Jugaré yo al toro Y tú a las muñecas Con las dos hermanas, Juana y Madalena, Y las dos primillas, Marica y la tuerta; Y si quiere madre Dar las castañetas, Podrás tanto dello Bailar en la puerta; Y al son del adufe Cantará Andrehuela: No me aprovecharon, madre, las hierbas. Y yo de papel Haré una librea Teñida con moras Porque bien parezca, Y una caperuza Con muchas almenas; Pondré por penacho Las dos plumas negras Del rabo del gallo, Que acullá en la huerta Anaranjeamos Las Carnestolendas; Y en la caña larga Pondré una bandera Con dos borlas blancas En sus tranzaderas; Y en mi caballito Pondré una cabeza De guadamecí, Dos hilos por riendas; Y entraré en la calle Haciendo corvetas, Yo y otros del barrio, Que son más de treinta; Jugaremos cañas Junto a la plazuela, Porque Barbolilla Salga acá y nos vea; Bárbola, la hija De la panadera, La que suele darme Tortas con manteca, Porque algunas veces Hacemos yo y ella Las bellaquerías Detrás de la puerta.
4. Aprended, flores, en mí Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aún no soy.
La Aurora ayer me dio cuna, la noche ataúd me dio; sin luz muriera, si no me la prestara la luna; pues de vosotras ninguna deja de acabar así, aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aún no soy.
Consuelo dulce el clavel es a la breve edad mía, pues quien me concedió un día, dos apenas le dio a él; efímeras del vergel, yo cárdena, él carmesí, aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aún no soy. Flor es el jazmín, si bella, no de las más vividoras, pues dura pocas más horas que rayos tiene de estrella; si el ámbar florece, es ella la flor que él retiene en sí. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aún no soy.
El alhelí, aunque grosero en fragancia y en color más días ve que otra flor, pues ve los de un mayo entero, morir maravilla quiero, y no vivir alhelí. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aún no soy.
A ninguna flor mayores términos concede el sol que al sublime girasol, Matusalén de las flores; ojos son aduladores cuantas en él hojas vi. Aprended, Flores, en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui, y hoy sombra mía aún no soy. 5. Amarrado al duro banco Amarrado al duro banco De una galera turquesca, Ambas manos en el remo Y ambos ojos en la tierra, Un forzado de Dragut En la playa de Marbella Se quejaba al ronco son Del remo y de la cadena: «¡Oh sagrado mar de España, Famosa playa serena, Teatro donde se han hecho Cien mil navales tragedias!, »Pues eres tú el mismo mar Que con tus crecientes besas Las murallas de mi patria, Coronadas y soberbias, »Tráeme nuevas de mi esposa, Y dime si han sido ciertas Las lágrimas y suspiros Que me dice por sus letras; »Porque si es verdad que llora Mi cautiverio en tu arena, Bien puedes al mar del Sur Vencer en lucientes perlas. »Dame ya, sagrado mar, A mis demandas respuesta, Que bien puedes, si es verdad Que las aguas tienen lengua, »Pero, pues no me respondes, Sin duda alguna que es muerta, Aunque no lo debe ser, Pues que vivo yo en su ausencia. »¡Pues he vivido diez años Sin libertad y sin ella, Siempre al remo condenado A nadie matarán penas!» En esto se descubrieron De la Religión seis velas, Y el cómitre mandó usar Al forzado de su fuerza. 6. Cuando flautas, pitos Da bienes Fortuna que no están escritos: cuando pitos flautas, cuando flautas pitos. ¡Cuán diversas sendas Se suelen seguir En el repartir Honras y haciendas! A unos da encomiendas, A otros sambenitos. Cuando pitos flautas, cuando flautas pitos. A veces despoja De choza y apero Al mayor cabrero, Y a quien se le antoja; La cabra más coja Pare dos cabritos. Cuando pitos flautas, cuando flautas pitos. Porque en una aldea Un pobre mancebo Hurtó sólo un huevo, Al sol bambolea, Y otro se pasea Con cien mil delitos. Cuando pitos flautas, cuando flautas pitos.
7. En un pastoral albergue En un pastoral albergue Que la guerra entre unos robles Lo dejó por escondido O lo perdonó por pobre, Do la paz viste pellico Y conduce entre pastores Ovejas del monte al llano Y cabras del llano al monte, Mal herido y bien curado, Se alberga un dichoso joven, Que sin clavarle Amor flecha Lo coronó de favores. Las venas con poca sangre, Los ojos con mucha noche, Lo halló en el campo aquella Vida y muerte de los hombres. Del palafrén se derriba, No porque al moro conoce, Sino por ver que la yerba Tanta sangre paga en flores. Límpiale el rostro, y la mano Siente al Amor que se esconde Tras las rosas, que la muerte Va violando sus colores. Escondióse tras las rosas, Porque labren sus arpones El diamante del Catay Con aquella sangre noble. Ya le regala los ojos, Ya le entra, sin ver por dónde, Una piedad mal nacida Entre dulces escorpiones. Ya es herido el pedernal, Ya despide el primer golpe Centellas de agua, ¡oh piedad, Hija de padres traidores! Yerbas le aplica a sus llagas, Que si no sanan entonces, En virtud de tales manos Lisonjean los dolores. Amor le ofrece su venda, Mas ella sus velos rompe Para ligar sus heridas; Los rayos del sol perdonen. Los últimos nudos daba Cuando el cielo la socorre De un villano en una yegua Que iba penetrando el bosque. Enfrénanlo de la bella Las tristes piadosas voces, Que los firmes troncos mueven Y las sordas piedras oyen; Y la que mejor se halla En las selvas que en la corte, Simple bondad, al pío ruego Cortésmente corresponde. Humilde se apea el villano, Y sobre la yegua pone Un cuerpo con poca sangre, Pero con dos corazones. A su cabaña los guía; Que el sol deja su horizonte Y el humo de su cabaña Les va sirviendo de norte. Llegaron temprano a ella, Do una labradora acoge Un mal vivo con dos almas, Y una ciega con dos soles. Blando heno en vez de pluma Para lecho les compone, Que será tálamo luego Do el garzón sus dichas logre. Las manos, pues, cuyos dedos Desta vida fueron dioses, Restituyen a Medoro Salud nueva, fuerzas dobles, Y le entregan, cuando menos, Su beldad y un reino en dote, Segunda envidia de Marte, Primera dicha de Adonis. Corona un lascivo enjambre De cupidillos menores La choza, bien como abejas Hueco tronco de alcornoque. ¡Qué de nudos le está dando A un áspid la envidia torpe, Contando de las palomas Los arrullos gemidores! ¡Qué bien la destierra Amor, Haciendo la cuerda azote, Porque el caso no se infame Y el lugar no se inficione! Todo es gala el africano, Su vestido espira olores, El lunado arco suspende Y el corvo alfanje depone. Tórtolas enamoradas Son sus roncos atambores. Y los volantes de Venus Sus bien seguidos pendones. Desnuda el pecho anda ella, Vuela el cabello sin orden; Si lo abrocha, es con claveles, Con jazmines si lo coge. El pie calza en lazos de oro, Porque la nieve se goce, Y no se vaya por pies La hermosura del orbe. Todo sirve a los amantes, Plumas les baten veloces, Airecillos lisonjeros, Si no son murmuradores. Los campos les dan alfombras, Los árboles pabellones, La apacible fuente sueño, Música los ruiseñores. Los troncos les dan cortezas, En que se guarden sus nombres Mejor que en tablas de mármol O que en láminas de bronce. No hay verde fresno sin letra, Ni blanco chopo sin mote; Si un valle Angélica suena, Otro Angélica responde. Cuevas do el silencio apenas Deja que sombras las moren, Profanan con sus abrazos A pesar de sus horrores. Choza, pues, tálamo y lecho, Cortesanos labradores, Aires, campos, fuentes, vegas, Cuevas, troncos, aves, flores, Fresnos, chopos, montes, valles, Contestes destos amores, El cielo os, guarde, si puede, De las locuras del Conde.
Excelente recital de Don Luis de Góngora y Argote... gracias Tocayo!!
¡Gracias Tomás Galindo por llevarme con tu voz a las mansiones de la poesía!
1. A una rosa
Ayer naciste, y morirás mañana.
Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
¿Para vivir tan poco estás lucida?
Y, ¿para no ser nada estás lozana?
Si te engañó tu hermosura vana,
bien presto la verás desvanecida,
porque en tu hermosura está escondida
la ocasión de morir muerte temprana.
Cuando te corte la robusta mano,
ley de la agricultura permitida,
grosero aliento acabará tu suerte.
No salgas, que te aguarda algún tirano;
dilata tu nacer para tu vida,
que anticipas tu ser para tu muerte.
2. La más bella niña
La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me disteis, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el penar,
Y me cautivasteis
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fue
Morir y callar,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.
Dejadme llorar
Orillas del mar.
3. Hermana Marica
Hermana Marica,
Mañana, que es fiesta,
No irás tú a la amiga
Ni yo iré a la escuela.
Pondraste el corpiño
Y la saya buena,
Cabezón labrado,
Toca y albanega;
Y a mí me pondrán
Mi camisa nueva,
Sayo de palmilla,
Media de estameña;
Y si hace bueno
Traeré la montera
Que me dio la Pascua
Mi señora abuela,
Y el estandal rojo
Con lo que le cuelga,
Que trajo el vecino
Cuando fue a la feria.
Iremos a misa,
Veremos la iglesia,
Darános un cuarto
Mi tía la ollera.
Compraremos dél
(Que nadie lo sepa)
Chochos y garbanzos
Para la merienda;
Y en la tardecica,
En nuestra plazuela,
Jugaré yo al toro
Y tú a las muñecas
Con las dos hermanas,
Juana y Madalena,
Y las dos primillas,
Marica y la tuerta;
Y si quiere madre
Dar las castañetas,
Podrás tanto dello
Bailar en la puerta;
Y al son del adufe
Cantará Andrehuela:
No me aprovecharon,
madre, las hierbas.
Y yo de papel
Haré una librea
Teñida con moras
Porque bien parezca,
Y una caperuza
Con muchas almenas;
Pondré por penacho
Las dos plumas negras
Del rabo del gallo,
Que acullá en la huerta
Anaranjeamos
Las Carnestolendas;
Y en la caña larga
Pondré una bandera
Con dos borlas blancas
En sus tranzaderas;
Y en mi caballito
Pondré una cabeza
De guadamecí,
Dos hilos por riendas;
Y entraré en la calle
Haciendo corvetas,
Yo y otros del barrio,
Que son más de treinta;
Jugaremos cañas
Junto a la plazuela,
Porque Barbolilla
Salga acá y nos vea;
Bárbola, la hija
De la panadera,
La que suele darme
Tortas con manteca,
Porque algunas veces
Hacemos yo y ella
Las bellaquerías
Detrás de la puerta.
4. Aprended, flores, en mí
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aún no soy.
La Aurora ayer me dio cuna,
la noche ataúd me dio;
sin luz muriera, si no
me la prestara la luna;
pues de vosotras ninguna
deja de acabar así,
aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aún no soy.
Consuelo dulce el clavel
es a la breve edad mía,
pues quien me concedió un día,
dos apenas le dio a él;
efímeras del vergel,
yo cárdena, él carmesí,
aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aún no soy.
Flor es el jazmín, si bella,
no de las más vividoras,
pues dura pocas más horas
que rayos tiene de estrella;
si el ámbar florece, es ella
la flor que él retiene en sí.
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aún no soy.
El alhelí, aunque grosero
en fragancia y en color
más días ve que otra flor,
pues ve los de un mayo entero,
morir maravilla quiero,
y no vivir alhelí.
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aún no soy.
A ninguna flor mayores
términos concede el sol
que al sublime girasol,
Matusalén de las flores;
ojos son aduladores
cuantas en él hojas vi.
Aprended, Flores, en mí
lo que va de ayer a hoy,
que ayer maravilla fui,
y hoy sombra mía aún no soy.
5. Amarrado al duro banco
Amarrado al duro banco
De una galera turquesca,
Ambas manos en el remo
Y ambos ojos en la tierra,
Un forzado de Dragut
En la playa de Marbella
Se quejaba al ronco son
Del remo y de la cadena:
«¡Oh sagrado mar de España,
Famosa playa serena,
Teatro donde se han hecho
Cien mil navales tragedias!,
»Pues eres tú el mismo mar
Que con tus crecientes besas
Las murallas de mi patria,
Coronadas y soberbias,
»Tráeme nuevas de mi esposa,
Y dime si han sido ciertas
Las lágrimas y suspiros
Que me dice por sus letras;
»Porque si es verdad que llora
Mi cautiverio en tu arena,
Bien puedes al mar del Sur
Vencer en lucientes perlas.
»Dame ya, sagrado mar,
A mis demandas respuesta,
Que bien puedes, si es verdad
Que las aguas tienen lengua,
»Pero, pues no me respondes,
Sin duda alguna que es muerta,
Aunque no lo debe ser,
Pues que vivo yo en su ausencia.
»¡Pues he vivido diez años
Sin libertad y sin ella,
Siempre al remo condenado
A nadie matarán penas!»
En esto se descubrieron
De la Religión seis velas,
Y el cómitre mandó usar
Al forzado de su fuerza.
6. Cuando flautas, pitos
Da bienes Fortuna
que no están escritos:
cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.
¡Cuán diversas sendas
Se suelen seguir
En el repartir
Honras y haciendas!
A unos da encomiendas,
A otros sambenitos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.
A veces despoja
De choza y apero
Al mayor cabrero,
Y a quien se le antoja;
La cabra más coja
Pare dos cabritos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.
Porque en una aldea
Un pobre mancebo
Hurtó sólo un huevo,
Al sol bambolea,
Y otro se pasea
Con cien mil delitos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.
7. En un pastoral albergue
En un pastoral albergue
Que la guerra entre unos robles
Lo dejó por escondido
O lo perdonó por pobre,
Do la paz viste pellico
Y conduce entre pastores
Ovejas del monte al llano
Y cabras del llano al monte,
Mal herido y bien curado,
Se alberga un dichoso joven,
Que sin clavarle Amor flecha
Lo coronó de favores.
Las venas con poca sangre,
Los ojos con mucha noche,
Lo halló en el campo aquella
Vida y muerte de los hombres.
Del palafrén se derriba,
No porque al moro conoce,
Sino por ver que la yerba
Tanta sangre paga en flores.
Límpiale el rostro, y la mano
Siente al Amor que se esconde
Tras las rosas, que la muerte
Va violando sus colores.
Escondióse tras las rosas,
Porque labren sus arpones
El diamante del Catay
Con aquella sangre noble.
Ya le regala los ojos,
Ya le entra, sin ver por dónde,
Una piedad mal nacida
Entre dulces escorpiones.
Ya es herido el pedernal,
Ya despide el primer golpe
Centellas de agua, ¡oh piedad,
Hija de padres traidores!
Yerbas le aplica a sus llagas,
Que si no sanan entonces,
En virtud de tales manos
Lisonjean los dolores.
Amor le ofrece su venda,
Mas ella sus velos rompe
Para ligar sus heridas;
Los rayos del sol perdonen.
Los últimos nudos daba
Cuando el cielo la socorre
De un villano en una yegua
Que iba penetrando el bosque.
Enfrénanlo de la bella
Las tristes piadosas voces,
Que los firmes troncos mueven
Y las sordas piedras oyen;
Y la que mejor se halla
En las selvas que en la corte,
Simple bondad, al pío ruego
Cortésmente corresponde.
Humilde se apea el villano,
Y sobre la yegua pone
Un cuerpo con poca sangre,
Pero con dos corazones.
A su cabaña los guía;
Que el sol deja su horizonte
Y el humo de su cabaña
Les va sirviendo de norte.
Llegaron temprano a ella,
Do una labradora acoge
Un mal vivo con dos almas,
Y una ciega con dos soles.
Blando heno en vez de pluma
Para lecho les compone,
Que será tálamo luego
Do el garzón sus dichas logre.
Las manos, pues, cuyos dedos
Desta vida fueron dioses,
Restituyen a Medoro
Salud nueva, fuerzas dobles,
Y le entregan, cuando menos,
Su beldad y un reino en dote,
Segunda envidia de Marte,
Primera dicha de Adonis.
Corona un lascivo enjambre
De cupidillos menores
La choza, bien como abejas
Hueco tronco de alcornoque.
¡Qué de nudos le está dando
A un áspid la envidia torpe,
Contando de las palomas
Los arrullos gemidores!
¡Qué bien la destierra Amor,
Haciendo la cuerda azote,
Porque el caso no se infame
Y el lugar no se inficione!
Todo es gala el africano,
Su vestido espira olores,
El lunado arco suspende
Y el corvo alfanje depone.
Tórtolas enamoradas
Son sus roncos atambores.
Y los volantes de Venus
Sus bien seguidos pendones.
Desnuda el pecho anda ella,
Vuela el cabello sin orden;
Si lo abrocha, es con claveles,
Con jazmines si lo coge.
El pie calza en lazos de oro,
Porque la nieve se goce,
Y no se vaya por pies
La hermosura del orbe.
Todo sirve a los amantes,
Plumas les baten veloces,
Airecillos lisonjeros,
Si no son murmuradores.
Los campos les dan alfombras,
Los árboles pabellones,
La apacible fuente sueño,
Música los ruiseñores.
Los troncos les dan cortezas,
En que se guarden sus nombres
Mejor que en tablas de mármol
O que en láminas de bronce.
No hay verde fresno sin letra,
Ni blanco chopo sin mote;
Si un valle Angélica suena,
Otro Angélica responde.
Cuevas do el silencio apenas
Deja que sombras las moren,
Profanan con sus abrazos
A pesar de sus horrores.
Choza, pues, tálamo y lecho,
Cortesanos labradores,
Aires, campos, fuentes, vegas,
Cuevas, troncos, aves, flores,
Fresnos, chopos, montes, valles,
Contestes destos amores,
El cielo os, guarde, si puede,
De las locuras del Conde.
No deje de declamar ni de escribir, Don Tomás. Gracias.
Qué grande era Argote y 1:49 1:50 1:51
Qué dominio de lengua barroco 4:06 4:06 4:10