Encarnita Ortega habla sobre el Fundador del Opus Dei 1/3

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  • Опубліковано 5 жов 2024
  • Encarnita Ortega fue una numeraria, de las primeras del Opus Dei, que conoció a San Josemaría en Valencia, durante unos ejercicios espirituales en marzo de 1941. Nunca diría que fue cobarde, aunque al contar recuerdos de su vida, varias veces, ella misma dice que sintió miedo. La primera vez, cuando el fundador del Opus Dei le explicó el proyecto que llevaba entre manos y le preguntó si ella querría colaborar. Más que colaborar, le preguntaba si veía que Dios pudiera pedirle una dedicación así, total, de por vida. Encarnita explica que en ese momento sintió miedo. Es el miedo que produce reconocer que Dios te está insinuando algo. El mismo que se siente ante cualquier vocación del tipo que sea. Y para responder a una petición de Dios como aquélla efectivamente hacía falta una fe muy grande, porque del Opus Dei no había nada de nada.
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    Un año después, en1942, cuando Josemaría Escrivá les expuso las iniciativas del Opus Dei que creía que las mujeres del Opus Dei podrían poner en marcha, Encarnita volvió a sentir miedo, aunque naturalmente no era un sentimiento de cobardía, ni un bloqueo. Era simplemente vértigo, al ver todo lo que Dios podría hacer a través de unas personas sin medios, sin ningún poder, si eran leales y ponían su esfuerzo y colaboración. La generosidad y la perspectiva sobrenatural de Encarnita siempre me han provocado mucho respeto, también su valentía, por más que ella lo llamara miedo; por eso no me extrañó nada la primera vez que leí sobre su fama de santidad. Hace unos meses la Iglesia abrió en Valladolid su causa de canonización.
    Recordaba Encarnita las enseñanzas del fundador en Valencia a las primeras mujeres que se acercaron al Opus Dei en 1941: aunque les hablaba constantemente de entrega y de apostolado, salpicaba la conversación con deta­lles de buen humor dejando constancia clara del espíritu de alegría que hay en la Obra. No ocultaba las dificultades, pero las planteaba con tanto sentido sobrenatural y garbo humano, que no asustaban. Cuando en 1955 se cumplía el 25 aniversario del comienzo de lo que Dios hizo ver al fundador: que el Opus Dei debía extenderse a las mujeres, san Josemaría les dirigió unas palabras de agradecimiento al Señor, y volvió a requerir de ellas el mismo sentido sobrenatural y el garbo humano para seguir extendiendo la Obra.
    Encarnita tenía la responsabilidad de ser motor e ir por delante. Confiaba en las personas, sabía comprender, disculpar y exigir: "Jamás le oí un comentario negativo de nadie".
    Las que convivieron con ella cuentan muchos detalles de su forma de combinar la vida de fe con las realidades humanas. Catherine Bardinet, la primera francesa del Opus Dei, trabajó varios años con Encarnita en Roma y recuerda algunos rasgos de su personalidad:
    "Por las circunstancias de su juventud, la guerra, la cárcel, etc., no pudo estudiar como hubiese deseado, pero tenía una buena formación cultural y una mentalidad muy abierta que le hacía interesarse por todo. Escribía con soltura. Era muy inteligente y perspicaz. No se daba ninguna importancia y tenía el gran don de escuchar con atención.
    También tenía gran facilidad de palabra, pero sin pretensiones oratorias. Comunicaba lo que llevaba dentro y hablaba de lo que ella vivía estimulando a los oyentes, de manera positiva, a ponerlo en práctica (...).
    Su aspecto físico era agradable. Sin ser una belleza, tenía unos ojos claros muy bonitos, un pelo fuerte y largo que llevaba recogido en un moño durante su época romana. Era muy delgada (...).
    Vestía con sencillez. Siempre iba bien arreglada, pero tenía pocas cosas. En una época de estrechez económica, vivíamos todas con lo indispensable. Por entonces no existían tantos productos de belleza como ahora y usábamos lo mínimo necesario (...).
    Atendía muy bien a la gente. Su firmeza, su ecuanimidad, sin sombra de suficiencia ni de arrogancia, inspiraban mucha confianza. Escuchaba, comprendía, animaba..., y también sabía desdramatizar los asuntos y reírse. Cuando por cualquier razón alguien sufría o tenía un problema, era sumamente atenta y cariñosa".
    En los años cincuenta Encarnita era joven y gozaba de buena salud; se notaba en su agilidad y en la capacidad de trabajo. Pero le habían quedado secuelas del tiempo de la guerra y de la cárcel. Por ejemplo, sufría intensos dolores de cabeza, que ningún médico logró curar. Una vez le hicieron una punción lumbar. Los médicos esperaban que con ese tratamiento le desaparecerían las fuertes molestias. Los pinchazos fueron muy dolorosos, y resistió sin una queja.
    En cuanto terminó la prueba, acudió san Josemaría y preguntó cómo estaba. Después de seguir atentamente la explicación, comentó: "¡Esta hija mía! No sabéis lo santa que es: nunca sabréis lo santa que es Encarnita...".
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КОМЕНТАРІ • 4

  • @rosariogarciasuarez1143
    @rosariogarciasuarez1143 2 роки тому

    Me gustan mucho sus libros

  • @elenalopez1297
    @elenalopez1297 2 роки тому +2

    La conocí en persona y hacía la vida muy fácil a los que tenía al lado. Era una mujer muy cerca de Dios.

  • @norbertodelcp
    @norbertodelcp Місяць тому

    🙏🏻🙏🏻🙏🏻👏👏👏