Recuerdo que era invierno, en una de esas tardes sombrías en las que a eso de las seis de la tarde ya era como de noche… El chófer del abuelo Juan, con su viejo Buick, y como todas las tardes de todos los días, me esperaba a la salida del colegio. Impertérrito, serio, sin cambiar un solo gesto, formaba ya parte de esa rutina diaria que aunque ahora me pueda resultar excepcional al recordarla, la verdad es que en ese momento no tenía conciencia de lo especial por no tener eso…, conciencia … Ahora comprendo y se que eran tiempos difíciles para muchas personas. Difíciles, pero pasados, y por lo tanto, parte de nuestra nostalgia… Estaba deseando llegar a casa para contar a mi madre lo mejor que me había ocurrido en ese día. Siempre la madre … Todo empezó a media mañana, cuando la Madre Concepción entró de pronto en clase, e interrumpiéndola, nos dio la noticia. Nos comunicaba que se iba a proceder a seleccionar a chicos para formar la Escolania del Colegio. Eso que los modernos ahora dicen en llamar “casting”… La verdad es que nunca había tenido certeza de saber si tenía o no buena voz…, aunque la sola idea de que los ensayos tendrían lugar durante algunas de las horas de clase, eso ya era suficiente motivo como para querer entrar a formar parte de la misma. Esa misma mañana, los que nos veíamos con condiciones o simplemente deseábamos ser parte del coro de esa futura Escolanía, dimos el paso hacia delante, a expensas de que posteriormente, en las pruebas, nos dieran el definitivo ok. Fue la Madre Concepción la que me dijo que a pesar de mi edad, los graves se habían juntado en mi voz para poder tener esa oportunidad que tanto deseaba. Luego me enteré de que eran muchos los agudos, y pocos los graves… . Teniendo más posibilidades, fue así como me convertí en parte de la Escolanía Nazareth de Siervas del Evangelio. Todo un honor, y toda una mueca en ese orgullo frente a los Carlos Mazo, o Javier… Ellos tenían siempre los parabienes de sobresalientes y matrículas, …,pero ellos no formaban parte del Coro… Un guiño y todo un salto por encima de sus cabezas… Mi sonrisa frente a ellos delataba mi triunfo… Lo que en un principio solo era una excusa para ahorrarme algunas clases, con el paso del tiempo, constituía lo que siempre me ha acompañado, mi profundo amor por la música... Fueron tardes de duros ensayos. No siempre alcanzaba a progresar al mismo tiempo que mis deseos, pero el fruto merecía la pena… Aun recuerdo aquellos conciertos en el mismo colegio, o en otros como Salesianos, Escolapios, San Agustín… Eran como pruebas de que lo que estábamos haciendo gustaría… Y llegó el gran día… Era Navidad, y recuerdo que a todos nos temblaban las piernas y nos sudaban las manos… Fue en el Teatro. Era el concierto de Navidad que todos los años se celebraba por esas fechas… Trato de cerrar los ojos y recordar como todos los niños, aun con el telón cerrado, formábamos en la platea. Todos de azulón, con esa especie de faldita de tablas que los mal pensados nos asemejaban a prenda más propia de niñas…, con nuestro cuello blanco de plástico duro… Ese que casi nos ahogaba…, pero que en el fondo lo que de verdad nos quitaba el resuello eran los nervios…, los nervios de ese estreno esperado… Cuando se abrió el telón, aun recuerdo que no veía nada ni a nadie…. Solo unos potentes focos de colores deslumbrantes que nacían de la parte superior del teatro eran nuestra imagen de lo que imaginábamos habría detrás… Cuando nuestras voces comenzaron a desgranar aquel Ave María, el silencio era como sepulcral, emocionante, limpio, eterno… Solo pude ver la grandeza de la respuesta de toda aquella gente, cuando al finalizar, se apagaron los focos, y pude ver a toda aquella gente levantada de sus butacas, y allí, en el principio de un lateral a mi madre, emocionada y con sus ojos grises muy brillantes por alguna lagrima que dejaba caer… Ahora, cuando vuelvo a escuchar esas voces, esa música, me transporto a ese pasado tan fiel, tan autentico, tan de verdad, y soy yo el que deja escapar una lagrima interior de recuerdo por aquellos, mis padres. Esos que aunque se fueron, siempre estarán.
Recuerdo que era invierno, en una de esas tardes sombrías en las que a eso de las seis de la tarde ya era como de noche…
El chófer del abuelo Juan, con su viejo Buick, y como todas las tardes de todos los días, me esperaba a la salida del colegio.
Impertérrito, serio, sin cambiar un solo gesto, formaba ya parte de esa rutina diaria que aunque ahora me pueda resultar excepcional al recordarla, la verdad es que en ese momento no tenía conciencia de lo especial por no tener eso…, conciencia …
Ahora comprendo y se que eran tiempos difíciles para muchas personas. Difíciles, pero pasados, y por lo tanto, parte de nuestra nostalgia…
Estaba deseando llegar a casa para contar a mi madre lo mejor que me había ocurrido en ese día. Siempre la madre …
Todo empezó a media mañana, cuando la Madre Concepción entró de pronto en clase, e interrumpiéndola, nos dio la noticia. Nos comunicaba que se iba a proceder a seleccionar a chicos para formar la Escolania del Colegio. Eso que los modernos ahora dicen en llamar “casting”…
La verdad es que nunca había tenido certeza de saber si tenía o no buena voz…, aunque la sola idea de que los ensayos tendrían lugar durante algunas de las horas de clase, eso ya era suficiente motivo como para querer entrar a formar parte de la misma.
Esa misma mañana, los que nos veíamos con condiciones o simplemente deseábamos ser parte del coro de esa futura Escolanía, dimos el paso hacia delante, a expensas de que posteriormente, en las pruebas, nos dieran el definitivo ok. Fue la Madre Concepción la que me dijo que a pesar de mi edad, los graves se habían juntado en mi voz para poder tener esa oportunidad que tanto deseaba. Luego me enteré de que eran muchos los agudos, y pocos los graves… . Teniendo más posibilidades, fue así como me convertí en parte de la Escolanía Nazareth de Siervas del Evangelio. Todo un honor, y toda una mueca en ese orgullo frente a los Carlos Mazo, o Javier… Ellos tenían siempre los parabienes de sobresalientes y matrículas, …,pero ellos no formaban parte del Coro… Un guiño y todo un salto por encima de sus cabezas… Mi sonrisa frente a ellos delataba mi triunfo…
Lo que en un principio solo era una excusa para ahorrarme algunas clases, con el paso del tiempo, constituía lo que siempre me ha acompañado, mi profundo amor por la música...
Fueron tardes de duros ensayos. No siempre alcanzaba a progresar al mismo tiempo que mis deseos, pero el fruto merecía la pena…
Aun recuerdo aquellos conciertos en el mismo colegio, o en otros como Salesianos, Escolapios, San Agustín… Eran como pruebas de que lo que estábamos haciendo gustaría…
Y llegó el gran día… Era Navidad, y recuerdo que a todos nos temblaban las piernas y nos sudaban las manos… Fue en el Teatro. Era el concierto de Navidad que todos los años se celebraba por esas fechas… Trato de cerrar los ojos y recordar como todos los niños, aun con el telón cerrado, formábamos en la platea. Todos de azulón, con esa especie de faldita de tablas que los mal pensados nos asemejaban a prenda más propia de niñas…, con nuestro cuello blanco de plástico duro… Ese que casi nos ahogaba…, pero que en el fondo lo que de verdad nos quitaba el resuello eran los nervios…, los nervios de ese estreno esperado…
Cuando se abrió el telón, aun recuerdo que no veía nada ni a nadie…. Solo unos potentes focos de colores deslumbrantes que nacían de la parte superior del teatro eran nuestra imagen de lo que imaginábamos habría detrás…
Cuando nuestras voces comenzaron a desgranar aquel Ave María, el silencio era como sepulcral, emocionante, limpio, eterno… Solo pude ver la grandeza de la respuesta de toda aquella gente, cuando al finalizar, se apagaron los focos, y pude ver a toda aquella gente levantada de sus butacas, y allí, en el principio de un lateral a mi madre, emocionada y con sus ojos grises muy brillantes por alguna lagrima que dejaba caer…
Ahora, cuando vuelvo a escuchar esas voces, esa música, me transporto a ese pasado tan fiel, tan autentico, tan de verdad, y soy yo el que deja escapar una lagrima interior de recuerdo por aquellos, mis padres. Esos que aunque se fueron, siempre estarán.
Este video es muy triste.Pero de todos modos me gusta muchicimo.
Originalmente el Ave María es de Caccini.
Sobra el rap