RUTA DE LOS CASTILLOS (SANTA OLALLA DEL CALA) - HUELVA
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- Опубліковано 23 січ 2016
- Situada en la estribaciones de Sierra Morena, en la Sierra de Aracena, camino de paso en la Ruta de la Plata, frontera de Andalucía con Extremadura, la antigüedad de Santa Olalla, aún no ha podido precisarse. No puede precisarse una fecha de fundación ni cuando se produjo el establecimiento de los primeros pobladores.
La posición estratégica de Santa Olalla en el tránsito de metales extraídos de los importantes enclaves mineros de Almadén de la Plata, Minas de Riotinto, o "La Papúa" o "El Tratejón" en Zufre, hace imaginar los orígenes de la presencia del hombre en esta localidad, en la Edad de Bronce, en el III milenio a. C. Este intercambio comercial sentaría la base de la conocida Ruta de la Plata, que alcanzaría su máximo esplendor en la época romana.
Llamada Ponciana en tiempos de los romanos, según la leyenda popular, su nombre actual le viene de la transcripción gallega del nombre de la patrona del pueblo, Santa Eulalia de Mérida, de la cual dice la leyenda popular que nació en esta villa y desde esta partió a su martirio en Mérida, dónde fue quemada viva en el siglo III de nuestra era. Posteriormente pasó a llamarse Santa Olalla de la Sierra, y Santa Olalla del Carril, hasta llegar al topónimo actual de Santa Olalla del Cala (1920) en honor al río Cala, afluente del Huelva, que baña sus tierras.
Comparten así, sus habitantes el gentilicio de santaolalleros u olalleros con el de poncianos.
El castillo de Santa Olalla del Cala fue mandado construir por Sancho IV el Bravo en 1293 a petición de las autoridades hispalenses, concede el privilegio a varios pueblos de la sierra para la construcción de fortalezas, que resguardaron y frenaron los continuos ataques del país vecino de Portugal. Se construyeron el Castillo de Santa Olalla, junto con el de Cumbres Mayores, Fregenal de la Sierra y la reconstrucción del de Aroche.
En 1653 el castillo pasa a ser propiedad de D. Juan Ventura Tirado por el Concejo de Sevilla en 1794 al hijo de aquel mediante expropiación.
Las diversas campañas arqueológicas realizadas han documentado un periodo de ocupación del cerro donde se asienta el castillo desde el Paleolítico hasta el periodo Alto Imperial romano, de forma continua. Ocupado en la Edad del Bronce (1700-1100 a.C) destacan también los materiales de la Edad del Hierro I y fundamentalmente del Hierro II que evidencian la existencia de un castro de la Beturia Céltica. Igualmente, están presentes otras culturas como la turdetana, romana, almohade y por supuesto, la cristiana desde el s. XIII. La disponibilidad de recursos hídricos y la fertilidad de la tierra, la presencia de minerales de hierro y cobre, una orografía dominante y la situación geográfica de Santa Olalla (uno de los pasos naturales de comunicación entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir) han sido las claves para que el lugar represente hoy día un histórico enclave geoestratégico y un notable yacimiento arqueológico.
Durante el siglo XIX y principios del XX, el castillo se convierte en Cementerio Municipal. En 1917 se clausura el Camposanto y el castillo entra en un periodo de abandono y constante expoliación que generará su ruina hasta finales del pasado siglo XX.
El castillo fortaleza, una iglesia parroquial y una sinagoga judía, son las referencias de la existencia medieval de la villa de Santa Olalla.
A comienzos del s. XIX, durante la invasión francesa, Santa Olalla se constituyó en Cuartel General de la Zona de la Infantería de Marina convirtiéndose en el centro de la actividad bélica de la sierra.
Fue a finales de este siglo cuando la villa de Santa Olalla, se instauró como pueblo de la provincia de Huelva.
Mereció la pena tan largo camino ya que estuve toda una mañana volando. La paz y belleza del entorno hacían propio el planear de mil formas queriendo captar parte de la esencia de tan magna historia.
Mis acompañantes, vecinos de Santa Olalla del Cala fueron Ana y Eduardo, pareja, volando en su primer mes de matrimonio y con cigüeña a la vista. Pasamos una mañana fantástica que luego rematamos con unas tapas de carrillera ibérica y un vino de la cercana Badajoz. Gracias a Santa Olalla del Cala por su amabilidad y por dejarme una vez más volar; volar para mi es felicidad.
Me pregunto: ¿por qué las cigüeñas de Santa Olalla del Cala no emigran en invierno? ¿será por qué les gusta el Sur? ¿el Sur de Huelva? Seguro que sí.
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