Capítulo 37 El pozo en Hatuey

Mientras pastoreábamos en Sibanicú, atendíamos una misión en un pueblo cercano llamado Hatuey. Era una zona de muy poco acceso a agua potable y los suelos eran muy rocosos y nadie quería abrir pozos en ese lugar por lo difícil de las condiciones. Después de haber orado me puse de acuerdo con un diácono para hacer un pozo para tener agua en nuestra iglesia para bendecir al pueblo también. Empezamos a hacerlo de manera manual y prácticamente todo el pueblo pasó a burlarse de nosotros y a desanimarnos. Nosotros insistimos confiando en Dios.
Nos atrevimos a creerle a Dios y Él obró. Para Dios no hay nada imposible. La oración con acción da resultados.