La Risa de Democrito

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  • Опубліковано 19 січ 2025

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  • @RomaVictrix
    @RomaVictrix  Місяць тому

    Una de las fábulas de La Fontaine, ilustrada en los azulejos encargados para la Real Escuela del Monasterio de San Vicente de Fora, relata la historia del filósofo Demócrito, quien, al contemplar la vida cotidiana de sus conciudadanos, reía sin parar. Todas las cosas, graves o leves, hacían que el pensador estallara en risas.
    Esa hilaridad molestaba a los ciudadanos de Abdera, que pensaban que él estaba enfermo o loco. El malestar público fue tan intenso que el Senado finalmente envió una carta a Hipócrates, pidiéndole que viniera a la ciudad para examinar al ilustre sabio griego.
    Al llegar a Abdera, el doctor encontró a Demócrito a la sombra de un árbol, precisamente escribiendo un tratado sobre la locura. Preguntado sobre las razones de su diversión, explicó que se reía de la insensatez del hombre, de los proyectos infantiles y de las obras vacías, persistentemente guiadas por deseos inmoderados.
    El médico más famoso de la Antigüedad clásica concluyó que la sonrisa sabia era perfectamente saludable, y la moral de la fábula es una feroz crítica de los prejuicios de la ignorancia de la gente, a menudo llamada la voz de Dios. La elección de la historia de Demócrito para los azulejos referidos encaja perfectamente bien con los objetivos de una institución educativa. Pero, al incluir al fundador de la teoría del atomismo, también demuestra una apertura al eclecticismo filosófico. Como es bien sabido, la Física aristotélica negó que el universo estuviera compuesto de partículas muy pequeñas, indivisibles e indestructibles, y la idea se consideraba contraria a las enseñanzas bíblicas.
    En los colegios portugueses, la lenta apertura al eclecticismo filosófico había comenzado en las primeras décadas del siglo XVIII, y el busto del filósofo risueño está representado en los azulejos de las clases en el Convento das Necessidades, de los Oratorianos, en Lisboa. Con la indicación de los sacerdotes de San Felipe Neri, el pintor siguió el grabado que acompañaba la obra de Diógenes Laercio, la principal fuente de la historia de la filosofía antigua.