EL BRINDIS DEL BOHEMIO

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  • Опубліковано 5 жов 2024
  • Bienvenido al canal oficial de Túymisletras, aqui encontraras gran variedad de poemas, los mejores poemas para todos los gustos. El brindis del bohemio Guillermo Aguirre y fiero. En torno de una mesa de cantina, una noche de invierno, regocijadamente departían seis alegres bohemios. Los ecos de su risa se escapaba, y de aquel barrio quieto, iban a interrumpir el imponente y profundo silencio. El humo de olorosos cigarrillos, en espirales se elevaba al cielo, simbolizando al resolverse en nada, la vida de los sueños. Pero en todos los labios había risas, inspiración en todos los cerebros, y repartidas en la mesa, copas pletóricas de ron o ajenjo. Era curioso ver aquel conjunto, aquel grupo bohemio, del que brotaba la palabra chusca, la que vierte veneno, lo mismo que melosa y delicada la música de un verso. Y a cada nueva alivación las penas hallaban más lejos. una nueva inspiración llegaba a todos los cerebros, como idilio roto que venía en alas del recuerdo. Olvidaba decir que aquella noche, aquel grupo bohemio, celebraba entre risas, alivaciones, carrasquillos y versos, la agonía de un año, que amargura dejó en todos los pechos. Y la llegada consecuencia lógica, del feliz año nuevo. Una voz varonil dijo... de pronto, las doce compañeros, digamos el requiesca, por el año que ha pasado a formar parte entre los muertos, brindemos por el año que comienza, porque nos traigan sueños, porque nos sea su equipaje un cúmulo de amargos desconsuelos. Brindo, dijo otra voz, por la esperanza que a la vida nos lanza a vencer los rigores del destino. Por la esperanza. Nuestra dulce amiga, que las penas mitiga y convierte en vergel nuestro camino. Brindo, porque ya hubiese a mi existencia puesto fin, con violencia inscribiendo en mi frente la venganza. Si en mi cielo de túr limpio y divino no alumbrara mi sin una estrella brillante, mi esperanza. ¡Bravo! Dijeron todos, inspirado esta noche has estado. Y hablaste breve y sustancioso. El turno es de Raúl. Alce su copa, y brinde por Europa, ya que su extranjerismo es delicioso. Bebo y brindo, exclamó el interpelado. Brindo por mi pasado, que fue de luz, de amor y de alegrías. En el que hubo mujeres tentadoras, y fuentes soñadoras que se juntaron a la frente mía. Brindo por el ayer, trayendo hasta mi mente, que en la amargura que hoy cubre de negrura mi corazón, esparza sus consuelos, trayendo hasta mi mente la dulzura de goces, de ternuras, de amores, de alegrías, de desvelos. Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente brote todo un torrente de inspiración divina y seducción. Porque vibren las cuerdas de mi lira, el verso que suspira, que sonríe, que canta y que enamora. Brindo porque mis versos cual saetas, lleguen hasta las grietas formadas de metal y de granito, del corazón de la mujer ingrata, que a desdenes me mata, pero que tiene un cuerpo muy bonito. Porque a su corazón llegue mi canto. Porque sé que mi llanto suspira. Porque son mis manos que me causan embelesos. Porque con creces mi pasión me pague. Porque me embriague en el néctar divino de sus besos. Siguió la tempestad de frases vanas, toscas y tan humanas, que hagan en todas partes acomodo. Y en cada frase de entusiasmo ardiente hubo oración creciente, libaciones, reír y todo. Se brindo por la patria, por las flores, por los castos amores que hacen de un valladar una ventana, y por esas pasiones voluptuosas que el fango del placer, llena de rosas, hacen de la mujer la cortesana. Solo faltaba un brindis. El de Arturo. El del bohemio puro. De noble corazón y gran cabeza. De aquel que sin embajes declaraba que... Solo ambicionaba robar la inspiración a la tristeza. Y por todos estrechados alzó su copa. Frente a esa alegre topa desbordante de risas y contentos. Los envolvió con la luz de una mirada. Sacudió su melena alborotada. Y dijo así con inspirado acento. Brindo por la mujer. Mas no por esa en la que halláis consuelo en la tristeza. Rescoldo del placer desventurado. No por esa que brinda sus hechizos cuando besáis sus risos. Artificiosamente perfumados. Yo no brindo por ellas, compañero. No. Yo no brindo por ellas. Siento por esta vez no complacerlos. Brindo por la mujer. Por la que me brindó su cariño. Por la que me envolvió en sus besos. Por la mujer que me mecía en la cuna. Por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño verdadero. Por la mujer que me arrolló en sus brazos. Por la mujer que me dio en pedazos, uno por uno, el corazón entero. Por mi madre. Por mi madre, bohemios. Por la anciana que piensa en el mañana, como en algo muy dulce y deseado. Porque sueña tal vez, que ella me señala el camino, por el que volveré muy pronto a su lado. Por la anciana. Por la anciana adorada y bendecida. Por la que con su sangre me dio la vida, ternura y cariño. Por la que fue luz del alma mía. Y lloro de alegrías sintiendo mi cabeza en su corpiño. Por ella. Por ella brindo yo. Dejad que llore, y en lágrimas de flores, esta pena letal que me asesina. Dejad... Dejad

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