Hola, quería aportar el dato -dando la razón a lo que comentan Vds. -, de que la sardana "La Santa Espina" no solo no estuvo prohibida durante el franquismo sino apoyada. Precisamente yo la conocí de pequeño gracias a una popular película española de 1960: "Amor bajo cero", con Tony Leblanc y Conchita Velasco, en la que se bailó con admiración y respeto reverencial tan bonita danza catalana. Los dos años anteriores a ese se rodaron las famosas comedias madrileñas de "Las chicas de la Cruz Roja" y "El día de los enamorados", y en 1960 quisieron dar el salto a Cataluña, desarrollándose la nueva película en Barcelona y en la estación de esquí La Molina (Gerona), con buena parte de los actores de aquellas otras. No se encuentra en UA-cam la película completa pero en este tráiler suena un poco a partir del minuto: 2:34. ua-cam.com/video/h9aFlr3Lbwc/v-deo.html También comentar de paso -respecto a lo catalán en aquella época - que cuando era pequeño, para mí y para todos, decir catalán era lo mismo que decir extremeño, vasco o andaluz; éramos todos lo mismo con nuestras deliciosas diferencias de acento, gastronómicas o de carácter. Cuando por el sur de Francia te cruzabas con un coche de matrícula española, pitabas para saludarle porque era como tú, y si la matrícula era de Lérida, era como si fuera de Salamanca. Cuando en el "Un Dos Tres" salía una pareja de concursantes de Tarragona o en el "Cesta y Puntos" un equipo de un colegio de Gerona, era como si viniera de Ciudad Real: todos eran simplemente sitios de España, punto, todos éramos una gran familia. Nadie odiaba a Cataluña ni a los catalanes (había chistes de catalanes tacaños, pero con afecto, igual que de otras regiones con caricaturas cariñosas) y mucho menos se odiaba el catalán, porque no se utilizaba como arma en contra de nadie, era un idioma bonito y simpático que se hablaba en Cataluña y que daba mucho gusto escucharlo aunque no se entendiera. Incluso en plena transición, la gente adoraba al humorista Eugenio, y su acento y expresiones catalanas nos parecían lo más entrañable y gracioso del mundo, aunque uno fuera de Ceuta. Todos los niños reíamos al son que marcaban los tebeos catalanes, de TBO y de Bruguera, tebeos que todavía sigo leyendo, con mi amadísima y catalanísima familia Ulises. Y los catalanes se sentían lo que son: muy españoles, pero enamorados a la vez de su tierra, de su patria chica y sus tradiciones, como tiene que ser. No he visto reconciliación más grande ni unidad más fuerte entre los españoles que cuando era pequeño. Y en política igual, no había peleas ni desuniones, casi nadie se preocupaba de ello: estaba Franco y punto, no era un tema interesante. Si alguno era rojo, como se decía entonces, eras amigo de él perfectamente; si no iba a misa y tú sí, lo mismo. Las diferencias eran simplemente particularidades, rarezas que se respetaban, pero era tu hermano, tu compatriota. Todo giraba en torno al fútbol, los toros, las canciones de moda y la película de la tele que toda España veía y que al día siguiente se comentaba en el bar, en el trabajo, en el colegio, en el mercado y en la peluquería, porque todos habían visto el mismo programa. Éramos una familia feliz donde la mayoría de las mujeres cantaban como pajaritos alegres mientras hacían las tareas del hogar (hoy no nos cabe esto en la cabeza, pero es verídico); eso sí que era una nación de verdad: una familia a lo grande. Hoy los españoles nos odiamos, escribimos comentarios llenos de agresividad y de odio hacia al que no piensa como nosotros. Qué pena, los jóvenes de hoy no han vivido jamás lo que es una nación de verdad y se morirán sin saberlo. Los turistas venían a España, más todavía por la gente que por el clima y el paisaje; en cambio hoy lo peor de España son precisamente los españoles, cómo nos hemos hecho: unos contra otros, igual que en la guerra civil que ya teníamos superada. Qué suerte los que pudimos vivir aquella época de paz, amor y unidad, qué suerte los que pudimos amar a Cataluña y a los catalanes y sentirlos nuestros sin que nadie nos estropeara el idilio, qué gran suerte. Gracias por el programa y saludos.
Juan Nepomuceno Me ha gustado mucho su comentario y yo, aunque era muy jovencito, recuerdo que no era ninguna condición especial ser catalán o de cualquier otra parte de España. Estando yo trabajando en Lleida, me contaban catalanes que cuando habían ido a hacer la "mili" fuera de Cataluña, les llamaban "polacos", y me lo contaban como algo gracioso, sin ningun indicio de que les hubiese molestado u ofendido, y eran gente catalanista que votaban a Convergencia. Me quedo con la reflexión de que las generaciones actuales cada vez sabrán menos lo que significa " ser nación". Una pena. Una vez más se puede decir aquello de "el problema de España es que está llena de españoles".
Extraordinaria aportación compañero...El insufrible complejo franquista que sufre la España del 2018 está llevando a seguir un itinerario político, social e ideológico que tiene como único reto ser cada día más antifranquista. Poco importa la funcionalidad de las leyes y la desafección creciente entre diferentes regiones de España. Sólo vale hacer lo contrario de lo que hacía o pensaba Franco. Nada más. Cuanto más tiempo se tarde en revertir esta tendencia, más doloroso será el desenlace de esta absurda deriva nacional...Pero creo que ya es demasiado tarde para que todo tenga una salida airosa. No estoy del todo seguro de que este país consiga cumplir 100 años sin una guerra civil. De estar en lo cierto, espero que vuelva a ganar el mismo bando que en el 39.
Ignacio atienza frances Les dará igual, y creerán que son invenciones "españolistas" y "fascistas". Ellos se conducen como si siguiesen fielmente el credo de una religión revelada.
Hola, quería aportar el dato -dando la razón a lo que comentan Vds. -, de que la sardana "La Santa Espina" no solo no estuvo prohibida durante el franquismo sino apoyada. Precisamente yo la conocí de pequeño gracias a una popular película española de 1960: "Amor bajo cero", con Tony Leblanc y Conchita Velasco, en la que se bailó con admiración y respeto reverencial tan bonita danza catalana. Los dos años anteriores a ese se rodaron las famosas comedias madrileñas de "Las chicas de la Cruz Roja" y "El día de los enamorados", y en 1960 quisieron dar el salto a Cataluña, desarrollándose la nueva película en Barcelona y en la estación de esquí La Molina (Gerona), con buena parte de los actores de aquellas otras. No se encuentra en UA-cam la película completa pero en este tráiler suena un poco a partir del minuto: 2:34.
ua-cam.com/video/h9aFlr3Lbwc/v-deo.html
También comentar de paso -respecto a lo catalán en aquella época - que cuando era pequeño, para mí y para todos, decir catalán era lo mismo que decir extremeño, vasco o andaluz; éramos todos lo mismo con nuestras deliciosas diferencias de acento, gastronómicas o de carácter. Cuando por el sur de Francia te cruzabas con un coche de matrícula española, pitabas para saludarle porque era como tú, y si la matrícula era de Lérida, era como si fuera de Salamanca. Cuando en el "Un Dos Tres" salía una pareja de concursantes de Tarragona o en el "Cesta y Puntos" un equipo de un colegio de Gerona, era como si viniera de Ciudad Real: todos eran simplemente sitios de España, punto, todos éramos una gran familia. Nadie odiaba a Cataluña ni a los catalanes (había chistes de catalanes tacaños, pero con afecto, igual que de otras regiones con caricaturas cariñosas) y mucho menos se odiaba el catalán, porque no se utilizaba como arma en contra de nadie, era un idioma bonito y simpático que se hablaba en Cataluña y que daba mucho gusto escucharlo aunque no se entendiera. Incluso en plena transición, la gente adoraba al humorista Eugenio, y su acento y expresiones catalanas nos parecían lo más entrañable y gracioso del mundo, aunque uno fuera de Ceuta. Todos los niños reíamos al son que marcaban los tebeos catalanes, de TBO y de Bruguera, tebeos que todavía sigo leyendo, con mi amadísima y catalanísima familia Ulises. Y los catalanes se sentían lo que son: muy españoles, pero enamorados a la vez de su tierra, de su patria chica y sus tradiciones, como tiene que ser. No he visto reconciliación más grande ni unidad más fuerte entre los españoles que cuando era pequeño.
Y en política igual, no había peleas ni desuniones, casi nadie se preocupaba de ello: estaba Franco y punto, no era un tema interesante. Si alguno era rojo, como se decía entonces, eras amigo de él perfectamente; si no iba a misa y tú sí, lo mismo. Las diferencias eran simplemente particularidades, rarezas que se respetaban, pero era tu hermano, tu compatriota. Todo giraba en torno al fútbol, los toros, las canciones de moda y la película de la tele que toda España veía y que al día siguiente se comentaba en el bar, en el trabajo, en el colegio, en el mercado y en la peluquería, porque todos habían visto el mismo programa. Éramos una familia feliz donde la mayoría de las mujeres cantaban como pajaritos alegres mientras hacían las tareas del hogar (hoy no nos cabe esto en la cabeza, pero es verídico); eso sí que era una nación de verdad: una familia a lo grande. Hoy los españoles nos odiamos, escribimos comentarios llenos de agresividad y de odio hacia al que no piensa como nosotros. Qué pena, los jóvenes de hoy no han vivido jamás lo que es una nación de verdad y se morirán sin saberlo. Los turistas venían a España, más todavía por la gente que por el clima y el paisaje; en cambio hoy lo peor de España son precisamente los españoles, cómo nos hemos hecho: unos contra otros, igual que en la guerra civil que ya teníamos superada. Qué suerte los que pudimos vivir aquella época de paz, amor y unidad, qué suerte los que pudimos amar a Cataluña y a los catalanes y sentirlos nuestros sin que nadie nos estropeara el idilio, qué gran suerte. Gracias por el programa y saludos.
Juan Nepomuceno Me ha gustado mucho su comentario y yo, aunque era muy jovencito, recuerdo que no era ninguna condición especial ser catalán o de cualquier otra parte de España. Estando yo trabajando en Lleida, me contaban catalanes que cuando habían ido a hacer la "mili" fuera de Cataluña, les llamaban "polacos", y me lo contaban como algo gracioso, sin ningun indicio de que les hubiese molestado u ofendido, y eran gente catalanista que votaban a Convergencia.
Me quedo con la reflexión de que las generaciones actuales cada vez sabrán menos lo que significa " ser nación". Una pena. Una vez más se puede decir aquello de "el problema de España es que está llena de españoles".
Extraordinaria aportación compañero...El insufrible complejo franquista que sufre la España del 2018 está llevando a seguir un itinerario político, social e ideológico que tiene como único reto ser cada día más antifranquista. Poco importa la funcionalidad de las leyes y la desafección creciente entre diferentes regiones de España. Sólo vale hacer lo contrario de lo que hacía o pensaba Franco. Nada más. Cuanto más tiempo se tarde en revertir esta tendencia, más doloroso será el desenlace de esta absurda deriva nacional...Pero creo que ya es demasiado tarde para que todo tenga una salida airosa. No estoy del todo seguro de que este país consiga cumplir 100 años sin una guerra civil. De estar en lo cierto, espero que vuelva a ganar el mismo bando que en el 39.
felicidades por el programa e informar unos datos que portan mucho y desconocido por la mayoria de España
espero que algún separatista vea este programa........a ver si así se enteran de algo de una santa vez.
Ignacio atienza frances Les dará igual, y creerán que son invenciones "españolistas" y "fascistas". Ellos se conducen como si siguiesen fielmente el credo de una religión revelada.
LO DE PEDRO SANCHEZ EN MEXICO ES DE COÑA TOMATERA
Cataluña es España, desde la historia contada está claro