Ahora se acercaba el tiempo de la fiesta de Pascua. Como de costumbre, mucha gente acudía a Jerusalén y seguía buscando a Jesús entre las multitudes en el Templo. "¿Tú crees que venga?", se preguntaban unos a otros. "Probablemente no. Jesús debe conocer la orden de los fariseos y de los sumos sacerdotes que dice que si alguien sabe dónde se encuentra, lo debe informar. Esos sacerdotes y fariseos esperan cualquier oportunidad para detenerlo..." Jesús, por supuesto, estaba enterado de la orden, pero eso no lo hizo cambiar de planes. Así que partió a Efraím con sus discípulos. Poco antes de llegar a una aldea llamada Betfague, junto al monte de los Olivos, les dijo a dos de ellos: "Entrad en la aldea. Veréis allí una burra atada. Sabréis a qué burra me refiero porque a su lado estará un burro joven, que jamás ha sido montado. Quiero que lo desatéis y lo traigáis." Los discípulos se vieron unos a otros y asintieron con la cabeza. Era mejor, pensaron, que Jesús se mantuviera oculto. Jesús prosiguió: " Si alguien os pregunta qué hacéis, sólo decís: 'El Maestro necesita el burro, y pronto lo enviará de regreso'." Los discípulos asintieron de nuevo. Pero estaban muy confundidos. ¿Por qué necesitaba Jesús el burro? Más tarde recordaron unas palabras que los profetas, tiempo atrás, habían pronunciado: que el Rey de los judíos se presentaría ante su pueblo humildemente, montado sobre un joven burro... Entonces los discípulos partieron hacia Betfague, como Jesús les había pedido. Encontraron el joven burro, atado exactamente como había dicho Jesús. Lo desataron. Unas personas que los observaban con recelo, les gritaron: "¡Hey! ¡Qué están haciendo?" Los discípulos respondieron: "El Maestro lo necesita, y pronto lo enviará de regreso." Sonaba como un mensaje secreto. La gente se quedó en silencio, y los discípulos llevaron consigo el burro. Jesús estaba esperándolos. Cuando los discípulos se dieron cuenta de que Él iba a montarlo, pusieron sus mantos sobre los lomos del burro, a modo de silla. Una multitud se había empezado a reunir. La palabra se difundía tan rápida como siempre: "¡Viene Jesús!" La gente tendió sus mantos por el camino para que Él pasara sobre ellos. Algunos cortaron ramas de palma y las esparcieron a su paso, o las agitaron como banderas. Ahora, mientras Jesús y sus discípulos avanzaban, con Jesús montado, había una muchedumbre adelante y atrás. La gente gritaba: "¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana al hijo de David! ¡Hosana en el cielo!" Muchos de la multitud aún no comprendían que el propósito real de Jesús era hablarles del Reino de Dios. Al montar un burro y no un caballo de guerra, Jesús trataba de decir a la gente que Él no era un rey conquistador. Así regresó Jesús a Jerusalén, no a escondidas, ni temeroso de las intrigas de los sumos sacerdotes y los fariseos, sino abiertamente, con valentía, en medio de una multitud llena de júbilo. Y cuando entraron en las calles de la ciudad, la gente se preguntaba: "¿Quién es?" Y los seguidores de Jesús respondían, orgullosos: "¡Es Jesús! ¡Jesús de Nazaret!" Y Jesús se dirigió, como era costumbre, al Templo...
Amén Mi Dios Todopoderoso Y Eterno
bendito y alavado sea el SEÑOR
Amén
Profesia cumplida ase más de 2000 anos dada por Jesús de nazatet el Hijo del Dios alticimo oy cumpliéndose en israel gracias señor mi Dios
Jerusalen es el pais mas maravilloso
Israel hermanita :D
@@gemamolleda613 no ven el vídeo ? Jesús predice que Israel va a desaparecer
Y hasta el día de hoy hamas hubo paz Jerusalén
Salamat sa makpangyarihang diyos
Hoy 23 de Marzo es el 1987 aniversario de este suceso.
Hoy es 9 de Nisan.
Ahora se acercaba el tiempo de la fiesta de Pascua. Como de costumbre, mucha gente acudía a Jerusalén y seguía buscando a Jesús entre las multitudes en el Templo.
"¿Tú crees que venga?", se preguntaban unos a otros. "Probablemente no. Jesús debe conocer la orden de los fariseos y de los sumos sacerdotes que dice que si alguien sabe dónde se encuentra, lo debe informar.
Esos sacerdotes y fariseos esperan cualquier oportunidad para detenerlo..."
Jesús, por supuesto, estaba enterado de la orden, pero eso no lo hizo cambiar de planes. Así que partió a Efraím con sus discípulos.
Poco antes de llegar a una aldea llamada Betfague, junto al monte de los Olivos, les dijo a dos de ellos:
"Entrad en la aldea. Veréis allí una burra atada. Sabréis a qué burra me refiero porque a su lado estará un burro joven, que jamás ha sido montado. Quiero que lo desatéis y lo traigáis."
Los discípulos se vieron unos a otros y asintieron con la cabeza. Era mejor, pensaron, que Jesús se mantuviera oculto.
Jesús prosiguió: " Si alguien os pregunta qué hacéis, sólo decís: 'El Maestro necesita el burro, y pronto lo enviará de regreso'."
Los discípulos asintieron de nuevo. Pero estaban muy confundidos.
¿Por qué necesitaba Jesús el burro?
Más tarde recordaron unas palabras que los profetas, tiempo atrás, habían pronunciado: que el Rey de los judíos se presentaría ante su pueblo humildemente, montado sobre un joven burro...
Entonces los discípulos partieron hacia Betfague, como Jesús les había pedido. Encontraron el joven burro, atado exactamente como había dicho Jesús. Lo desataron.
Unas personas que los observaban con recelo, les gritaron: "¡Hey! ¡Qué están haciendo?"
Los discípulos respondieron: "El Maestro lo necesita, y pronto lo enviará de regreso."
Sonaba como un mensaje secreto.
La gente se quedó en silencio, y los discípulos llevaron consigo el burro.
Jesús estaba esperándolos. Cuando los discípulos se dieron cuenta de que Él iba a montarlo, pusieron sus mantos sobre los lomos del burro, a modo de silla.
Una multitud se había empezado a reunir. La palabra se difundía tan rápida como siempre:
"¡Viene Jesús!"
La gente tendió sus mantos por el camino para que Él pasara sobre ellos. Algunos cortaron ramas de palma y las esparcieron a su paso, o las agitaron como banderas.
Ahora, mientras Jesús y sus discípulos avanzaban, con Jesús montado, había una muchedumbre adelante y atrás. La gente gritaba: "¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana al hijo de David! ¡Hosana en el cielo!"
Muchos de la multitud aún no comprendían que el propósito real de Jesús era hablarles del Reino de Dios. Al montar un burro y no un caballo de guerra, Jesús trataba de decir a la gente que Él no era un rey conquistador.
Así regresó Jesús a Jerusalén, no a escondidas, ni temeroso de las intrigas de los sumos sacerdotes y los fariseos, sino abiertamente, con valentía, en medio de una multitud llena de júbilo.
Y cuando entraron en las calles de la ciudad, la gente se preguntaba:
"¿Quién es?"
Y los seguidores de Jesús respondían, orgullosos: "¡Es Jesús! ¡Jesús de Nazaret!"
Y Jesús se dirigió, como era costumbre, al Templo...
No tarda en cumplir la profecía de Jesucristo sobre Jerusalén
No adoren muñecos