La Expedición al Aneto fue uno de las que más ilusión me hizo hasta la fecha. La verdad que tenía muchos puntos que me motivaban: uno de ellos por supuesto era su altura, subir al techo de Pirineos era un gran aliciente. Otro era superar su expuesto “Paso de Mahoma”, el cual mediría mi nivel de alpinismo y el otro, era hacer su largo descenso por Aigualluts.
Había pasado muchas horas y días contemplando el Aneto desde Baqueira Beret, la temporada que pasé allí trabajando de profe de esquí, y eso se nota… como siempre digo, “el roce hace el cariño” y lo mismo pasa con los Picos. Es una conexión real, es como si fuera un “must”, lo tienes rondando por la cabeza en todo momento hasta por fin, le llegó el día.
Lo fuimos a celebrar a Viella, en el Valle de Arán, donde empezó todo, cerrando el círculo alrededor de una mesa, con amigos y compañeros de cordada comiendo unos chuletones Premium, en un gran día para el recuerdo.
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VPMY
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