Hora de alivianar la carga, un relato conmovedor del resultado de una tragedia en el mar Caribe

Llevaban millas tejiendo sueños de salitre aguado cuando empezó el cabrilleo
y la precipitación del desfile amontonado y consecutivo de las olas, que subían
como cerveza caliente escupiéndoles las caras, cada vez más furiosas que su
insolente espuma y luego se deshacían devolviéndole al mar su aparente
compostura, un lago de cisnes salpicado de ilusiones, pero luego se formaba una
ola, otra ola, otra ola más y de inmediato otra y otra ola cada vez más
prominentes hasta desembocar en las corrientes concéntricas del Canal de los
Vientos. Crearon su propio cielo con una lona azul, cubrieron con papel de
aluminio los motores fuera de borda de la pequeña embarcación y como ratas
de alcantarillas que acechan sus presas permanecieron silentes hasta que el
bullicio ametrallador de un helicóptero de la Coast Guard terminó de licuarse en
el horizonte sin descubrir presencia humana, “de repente una corriente de agua
nos subió hasta casi tocar las nubes, al mismo tiempo nos dejó caer y el impacto
seco, cortante, parecido al de un mallete que antecede a las sentencias, impuso
el silencio. No hubo más peleas ni rebatiñas, sólo se escuchó el vómito acelerado
de un ladrido con hedor a declaración de guerra: -es hora de alivianar la
carga....