ALDEA SAN FRANCISCO- Aldeas Alemanas del Volga- 50 Lugares Imperdibles de la Mesopotamia - Ep 2
Вставка
- Опубліковано 11 лют 2025
- ALDEA SAN FRANCISCO- Aldeas Alemanas del Volga
Amigos Enamorados de la Ruta, mi nombre es Gerardo Bessone, me dicen Tito; y este es mi canal donde publico los videos de mis viajes junto a mi esposa Graciela y mi auto chiquito; si me quieres ayudar con el canal la mejor manera es suscribiéndote, dejando un “Me Gusta” o publicando algún comentario… Gracias .
Aldea San Francisco
A pesar de los pocos habitantes que le quedan, San Francisco guarda celosamente uno de los atractivos privilegiados de la microregión: el cementerio y sus monumentales tumbas construidas a principio del siglo XIX.
Aldeas Alemanas, Entre Ríos
Armonioso y tradicionalista conjunto de Aldeas Alemanas, dibuja un triángulo en el mapa de Entre Ríos teniendo como vértices a las ciudades de Paraná, Crespo y Diamante. Las cortas distancias existentes entre uno y otro de los al menos 12 puntos destinos, permiten que el circuito sea descubierto en su totalidad durante una jornada, aunque muchos opten por retrasar el itinerario disfrutando al máximo cada detalle.
Alemanes del Volga se llamó a las familias inmigrantes alemanas llevadas a Rusia por Catalina II allá hacia fines del siglo XVIII.
En 1763, cuando tras la devastadora Guerra de los Siete Años, la zarina Catalina II, apodada La Grande, propició la migración desde el territorio de la actual Alemania y países limítrofes hacia la región del Volga, en la inmensa estepa rusa. El convite conllevaba grandes beneficios para quienes lo aceptaran: exención de impuestos y del servicio militar, libertad de culto y de lengua, maestros propios. Alentados por la oportunidad, 30.000 alemanes procedentes de Franconia, Renania, Hesse, Palatinado y Wurtenberg abandonaron los principados hacia 1775-1776. Viajaron en barco por el norte hasta San Petersburgo y desde allí recorrieron a pie o en carretas los 3000 km que los separaban del Volga Medio. Solo 25.000 llegaron a destino y erigieron más de 200 prósperas aldeas a ambas márgenes del río: de allí que se los conozca, hasta hoy, como “alemanes del Volga”. Sin embargo, en 1874 el zar Alejandro II no solo decidió quitarles las ventajas otorgadas por Catalina sino “rusificarlos”, un avasallamiento que no estaban dispuestos a tolerar.
Conservando su idiosincrasia a pesar del gran cambio de entorno, y caracterizados por su afanoso deseo de progreso, éstos decidieron casi un siglo más tarde buscar nuevos destinos. Fue así que la Argentina del Dr. Avellaneda los recibió con los brazos abiertos, y en Entre Ríos se instalaron en los fértiles terrenos del Departamento Diamante, preferencialmente a orillas del río Paraná, similar al Volga que los había acogido por más de cien años; para luego dispersarse por todo el territorio provincial.
Argentina buscaba poblar sus campos todavía agrestes y en 1877 el gobernador de Entre Ríos, Ramón Febre, ofreció 20.000 fértiles hectáreas para recibir a los migrantes
Los alemanes del Volga dieron nacimiento a prósperas aldeas, pioneras en producciones agrícolas, ganaderas y cunículas; las cuales conforman actualmente la comunidad alemana más importante del país.
Cuando llegaron Excavaron pozos de cuatro metros de largo por tres de ancho y dos de profundidad, a los que techaron con chilca, ramas y paja brava. Y empezaron a dormir en esas trincheras improvisadas, como lo habían hecho en el Volga cuando no tenían ladrillos. Los criollos los llamaban “los vizcacheros”: decían que eran como las vizcachas, que también duermen bajo tierra. El conflicto con las autoridades escaló hasta que, apremiado por un ultimátum (“Si no podemos vivir agrupados, ningún alemán del Volga permanecerá en Colonia Alvear”), el presidente Avellaneda los autorizó a radicarse en aldeas el 21 de julio de 1878. Así se fundaron las cinco primeras: Valle María, Protestante, San Francisco (Pfeiffer), Spatzenkutter (antes Marienfeld) y Salto. Al año siguiente llegaron nuevos colonos marchando a pie desde el sur de Brasil y fueron ubicados en la Aldea Brasilera. El gobierno otorgó a cada familia un arado con sus cadenas, dos palas, una azada, un hacha, un rollo de soga, dos bueyes, dos vacas lecheras, dos yeguas y un caballo. Todo a pagar en cuotas después del tercer año, durante cinco años sucesivos. Al comienzo, el schulmeister se ocupaba de la enseñanza; después se crearon las escuelas parroquiales: por la mañana, los niños recibían clases en castellano; por la tarde, canto y educación religiosa en alemán.