Juan Moneo el Torta con la guitarra de Diego Amaya

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  • Опубліковано 15 вер 2024
  • Actuación de Juan Moneo el Torta en la XXX Fiesta de la Bulería de Jerez, el 1 de septiembre de1997.
    JUAN MONEO EL TORTA, Juan Moneo Lara nació en Jerez un 4 de septiembre de 1953. Su apodo 'El Torta', según cuenta en más de una entrevista, se debió "a un guardia civil que había en la calle Empedrada que le decían el Sargento Torta y daba hostias por un tubo. De chico me decían, 'anda niño que eres más malo que el Sargento Torta, y se me quedó pa to la via". De él todos destacan por encima de todo su generosidad, su bondad y su lealtad hacia las personas que le transmitían confianza, era capaz de dar todo lo suyo y quedarse sin nada. Joaquín Padillo, su terapeuta durante años, lo compara con el Apóstol Pablo "se acostumbraba de la misma forma a vivir en la abundancia y en la escasez".
    Juan no escondía su dura juventud, cuando incluso fue preso "por no hacer daño a nadie ni por ratero. Antiguamente la justicia hacía contigo lo que le daba la gana, sólo por no ser un chivato". Sin embargo, siempre sacaba la parte positiva de las cosas defendiendo que todo ello "me ha hecho cantar mejor. El sufrir me ha desarrollado los sentidos".
    Aquel "niño con cuerpo de hombre" que todos mientan "porque era muy fácil convencerle", dice Capullo, tenía una personalidad abrumadora, un espíritu indomable, anárquico e incontrolable. Era un ser libre, y las ataduras le complicaban la existencia. Nunca pensó en el porvenir. Cuentan que la única vez que logró ahorrar dinero fue cuando estuvo dentro del programa de rehabilitación y su tutor le controlaba todo el dinero. "Estaba deseando parar después de una actuación para comprar cupones, pero no uno, la ristra entera, o para comprar a su hijo 'un regalito', como decía él. Vivía como si fuese a morirse mañana", relata Paco Lara.
    Era Juan Moneo, "analfabeto", como él reconocía, pero licenciado en mundología o en la psicología de la vida y con un gran corazón. "Es el único que se acuerda de mi hijo cada vez que se sube a cantar", destacaba María Barca, la madre del desaparecido Luis de la Pica y por el que Juan sentía auténtica devoción en todos los sentidos.
    Para Juan, el cantaor nacía: "El cantar no se aprende, se puede mejorar la sabiduría si has nacido con él, pero no se puede aprender". Y rechazaba cualquier calificación de artista: "Nunca he sabido cantar, lo que hago es transmitir". Detrás de todo ello había un ser tímido que odiaba subirse a un escenario. "El cante debe ser libre y sin dinero. Me gusta subir al escenario cuando quiero y a mi manera, si no me siento como un mono.
    Fue Manolito Jero, quien tras escucharlo, le llevó por primera vez, cuando apenas tenía 18 años, a los 'Cuatro Muleros' en Jerez junto con Periquín. Allí ganó sus primeros 25 duros y fue el primer paso para una carrera artística cargada de altibajos y que combinó la gloria con el infierno.
    Su espíritu salvaje hacía difícil encasillarle cada vez que subía a un escenario. "Ya podías ensayar con él todo lo que quisieras que al final, cuando subía al escenario hacía las cosas a su forma. Era imprevisible".
    Pese a todo, Juan era Juan, capaz de lo mejor y de lo peor, pero como dicen sus buenos seguidores: "En cualquier momento puede saltar la chispa y pegarte el pellizcazo".
    Capaz de dominar a su antojo cualquier palo, el Torta ha sido y será dueño de la bulería, a la que calificaba como "el palo más difícil que hay, el compás y el ritmo se lleva en los genes y ahí es cuando la caga todo el mundo". No obstante, las condiciones naturales de Juan le hacían ser un cantaor completísimo, que arañaba con la misma firmeza en los tangos, que en las alegrías, por no hablar de la malagueña, soleá, seguiriyas o tarantos.
    La revista Vanity Fair describía tras su paso por el homenaje a Moraíto en Madrid la figura de El Torta "el mejor ejemplo del flamenco más salvaje. Del flamenco de noche y juerga. Del vaso siempre lleno. Del olor a humo. De los vicios. Pasional, iracundo, genuino. También del flamenco más puro, de los cantes enraizados, de las tradiciones. Dice que es más de inspiración. Poco de estudio y ensayo.
    "Me gusta escribir mis cosas", aludía una y otra vez cuando se le preguntaba por su enorme capacidad creadora. A lo largo de su dilatada trayectoria, El Torta engrandeció su figura gracias a la transmisión de su cante y sus letras. Muchas de ellas pasarán a la historia como en su día lo hicieron otros grandes artistas.
    Juan, como dice su propia letra buscó 'un nuevo mundo donde me pueda quedar', porque 'para vivir como estoy viviendo, prefiero morir'.
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