HINOJALES - HUELVA

En su día os mostramos la Ermita de Nuestra Señora de Tórtola • RUTA DE LAS ERMITAS (N...
Pasado un poco de tiempo, pensamos que esa ermita no podía quedar huérfana. Para solucionar el problema recorrimos su espora hasta llegar a su centro neurálgico, al lugar que le da sentido a la citada ermita, no es otro que el precioso pueblo de Hinojales.
Tuvimos que recorrer más de 140 kilómetros para conocer el paraíso. El viaje se hizo ameno, entre paraditas y aguardientillos...
Conforme nos adentrábamos en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, el paisaje se iba volviendo más abrupto (dentro de la suavidad que caracteriza esta sierra), hasta llegar a la parte más septentrional de la provincia, en la frontera con municipios pacenses.
Y llegamos a Hinojales, pueblo rodeado de sierras y cerros con alturas que oscilan entre los 400 y los 850 metros (el núcleo de población está a más de 600 metros de altitud).
Por muy acostumbrados que estemos de ver pueblos serranos, Hinojales nos sorprendió gratamente. Se respira quietud y sosiego; una preciosa estampa armónica entre lo físico y lo espiritual.
Un prolongado aislamiento histórico ha permitido el mantenimiento de unos elementos patrimoniales relacionados con la arquitectura popular y el urbanismo. Nos llamó la atención las viviendas tradicionales, tipo serrano, encaladas, con alfombrillas ante las puertas, con elementos decorativos en las fachadas; sus calles empedradas, plazas, fuentes, lavaderos, etc., una estampa árabe y a la vez serrana.
El conjunto arquitectónico, el carácter de su gente, la forma de hablar, economía, tradiciones y costumbres forman un compendio que se ha ido elaborando con el paso de los siglos, su historia.
Los primeros datos de la presencia humana en este municipio aparecen en sepulturas en cistas y necrópolis pertenecientes al periodo de los metales.
De época visigoda queda una lápida paleocristiana del año 568 d.C. Actualmente en la Ermita de Nuestra Señora de Tórtola.
Tras el periplo musulmán, y cuando Castilla liberó a la sierra de los portugueses, Hinojales pasa a formar parte del reino de Sevilla.
En el siglo XVI, Hinojales logra independizarse de la administración de Aracena, convirtiéndose en Villa, hecho logrado tras Real Decreto del emperador Carlos I.
Existen también, sobre todo en las referencias orales, numerosas huellas del pasado trashumante, de contactos con la Maragatería (León) y del origen gaélico-portugués de los panzones, que se constata también en la toponimia, el patrimonio y en la utilización de un léxico propio.
Este gentilicio de panzones podría deberse a que en un momento dado hubiera muchos barrigones o que al haber muchas cuestas en el pueblo, al subirlas “la panza daba con el suelo”, todo esto sin confirmar. Su topónimo, de origen castellano, significa “terreno donde abunda el hinojo”.
Existe en Hinojales, desde la perspectiva económica, una alta dependencia del sector agrario.
La agricultura es de tipo tradicional, básicamente de secano, casi monopolizada por el olivar. En la parcela ganadera destacan las cabañas bovina y porcina. A esto tenemos que añadir el suplemento familiar, que está basado en la tradicional matanza del cerdo ibérico y en la explotación hortofrutícola del pequeño valle que hay junto al municipio, aprovechando el agua del manantial “Fuente Vieja”.
De su patrimonio cultural sobresale la Iglesia de Nuestra Señora de Consolación, la cual se contempla en las imágenes del vuelo.
Es un templo de planta tardo románica. Su osamenta data del siglo XIII. Una centuria después se le imprime un aire gótico extremeño a toda la planta. Los arcos transversales exteriores fueron levantados sobre elementos más antiguos, del siglo XII, posiblemente sobre los pilares de un castillo árabe.
Otro edificio destacado es la ya mencionada Ermita de Nuestra Señora de Tórtola.
De tradición celta es la actuación de los “danzantes”, que forma parte de la fiestas patronales en honor de Nuestra Señora de Tórtola, las principales fiestas de Hinojales. El día 30 de abril la Virgen es trasladada desde su ermita hasta la Iglesia de la Consolación, donde permanecerá hasta el verano, acompañada de los danzantes, que bailan frente a ella, marchando de espaldas.
Una fiesta peculiar y simpática es la “Campanillá”. Cuando suena la caracola todo el pueblo marcha, a sones de campanillas o cencerros y cantos, a casa de una nueva pareja o reconciliada, por muy en secreto que lo tengan.
Otras fiestas celebradas por los más de 400 panzones son “Los Tosantos”, el carnaval, la Cabalgata de los Reyes Magos, el Corpus Christi, la Semana Santa, etc., todas ellas acompañadas del “caldillo de matanza”, “el bollo de papas” o las habichuelas engazpachadas, con su pan de leña.
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