Gracias por abrir este "melón". A veces pareciera que los problemas de comunicación solo ocurren con personas neurotípicas, cuando los perfiles autistas difieren tanto entre sí (ya simplemente en el plano sensorial hipo/hiper) y las dificultades para adoptar el punto de vista cognitivo del otro siguen siendo un reto. Dos familiares autistas, "obligados" a convivir, pueden suponer un choque de montañas en cuanto a rutinas, razonamiento lógico-causal, atribución de las intenciones del otro, necesidades sensoriales, etc., en el que, lamentablemente, la discrepancia será casi siempre resuelta en beneficio del adulto. Esto puede llevar con el tiempo a un deterioro del vínculo y a posiciones aún más polarizadas, que en la dolescencia podrían terminan por estallar en forma de "problemas de conducta" (en su versión externalizante) o trastornos de ansiedad, depresión... (en su faceta internalizante). La conducta humana, autista o no, no se puede interpretar sin analizar qué función cumple, qué la desencadenó y qué consecuencias acarrea. En el caso autista, los desencadenantes pueden pasar desapercibidos para profesionales no autistas, pero es que, como decías, ser autista tampoco garantiza comprender qué le ocurre al otro. Muchas gracias por tus vídeos; creo que pueden ayudar a la reflexión, y es algo muy necesario.
Gracias por abrir este "melón". A veces pareciera que los problemas de comunicación solo ocurren con personas neurotípicas, cuando los perfiles autistas difieren tanto entre sí (ya simplemente en el plano sensorial hipo/hiper) y las dificultades para adoptar el punto de vista cognitivo del otro siguen siendo un reto.
Dos familiares autistas, "obligados" a convivir, pueden suponer un choque de montañas en cuanto a rutinas, razonamiento lógico-causal, atribución de las intenciones del otro, necesidades sensoriales, etc., en el que, lamentablemente, la discrepancia será casi siempre resuelta en beneficio del adulto. Esto puede llevar con el tiempo a un deterioro del vínculo y a posiciones aún más polarizadas, que en la dolescencia podrían terminan por estallar en forma de "problemas de conducta" (en su versión externalizante) o trastornos de ansiedad, depresión... (en su faceta internalizante).
La conducta humana, autista o no, no se puede interpretar sin analizar qué función cumple, qué la desencadenó y qué consecuencias acarrea. En el caso autista, los desencadenantes pueden pasar desapercibidos para profesionales no autistas, pero es que, como decías, ser autista tampoco garantiza comprender qué le ocurre al otro.
Muchas gracias por tus vídeos; creo que pueden ayudar a la reflexión, y es algo muy necesario.
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