[…] Había en la vecindad de nuestra viña un peral cargado de frutas que no eran apetecibles ni por su forma ni por su color. Fuimos, pues, muchachos perversos, a sacudir el peral durante la media noche, ya que hasta esta hora tardía habíamos alargado, según nuestra mala costumbre, nuestros juegos. Nos llevamos varias cargas grandes, pero no para comer las peras nosotros, sino para echárselas a los puercos. Y si algunas peras probamos, lo hicimos sólo por el gusto de hacer lo que estaba prohibido. Éste es, pues, Dios mío, mi corazón; el mismo corazón al que otorgaste tu misericordia cuando se hallaba en lo más profundo del abismo. Que él te confiese qué era lo que andaba yo buscando cuando era gratuitamente malo, pues para mi malicia no había otro motivo que la malicia misma. Era detestable, pero la amé; amé mi perdición, amé mi defecto. Y lo que amé no era el objeto por el que cometía el defecto, sino el defecto en sí mismo. Alma llena de torpezas, alma que se soltaba de tu firme apoyo encaminada rumbo al exterminio, sin otra finalidad en la ignominia que la ignominia misma […] "Confesiones - St. Agustín"
Nesse eu tava!
Eu estive nesse show. Inesquecível!
Muito bom, cara! Continua legendado as músicas do Petra! :D
1:47 kkkkkkkk
Tem o show completo?
[…] Había en la vecindad de nuestra viña un peral cargado de frutas que no eran apetecibles ni por su forma ni por su color. Fuimos, pues, muchachos perversos, a sacudir el peral durante la media noche, ya que hasta esta hora tardía habíamos alargado, según nuestra mala costumbre, nuestros juegos. Nos llevamos varias cargas grandes, pero no para comer las peras nosotros, sino para echárselas a los puercos. Y si algunas peras probamos, lo hicimos sólo por el gusto de hacer lo que estaba prohibido.
Éste es, pues, Dios mío, mi corazón; el mismo corazón al que otorgaste tu misericordia cuando se hallaba en lo más profundo del abismo. Que él te confiese qué era lo que andaba yo buscando cuando era gratuitamente malo, pues para mi malicia no había otro motivo que la malicia misma. Era detestable, pero la amé; amé mi perdición, amé mi defecto. Y lo que amé no era el objeto por el que cometía el defecto, sino el defecto en sí mismo. Alma llena de torpezas, alma que se soltaba de tu firme apoyo encaminada rumbo al exterminio, sin otra finalidad en la ignominia que la ignominia misma […]
"Confesiones - St. Agustín"
NOT Petra!!