La Virgen del Laberinto en la Iglesuela del Cid. TEMPLARIOS!

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  • Опубліковано 9 вер 2024
  • El laberinto de la ermita del Cid te llevará a la profundidad del alma templaria! Pocas localidades españolas tienen una historia y un patrimonio tan interesante, y desconocido, como hace gala de ello La Iglesuela del Cid. Población de 414 habitantes, a 1,227 m de altitud, en el corazón del Alto Maestrazgo, en la provincia de Teruel, a 106 km de la capital, dominando un emplazamiento estratégico, a mitad de camino entre Cantavieja, Mirambel, Villafranca del Cid y Mosqueruela. Un territorio que fue de templarios.
    La Iglesuela del Cid se alza sobre la ladera norte de La Moleta (1,643 m), dominando un fértil valle abierto por el profundo cauce del río de las Truchas y sus afluentes. Configurando un verdadera terraza natural, que llamaría la atención de numerosos pueblos desde tiempos prehistóricos. Pero fue en el cercano santuario de la Virgen del Cid, que corona un altozano, donde comenzó el origen de esta población.
    A sólo tres kilómetros de distancia del núcleo urbano se encuentra la ermita dedicada a la Virgen del Cid, patrona de la localidad. En el trayecto, un sendero abierto entre profundos barrancos, vemos numerosas formas de arquitectura en piedra seca (barracas de agricultor, aljibes, etc.). Se trata de construcciones sencillas, pero que no dejan de ser auténticas obras de arte, levantadas sin argamasa y cubiertas con bóveda o falsa cúpula, estrechamente vinculadas a formas de vida de otros tiempos en los cuales la ganadería y la agricultura eran los pilares del desarrollo humano. La arquitectura de piedra seca de La Iglesuela del Cid está declarada Bien de Interés Cultural.
    Gracias a la belleza espacial y la serenidad que se respira en esta zona, donde se alza el santuario, esta suave colina fue considerada territorio de descanso para el Más Allá; como lo confirman los restos arqueológicos encontrados que se remontan a la Edad del Bronce; sin olvidarnos de una necrópolis íbera y un panteón romano dedicado al dios Jano y el culto a las divinidades de ultratumba, como lo demuestran las lápidas funerarias y los restos de mausoleos, algunos reaprovechados en las construcciones medievales y modernas.

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