30 Julio 2024-Martes 17º Ordinario-Ciclo B-Mt 13, 36-43-El tiempo como espacio para amar.

EVANGELIO DEL MARTES 17º DEL TIEMPO ORDINARIO, 30 DE JULIO 2024-CICLO B: Mt 13, 36-43: «EL TIEMPO: ESPACIO PARA AMAR». Me contaron una historia real de una familia muy buena, muy católica, que no había podido tener hijos. La familia decidió adoptar un niño y fue a la casa de adopción. Ahí hablaron con la persona encargada. Y para sorpresa de todos, este matrimonio dijo a la encargada: "Oiga, queremos adoptar un niño, y queremos precisamente el niño que nadie haya querido adoptar". Así que la encargada trajo a una niña y aquella niña no podía oír, no podía hablar, no podía pensar porque no tenía cerebro. Y los que la adoptaron se decían para sí: "Éste niña que nadie quiere es para nosotros el amor que le tenemos al Señor". Y luego, aunque aquella niña no hablaba, pero la cuidaban con todo el cariño del mundo y comentaban: "Cuando le tocamos su corazón ella sonríe". ¡Qué hermoso escuchar esa frase, qué hermoso sentir el amor de Dios vivo cuando uno se entrega por alguien! Quizá alguno podría decir que esto no tiene sentido, pero pregúntate mejor si piensas con el corazón. El Evangelio de hoy nos habla de tener oídos para oír.
EL QUE TENGA OÍDOS PARA OÍR QUE OIGA. El tiempo es el espacio para amar, porque el Evangelio termina diciendo: "El que tenga oídos para oír que oiga". Esta frase sale en diferentes momentos. Jesús la dirige a todo mundo. ¿Qué quiere decir Jesús cuando habla de "oídos para oír"? El Reino de Dios está en nuestro corazón con el Bautismo y ahí tú tienes oídos para oír. Los oídos verdaderos para oír son no sólo cuando se oye, sino cuando con sencillez se escucha, se vive, se experimenta, se responde, se es responsable, se compromete. ¡Cuánto miedo tenemos al compromiso y Jesús está explicándonos el porqué de la cizaña y el porqué de la buena semilla. Es bien importante tener corazón para sentir, tener amor para vivir, tener al Señor como amigo. Ésta es la historia de cada uno de nosotros: conocer a Dios de corazón a corazón.
EL TIEMPO ES EL ESPACIO PARA AMAR. Jesús nos empieza a explicar que el Reino de Dios es como la semilla plantada en tu corazón y también le toca convivir con la cizaña. Por tanto, nos toca luchar y el tiempo es el espacio para trabajar. Todos los días experimentamos esta lucha entre la buena y mala semilla, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir y estamos entre que hacemos el bien, pero nos arrastra también el mal. ¡Es bueno siempre encomendarnos al Señor! El tiempo es ese espacio para merecer, para descubrir que el Señor es misericordioso, es paciente, te espera, te ofrece su amor, su cariño, su entrega, su dedicación. El tiempo es espacio para aprender a ganar la misericordia del Señor.
AL FINAL HABRÁ UNA COSECHA. Jesús nos habla de que al final habrá una cosecha, donde Dios apartará la buena semilla de la mala. Todos esperamos que la buena semilla salga triunfante por encima de la cizaña. Papá Dios plantó buena semilla y esto nos debe llenar de confianza, de seguridad. ¡Cuánta humildad y sencillez para caminar de la mano de Dios, porque "andando de su mano qué fácil es la vida". Andando de su mano podemos vencer y apartar toda posible cizaña. El tiempo es el espacio para confiar.
EL TIEMPO ES ESPACIO PARA AMARNOS Y AMAR A DIOS: Esto se realiza hablando cara a cara con Dios. No tengamos miedo. Podemos distraernos cuando hablamos con Dios, pero pido al Señor por mí y por ti, para que aprendamos a hablar cara a cara y escuchar a Dios con el corazón. Dios nos va a pedir cuentas y a recoger la cosecha. Los corruptos que se dejaron llevar por el mal, por la cizaña, serán arrojados fuera y como la cizaña quemados. Sin embargo, los ciudadanos del reino, que se distinguen por el amor, serán bendecidos por haberse comprometido en amar y amar de verdad. ¡Que la buena semilla triunfe porque creíste en Dios y aprovecharse el espacio que Dios te regaló para amar! ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C.