¿Por qué somos una gran comunidad? Despedida del Padre Caro de la parroquia de La Santa Cruz.

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  • Опубліковано 21 жов 2020
  • El capítulo dieciocho del evangelio de Mateo nos ofrece los elementos fundamentales para formar y forjar una verdadera comunidad cristiana: la humildad, la obediencia, responsabilizarnos de los débiles, evangelizar, vivir en constante oración y perdonar siempre, tal como lo hace Jesús.
    Mateo 18.
    1 - 5
    1 En aquella ocasión se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: -¿ Quién piensas que es el mayor en el Reino de los Cielos? 2Entonces llamó a un niño, lo puso en medio de ellos 3 y dijo: -En verdad les digo: si no se convierten y se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. 4 Pues todo el que se humille como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos; 5 y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.
    15 - 20
    15» Si tu hermano peca contra ti, vete y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no escucha, toma entonces contigo a uno o dos, para que cualquier asunto quede firme por la palabra de dos o tres testigos. 17 Pero si no quiere escucharlos, díselo a la Iglesia. Si tampoco quiere escuchar a la Iglesia, tenlo por pagano y publicano. 18» Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo. 19» Les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir, mi Padre que está en los cielos se lo concederá. 20 Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
    21 - 35:
    21 Entonces, se acercó Pedro a preguntarle: -Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le respondió: -No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 23 Por eso el Reino de los Cielos viene a ser como un rey que quiso arreglar cuentas con sus siervos. 24 Puesto a hacer cuentas, le presentaron uno que le debía diez mil talentos. 25 Como no podía pagar, el señor mandó que fuese vendido él con su mujer y sus hijos y todo lo que tenía, y que así pagase. 26 Entonces el siervo, se echó a sus pies y le suplicaba: «Ten paciencia conmigo y te pagaré todo». 27 El señor, compadecido de aquel siervo, lo mandó soltar y le perdonó la deuda. 28 Al salir aquel siervo, encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándole, lo ahogaba y le decía: «Págame lo que me debes». 29 Su compañero, se echó a sus pies y se puso a rogarle: «Ten paciencia conmigo y te pagaré». 30 Pero él no quiso, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Al ver sus compañeros lo ocurrido, se disgustaron mucho y fueron a contar a su señor lo que había pasado. 32 Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado. 33 ¿ No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo la he tenido de ti?» 34 Y su señor, irritado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagase toda la deuda. 35 Del mismo modo hará con ustedes mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano

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