𝗠𝗮𝗹𝗲𝗯𝗼𝗹𝗴𝗲. 𝗘𝘀𝗰𝘂𝗹𝘁𝘂𝗿𝗮, 𝗱𝗶𝗯𝘂𝗷𝗼, 𝘃𝗶𝗱𝗲𝗼 [𝗜𝗻𝗮𝘂𝗴𝘂𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻] | 𝗡𝗼𝗿𝗸𝗮 𝗨𝗿𝗶𝗯𝗲

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  • Опубліковано 11 вер 2024
  • 𝗠𝗮𝗹𝗲𝗯𝗼𝗹𝗴𝗲. 𝗘𝘀𝗰𝘂𝗹𝘁𝘂𝗿𝗮, 𝗱𝗶𝗯𝘂𝗷𝗼, 𝘃𝗶𝗱𝗲𝗼 [𝗜𝗻𝗮𝘂𝗴𝘂𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻] | 𝗡𝗼𝗿𝗸𝗮 𝗨𝗿𝗶𝗯𝗲
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    «𝗠𝗮𝗹𝗲𝗯𝗼𝗹𝗴𝗲. 𝗘𝘀𝗰𝘂𝗹𝘁𝘂𝗿𝗮, 𝗱𝗶𝗯𝘂𝗷𝗼 𝘆 𝘃𝗶́𝗱𝗲𝗼. 𝙊𝙗𝙧𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙉𝙤𝙧𝙠𝙖 𝙐𝙧𝙞𝙗𝙚
    Ꮮꮎꮪ ꭼꮪꮲꭼꭱꭺꮇꮎꮪ ꮋꭺꮪꭲꭺ ꭼꮮ 23 ꭰꭼ ꭺᏽꮎꮪꭲꮎ!
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    La imagen común es la del fuego: un hervidero de almas torturadas por los vicios cometidos. La de Dante, en cambio, es la del hielo, un lago gélido, gruesa bruma circundando. El hielo duro y estéril que inmoviliza a los condenados, en oposición al ardor del Espíritu que abriga y vivifica. Este es el infierno que describe Dante en el Canto XXXIV de 𝘓𝘢 𝘋𝘪𝘷𝘪𝘯𝘢 𝘊𝘰𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢.
    Los vientos gélidos que soplan en descenso coinciden a menudo con una paralización del habla: Tiritar equivale en Dante a balbucear (Canto XXXII). La lengua se anuda o tropieza consigo misma allí donde el frio pavor de lo observado deviene inenarrable.
    Hablar es también una cuestión de temperaturas.
    Siglos atrás, Anaxímenes de Mileto ve en el aire el 𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦́ de todas las cosas, la sustancia que reúne a los contrarios. Razonaba que lo frío y lo caliente son en realidad efectos de una operación bucal: 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘧𝘳𝘪́𝘢 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦 𝘺 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘥𝘦𝘯𝘴𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘢 𝘣𝘰𝘤𝘢, 𝘦𝘭 𝘢𝘭𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘴𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘢 𝘺 𝘴𝘦 𝘤𝘢𝘭𝘪𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘳𝘢𝘳𝘦𝘧𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯. Lo que sucede en la boca sucede también en el cosmos y así las fluctuaciones de la materia se explican por la condensación del aire en mayor o menor grado: la máxima condensación deviene piedra, la más laxa sobreviene viento.
    Hablar es una respiración con promesa de sentido. Algo se abre y se cierra, el aire frio y caliente se cuela entre los dientes. Los labios son la interfase de esa vibración. Los intervalos del silencio son oscuros, la palabra es un poro variable por el cual la luz ingresa al cuerpo.
    𝘔𝘢𝘭𝘦𝘣𝘰𝘭𝘨𝘦 escribe Dante para aludir a las zonas de los fraudulentos y aduladores en el octavo círculo del infierno. “Malas bolsas” sería la traducción más cercana al español. 𝘔𝘢𝘭𝘦𝘣𝘰𝘭𝘨𝘦 es gris, de piedra. Nadie respira allí, prima la deformidad, la identidad se pierde, reverbera.
    Habitar una bolsa. Hablar sin estar dentro. ¿Cómo hacerlo?
    Norka Uribe trabaja en esa fluctuación.
    𝘙𝘰𝘥𝘳𝘪𝘨𝘰 𝘝𝘦𝘳𝘢, 𝘑𝘶𝘭𝘪𝘰 𝘥𝘦 2024
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    Si yo tuviera rimas estridentes y ásperas
    adecuadas al pozo miserable
    en el que las demás rocas se apoyan, 3
    más plenamente exprimiría el jugo
    de mi concepto, pero al no tenerlas,
    a escribir me dispongo no sin miedo; 6
    pues no es empresa fácil ni ligera
    hablar del fondo de todo el universo,
    o de lengua que diga mami o papi. 9
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙓𝙄𝙄)
    ¿Quién podría narrar incluso en prosa
    plenamente la sangre y las heridas
    que yo vi allí, probando y reescribiendo? 3
    Toda lengua por cierto sería escasa
    por la palabra nuestra y por la mente,
    ya que no alcanzan para contenerlas. 6
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙑𝙄𝙄𝙄)
    sabe que no son torres: son gigantes,
    y están en torno al pozo tras el borde
    adentro del ombligo para abajo». 33
    Como cuando la niebla se disipa,
    la mirada de a poco configura
    lo que esconde el vapor que espesa el aire, 36
    perforando así el aire oscuro y denso,
    más y más acercándome a la orilla,
    mi error huía y me crecía el miedo; 39
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙓𝙄)
    Una estrecha abertura de la Muda
    que se llama por mí torre del hambre,
    que aún a más gente encerrará, 24
    me había mostrado ya por su orificio
    más de una luna, cuando yo tuve el mal sueño
    que el velo del futuro desgarró. 27
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙓𝙄𝙄𝙄)
    Yo lo había agarrado de los pelos,
    y le había arrancado unos mechones,
    y él ladraba con los ojos hacia abajo, 105
    cuando otro gritó «Bocca, ¿qué te pasa?
    ¿no te basta sonar con las mandíbulas?
    ¿también ladras?, ¿qué diablos te sucede?». 108
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙓𝙄𝙄)
    Como cuando se extiende gruesa niebla,
    o si en nuestro hemisferio cae la noche,
    y un molino de viento se ve lejos, 6
    un edificio así creí estar viendo;
    y del viento detrás me reparé
    de mi guía, no habiendo otro refugio. 9
    Ya estaba, y con temor lo pongo en verso,
    donde todas las sombras se cubrían:
    se veían como hebras en el vidrio. 11
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙓𝙄𝙑)
    «Antes de que me arranque del abismo,
    maestro», dije yo al estar erguido,
    «háblame un poco, sácame de dudas: 102
    ¿dónde está el hielo? ¿y esté como está clavado
    cabeza abajo? ¿y cómo en poco tiempo
    viajó el sol de la noche a la mañana?» 105
    (𝙄𝙣𝙛𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤: 𝘾𝙖𝙣𝙩𝙤 𝙓𝙓𝙓𝙄𝙑)
    𝘛𝘳𝘢𝘥𝘶𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯: 𝘊𝘭𝘢𝘶𝘥𝘪𝘢 𝘍𝘦𝘳𝘯𝘢́𝘯𝘥𝘦𝘻

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