Un día viernes, ya bastante lejano, Marco Antonio iba caminando frente a Catedral Metropolitana. De pronto vio venir frente a él, a un hombre minusválido, que al caminar le dio la impresión de que iba bailando. Marco Antonio se movió a risa. El domingo siguiente, Marco Antonio fue a su práctica de natación. La piscina era poco profunda; Marco Antonio se lanzó de pie del trampolín, golpeando con todo el peso de su cuerpo el suelo de la piscina. Durante dos o tres semanas, Marco Antonio estuvo renqueando, recordando cómo se había reído de aquel minusválido, aquella tarde de un dia viernes ya muy lejano, frente a Catedral Metropolitana. De esa manera tuvo su recompensa por haberse sentido arrogante.
Un día viernes, ya bastante lejano, Marco Antonio iba caminando frente a Catedral Metropolitana. De pronto vio venir frente a él, a un hombre minusválido, que al caminar le dio la impresión de que iba bailando. Marco Antonio se movió a risa. El domingo siguiente, Marco Antonio fue a su práctica de natación. La piscina era poco profunda; Marco Antonio se lanzó de pie del trampolín, golpeando con todo el peso de su cuerpo el suelo de la piscina. Durante dos o tres semanas, Marco Antonio estuvo renqueando, recordando cómo se había reído de aquel minusválido, aquella tarde de un dia viernes ya muy lejano, frente a Catedral Metropolitana. De esa manera tuvo su recompensa por haberse sentido arrogante.