¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen! Padre Jesús. Junio 23 2024. José Cafasso, St.

Поділитися
Вставка
  • Опубліковано 22 чер 2024
  • José Cafasso, Santo.
    Presbítero.
    Martirologio Romano: En Turín, en el Piamonte, Italia, san José Cafasso, presbítero, que se dedicó a la formación espiritual y cultural de los futuros clérigos, y a reconciliar con Dios a los presos encarcelados y a los condenados a muerte. († 1860)
    Fecha de beatificación: 3 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI
    Fecha de canonización: 22 de junio de 1947 por el Papa Pío XII
    es.catholic.net/op/articulos/3...
    EVANGELIO
    Del santo Evangelio según San Marcos 4, 35-41
    Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: “Vamos a la otra orilla”. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?”. Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio, enmudece!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?”. Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: “¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!”.
    Palabra del Señor.
    LECTIO DIVINA
    PARA MEDITAR
    Qué maravillosa experiencia se nos comunica, pues la palabra divina y creadora, la palabra que hace nuevas todas las cosas, la palabra que hace que sobrevenga una gran calma, es una persona, es Jesús. Ahora entendemos que es revelación de su identidad. Ella tiene un rostro, tiene una voz propia, posee autoridad sobre las fuerzas que nos amenazan; hace tomar conciencia de la necesidad de la fe para vencer los ataques de la naturaleza y del mal; es el medio más alto y esencial de la revelación de su identidad, es la afirmación de su autenticidad, es expresión de su poder como el más fuerte, es su lenguaje de identidad, es la manifestación de su interioridad original.
    La palabra nos revela la identidad de Jesús, nos obliga también a asumir las consecuencias de la fe que implica tener una gran confianza en Dios como la mostrada por Jesús que duerme tranquilamente durante la tormenta. Implica, además, una gran confianza en Jesús, su poder universal y en su dominio sobre la naturaleza, pues Él infunde la convicción de que nada malo nos sucederá mientras tengamos fe en Él y estemos adheridos a su persona. Él debe ser el objeto de nuestra fe. En Él depositamos una confianza fun­damental que nos lleva a vencer el riesgo, que nos hace vivir en la certidumbre de nuestra vocación que nos impulsa a realizar nuestro propio proyecto existencial por fe.
    PARA REFLEXIONAR
    ¿Cómo mostrar a los que dudan del poder de la Palabra de Dios, del poder de la fe y de la autoridad de Jesús que ellos pueden encontrar en nuestro testimonio motivos para creer?
    ¿Qué realidades afronta el ser humano hoy que para ser vencidas requieren el poder de la fe?
    ORACIÓN FINAL
    Padre, gracias porque tu Espíritu Santo guía a nuestra comunidad en la comprensión de la identidad de Jesús, de su autoridad sobre todo lo que amenaza u oprime nuestra vida. Danos la capacidad de testimoniar que hasta el viento y el mar obedecen a su palabra, que nada se resiste a su poder. Amén.
    ----------
    «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
    Rev. D. Antoni CAROL I Hostench
    (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
    Hoy en estos tiempos de «fuerte borrasca» nos vemos interpelados por el Evangelio. La humanidad ha vivido dramas que, como olas violentas, han irrumpido sobre hombres y pueblos enteros, particularmente durante el siglo XX y los albores del XXI. Y, a veces, nos sale del alma preguntarle: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38); si Tú verdaderamente existes, si Tú eres Padre, ¿por qué ocurren estos episodios?
    Ante el recuerdo de los horrores de los campos de concentración de la II Guerra Mundial, el Papa Benedicto se pregunta: «¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción?». Una pregunta que Israel, ya en el Antiguo Testamento, se hacía: «¿Por qué duermes? (…). ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia?» (Sal 44,24-25).
    Dios no responderá a estas preguntas: a Él le podemos pedir todo menos el porqué de las cosas; no tenemos derecho a pedirle cuentas. En realidad, Dios está y está hablando; somos nosotros quienes no estamos [en su presencia] y, por tanto, no oímos su voz. «Nosotros dice Benedicto XVI no podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia. En ese caso, no defenderíamos al hombre, sino que contribuiríamos sólo a su destrucción».
    evangeli.net/evangelio/dia/20...

КОМЕНТАРІ • 1