El Hombre Cristo Jesús / Charles Spurgeon (Hebreos 7:4)

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  • Опубліковано 7 лют 2025
  • “Considerad, pues, cuán grande era éste.”
    Hebreos 7:4.
    “Considerad, pues, la grandeza de este hombre.”
    Hebreos 7:4.
    La Biblia de las Américas.
    Consideren la grandeza de Melquisedec. Hay algo majestuoso alrededor de cada movimiento de esa figura tenuemente revelada. Su única y sola aparición es descrita apropiadamente en el Libro de Génesis, así: “Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.” El pasaje que describe a Melquisedec es muy pequeño, pero no vemos nada pequeño en él. Él aparece aquí y se desvanece, en lo relativo a la página histórica; sin embargo, él es “sacerdote para siempre,” y “se da testimonio de que vive.” Todo lo relativo a él está en una escala majestuosa y sublime.
    “Considerad, pues, cuán grande era éste” en la combinación de sus oficios. Él es mencionado debidamente como sacerdote y como rey: rey de justicia y paz, y al mismo tiempo sacerdote del Dios Altísimo. Se puede decir de él que se sentaba como sacerdote en su trono. Él ejercía ese doble oficio para gran bendición de quienes estaban con él; pues da la impresión que lo que hizo con Abraham, era algo típico en toda su vida; lo bendijo en el nombre del Dios Altísimo. “Considerad, pues, cuán grande era éste,” que no sólo gobernaba a su pueblo con justicia, trayéndoles paz, sino que era su representante ante Dios y el representante de Dios ante ellos; y en cada una de esas condiciones distribuía bendiciones divinas.

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