18° Domingo después de Pentecostés - Ciclo B - Año 2024
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- Опубліковано 18 лис 2024
- Lecturas completas:
Salmo 54 / Jeremías 11,18-20 / Santiago 3, 13-4,3.7-8ª / Marcos 9,30-37
Gracia y Paz de Dios a todos ustedes. Amén.
Reflexión:
Jesús en el camino les venía hablando de su entrega, de que lo iban a matar y que luego iba a resucitar, los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas al respecto, entonces se pusieron a hablar de lo que sí comprendían entre ellos, cuestión que giraba en torno a discutir quién de entre ellos era 'superior', a quién los demás debían obedecer. Notemos que Jesús plantea la entrega, muerte y resurrección, mientras que lo humano en los discípulos, les llevaba a discutir la jerarquía de mando; Dios brindándose al servicio y la salvación de su creación, mientras que la humanidad de los discípulos discutía para ‘salvarse’ y hacerse servir por los demás.
Pareciera que con cierta ‘culpa’ los discípulos callaban ante la pregunta de Jesús: ¿De qué hablaban en el camino? En ese ‘callar’ parece latir una idea de que podían hacer algo que no fuera conocido por su maestro, al mismo tiempo que sospechar que eso que querían ‘callar’ no le caería muy bien a su maestro. Y Jesús hace de esta situación una oportunidad de aprendizaje, y propone una enseñanza muy específica para su discipulado: 'El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos'. Así Jesús sale al cruce de las discusiones que se suelen darse entre su discipulado, y así ayuda a que se comprenda mejor lo que significa su ejemplo de entrega, muerte y resurrección. Es notable también que esta enseñanza recae sobre todo en los sentimientos, más que en lo racional: ‘el que quiere ser el primero…’ Lo que el ser humano ‘entiende’ sin mucho esfuerzo, es que puede dar órdenes y hacerse servir por otros o acatar órdenes y servir a otros; por lo general despreciando e intentando siempre alejase del ‘recibir órdenes y tener que ser servidor de otros’, y procurando posicionarse en un lugar donde pueda hacerse servir y dar órdenes, entendiendo esto último como algo bueno. Jesús alerta a su discipulado lo contradictorio que resulta esto con el ejemplo Cristiano, y les lleva a reflexionar que aquello que evitan o no desean para sus vidas es lo que se debe aspirar, por eso lo que debe ser educado antes que nada son los sentimientos humanos. Siendo discípulos de Jesucristo se debe llegar a desear un lugar servicial, con la suficiente humildad para no pretenderse superiores a otros por alguna excusa, y antes de dar órdenes a otros, mostrarse siempre dispuestos a colaborar en lo que esté a su alcance.
El ejemplo del niño está relacionado con el joven apostolado de sus discípulos: 'El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado'. Los pequeños refiere simbólicamente a aquel discipulado que se dispone a educar sus sentimientos y a replantearse la centralidad de la condición cristiana en el mundo, trabajar ese deseo humano de buscar una posición jerárquica que lo aleja del servicio al otro, para madurar el deseo de seguir el ejemplo de Jesucristo, el compromiso y entrega que nos conduce a la cruz de Cristo y a la resurrección. El que ‘recibe’ a una persona con esta disposición, recibe a Jesucristo y a Dios mismo.
Santiago nos permite visualizar con más claridad a qué nos conduce el deseo humano que nos aleja de Dios, y en qué podemos visualizar que Dios está cerca de nosotros. Lo expresa en estos términos: ‘…si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se vanaglorien ni falten a la verdad. … Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden. O bien, piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones. ¡Corazones adúlteros!...’ He aquí un matiz de las discusiones de los discípulos por ‘quién era más grande o superior a los otros’. Y esto se contrasta con lo que Santiago señala que proviene de Dios, dice: ‘…la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera. Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.’
Pensemos donde están puestos nuestros deseos, a dónde se dirigen nuestras aspiraciones, cuáles son nuestras luchas y peleas camino a lo que deseamos, y sobre todo observemos el resultado; permitamos una pausa en la inercia de lo cotidiano y mirar qué es lo que estamos dejando tras nuestro camino en las realidades que transitamos.
Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento nos guarde a cada uno en la verdadera fe hasta la vida eterna.
Amén.
Pastor Fabián, 18° Domingo después de Pentecostés - Ciclo B - año 2024.
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