Los hipócritas religiosos demandan señales espectaculares a Jesús

Jesús explica en este pasaje algo sumamente importante para que conozcamos la intensidad de su juicio sobre los incrédulos que no quicieron renovar sus creencias en Dios, y en su Hijo Jesucristo.
Usa el ejemplo de los escribas y fariseos, que después de haber sido testigos del poder que acompañaba y respaldaba la doctrina de Jesús, no quicieron creer ni renovar su entendimiento en todo lo referente a Dios.
Abrazaban su religiosidad, y en su hipocresía, llegaron incluso al grado de albergar sentimientos homicidas en contra de Jesús:
1) Los ninivitas (siendo una nación gentil, es decir, que no eran la nación que Dios había elegido), pudieron ser capaces de arrepentirse por la pobre predicación de juicio de parte del profeta Jonás. En contraste, Jesús había mostrado una mucho mejor predicación, llena de misericordia, compasión, amor y señales milagrosas. Jesús siendo infinitamente mejor que Jonás, no fue reconocido por los hipócritas religiosos. Dios juzgará con mayor firmeza a estos judíos, que por su dureza de corazón y su religiosidad que mostraba su moral externa, pero su corazón estaba muy alejado del verdadero Dios.
2) La reina de Sabá, siendo extrangera y sin conocer al Dios de la Biblia, pudo reconocer a Dios a través de la sabiduría de Salomón. Ella por tanto, juzgará a los escribas y fariseos porque no pudieron ver la grandeza de Jesús que es infinitamente mayor que Salomón.
3) Así como en el mundo espiritual sucede cuando un demonio es expulsado de una persona, si la persona no llega al arrepentimiento genuino y persiste en sus pecados, luego de un tiempo el espíritu inmundo regresa junto con siete demonios peores, para volver a tomar posesión de la persona. Su postrer estado es peor que el primero. Esto también es un juicio de Dios para todo aquel que viendo y oyendo el mensaje del evangelio, se niega a creer en Jesús.