Giordano Bruno, el espejo del infinito | Ciencia en bicicleta | Planetario de Medellín

Se lanzó al riesgo de pensar con libertad, de decir, por ejemplo, que “Hay incontables soles y una infinidad de planetas que los orbitan”, cuando era blasfemia considerar que solo somos un punto en el cosmos. Y por divergir la Inquisición lo calcinó en la hoguera, pulverizó sus restos a martillazos y esparció sus cenizas al viento para que nadie las conservará como reliquias. Pero las ideas del filósofo Giordano Bruno sobrevivieron al fuego y cambiaron la historia, irrigando las ideas de pensadores como el matemático Gottfried Leibniz, el poeta y naturalista Wolfgang von Goethe o el filósofo Friedrich Schelling.
La vida de Giordano Bruno fue una huida constante por la Europa culta de entonces. El contacto con los ambientes más dispares de su época enriqueció sus escritos con intuiciones que hoy tal vez puedan servirnos. Son notables, por cierto, sus contribuciones a las artes de la memoria o mnemotecnia, consideradas en su tiempo un campo emparentado con la brujería, la alquimia y la astrología.
Bruno pasó los últimos ocho años de su vida en la cárcel de la Inquisición, primero en Venecia y después en Roma, donde fue quemado el 19 de febrero de 1600. En este encuentro de Ciencia en bicicleta hablaremos de aquellos surcos que inauguraron las ideas de Giordano Bruno en la ciencia y la filosofía.
Conversan: Gabriel Jaime Gómez, divulgador y exdirector del Planetario de Medellín, Manuela Sánchez, ingeniería y librera en Librería Siempreviva
Modera: David Vásquez Muriel, biólogo, divulgador y magíster en Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad
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