Bienvenidos sean todos los que hoy buscan refugio en la presencia de Dios, aquellos que llegan con corazones cargados de esperanza, fe y necesidad. Hoy es un momento especial, un tiempo sagrado en el que nos reunimos para elevar un clamor ante el trono de la gracia, creyendo firmemente en las promesas de nuestro Padre celestial. La Palabra de Dios nos recuerda en Éxodo 15:26: “Yo soy el Señor, tu sanador.” Este versículo es una declaración poderosa, un recordatorio de que no enfrentamos nuestras batallas solos, que Dios está con nosotros, listo para intervenir con Su amor infinito y Su poder sanador. En Él encontramos fortaleza para nuestros cuerpos, consuelo para nuestras almas y paz para nuestras mentes. Hoy, vamos a abrir nuestro corazón, dejando a un lado nuestras preocupaciones, entregando nuestras cargas al único que puede transformarlas en bendiciones. Nos uniremos en oración, no solo por nosotros, sino también por quienes amamos, por aquellos que necesitan una palabra de aliento y un toque divino en sus vidas. En este momento, deja que la calma inunde tu ser, permite que la presencia de Dios te envuelva, porque donde están dos o más reunidos en Su nombre, Él está en medio. No importa cuán grande sea el desafío, no importa cuán oscura parezca la noche, recuerda que la luz de Dios siempre brilla más fuerte y Su amor nunca falla. Prepárate para entrar en este tiempo de oración con un espíritu humilde, una fe renovada y un corazón dispuesto a recibir Su paz y Su sanación. Mientras comenzamos este clamor de sanación divina, hagámoslo con la certeza de que nuestro Dios es fiel, que Su palabra es verdadera y que Él escucha cada una de nuestras súplicas. Ahora, con reverencia y devoción, elevemos juntos nuestra voz hacia el cielo y permitamos que la presencia del Señor toque nuestras vidas de una manera especial.
Buenos tarde
Amen amen Dios te bendiga
Bienvenidos sean todos los que hoy buscan refugio en la presencia de Dios, aquellos que llegan con corazones cargados de esperanza, fe y necesidad. Hoy es un momento especial, un tiempo sagrado en el que nos reunimos para elevar un clamor ante el trono de la gracia, creyendo firmemente en las promesas de nuestro Padre celestial.
La Palabra de Dios nos recuerda en Éxodo 15:26: “Yo soy el Señor, tu sanador.” Este versículo es una declaración poderosa, un recordatorio de que no enfrentamos nuestras batallas solos, que Dios está con nosotros, listo para intervenir con Su amor infinito y Su poder sanador. En Él encontramos fortaleza para nuestros cuerpos, consuelo para nuestras almas y paz para nuestras mentes.
Hoy, vamos a abrir nuestro corazón, dejando a un lado nuestras preocupaciones, entregando nuestras cargas al único que puede transformarlas en bendiciones. Nos uniremos en oración, no solo por nosotros, sino también por quienes amamos, por aquellos que necesitan una palabra de aliento y un toque divino en sus vidas.
En este momento, deja que la calma inunde tu ser, permite que la presencia de Dios te envuelva, porque donde están dos o más reunidos en Su nombre, Él está en medio. No importa cuán grande sea el desafío, no importa cuán oscura parezca la noche, recuerda que la luz de Dios siempre brilla más fuerte y Su amor nunca falla.
Prepárate para entrar en este tiempo de oración con un espíritu humilde, una fe renovada y un corazón dispuesto a recibir Su paz y Su sanación. Mientras comenzamos este clamor de sanación divina, hagámoslo con la certeza de que nuestro Dios es fiel, que Su palabra es verdadera y que Él escucha cada una de nuestras súplicas.
Ahora, con reverencia y devoción, elevemos juntos nuestra voz hacia el cielo y permitamos que la presencia del Señor toque nuestras vidas de una manera especial.