Cuenta el especialista Lino Betancourt que un reconocido político cubano de principios del siglo XX era asiduo asistente a una peña de trovadores donde se reunían Manuel Corona, María Teresa Vera y otros. Un día llevó a Longina O’Farril (que había sido nana del reconocido revolucionario Julio Antonio Mella en su infancia) y le pidió expresamente a Corona que le dedicara una canción a la hermosa mulata. Corona se comprometió y en el siguiente encuentro presentó la obra, que como es conocido, ha vencido la barrera del tiempo, Años más tarde Corona y Longina volvieron a encontrarse y surgió una nueva composición, Rosa negra. A solicitud de Longina sus restos mortales descansan en el cementerio de Caibarién junto a los de su amigo Manuel Corona.
Cuenta el especialista Lino Betancourt que un reconocido político cubano de principios del siglo XX era asiduo asistente a una peña de trovadores donde se reunían Manuel Corona, María Teresa Vera y otros. Un día llevó a Longina O’Farril (que había sido nana del reconocido revolucionario Julio Antonio Mella en su infancia) y le pidió expresamente a Corona que le dedicara una canción a la hermosa mulata.
Corona se comprometió y en el siguiente encuentro presentó la obra, que como es conocido, ha vencido la barrera del tiempo, Años más tarde Corona y Longina volvieron a encontrarse y surgió una nueva composición, Rosa negra.
A solicitud de Longina sus restos mortales descansan en el cementerio de Caibarién junto a los de su amigo Manuel Corona.