El ejemplo que pones contigo mismo es muy bueno, Alberto. Tú eres consciente de esa necesidad de seguridad, y CON TODO, has tenido el coraje de hacerte autónomo. Los seises que no se conocen a si mismos, se hacen polis o militares ( creen que hallarán seguridad trabajando para el estado...)
La disonancia cognitiva, en tanto fenómeno de índole psicológica y ontológica, puede ser analizada como una perturbación intrínseca al alma racional que, al encontrarse ante proposiciones o creencias antitéticas, se ve sumida en una crisis de harmonía interna que desafía tanto el orden intelectual como el ético del individuo, y que, en el plano colectivo, manifiesta las tensiones inherentes a las estructuras ideológicas compartidas. Desde un enfoque aristotélico, esta disonancia puede ser entendida como un conflicto entre las potencias del alma, particularmente entre el nous, o intelecto teórico, cuya función es captar las formas universales, y la dianoia, el pensamiento discursivo que opera en el plano contingente de lo particular, donde las contradicciones surgen debido a la insuficiencia del conocimiento empírico para aprehender la totalidad del ser. En este sentido, la disonancia cognitiva señala un desajuste entre el orden epistémico, donde la verdad se revela como la correspondencia entre la intelección y la realidad, y el orden psicológico, donde las creencias adquiridas mediante la experiencia sensorial o la tradición pueden estar contaminadas por errores o prejuicios. En términos platónicos, la disonancia cognitiva podría conceptualizarse como la confrontación entre las sombras proyectadas en la caverna de la percepción sensible y la luz de las ideas que, al ser contempladas por el alma en su ascenso dialéctico, iluminan las verdaderas esencias del mundo. Este conflicto refleja la tensión inherente al alma tripartita de Platón, donde la parte racional, o logistikon, busca alinear las otras dos partes -el thymos, asociado al espíritu y la voluntad, y el epithymetikon, relacionado con los deseos y las pasiones- en pos del bien supremo. La disonancia cognitiva, en este contexto, emerge como un síntoma de la anomia que surge cuando las partes inferiores del alma dominan a la razón, imponiendo juicios falsos o incompletos que contradicen la verdad ontológica descubierta en la esfera de las ideas. Así, el individuo atrapado en la disonancia cognitiva se asemeja al prisionero de la alegoría de la caverna que, habiendo vislumbrado la luz exterior, debe reconciliar la claridad de la verdad con las sombras engañosas de sus percepciones anteriores. Desde la óptica socrática, la disonancia cognitiva puede ser reinterpretada como una aporía, es decir, un estado de perplejidad y desconcierto que, lejos de ser un defecto de la razón, constituye un punto de partida necesario para la búsqueda de la verdad. Sócrates, en su método dialéctico, confrontaba a sus interlocutores con las contradicciones inherentes a sus creencias para desestabilizarlas, generando así un espacio de cuestionamiento que permitía al alma purgarse de los errores y ascender hacia una forma superior de conocimiento. En este sentido, la disonancia cognitiva, aunque inicialmente dolorosa, puede ser vista como un medio terapéutico y pedagógico, una especie de "partería" intelectual que, al sacar a la luz las incoherencias internas, facilita el nacimiento de un entendimiento más elevado y coherente. Aquí, el reconocimiento de la ignorancia propia, simbolizado en el dictum socrático "solo sé que no sé nada", actúa como el catalizador para la trascendencia del error hacia la sabiduría. Por último, desde la perspectiva estoica representada por Séneca, la disonancia cognitiva podría interpretarse como una expresión de la perturbatio animi, las pasiones desordenadas que surgen cuando el alma se aparta del logos, o razón divina, que estructura y gobierna el cosmos. Para Séneca, las pasiones no son más que juicios equivocados que distorsionan la percepción del bien y el mal, y que deben ser erradicados mediante la aplicación de la ratio recta, o razón recta, que permite al individuo vivir en armonía con la naturaleza. La disonancia cognitiva, al revelar la fragmentación de las creencias del individuo, ofrece una oportunidad para practicar la virtud estoica de la sophrosyne, o templanza, mediante la cual el alma puede reintegrar sus partes discordantes y alinearse nuevamente con el orden universal. Este proceso no está exento de sufrimiento, ya que implica una confrontación con las ilusiones y apegos que sostienen las creencias falsas, pero dicho sufrimiento, en última instancia, no es más que el precio necesario para alcanzar la apatheia, o imperturbabilidad del alma, que es el ideal ético del sabio estoico. En síntesis, la disonancia cognitiva, lejos de ser una mera anomalía psíquica, debe ser comprendida como un fenómeno complejo que involucra las dimensiones epistémica, ética y metafísica del ser humano. Desde una perspectiva aristotélica, es el reflejo de una discordancia entre las potencias del alma y su objeto propio; desde una visión platónica, es la manifestación del choque entre las sombras de la ignorancia y la luz de la verdad; desde el enfoque socrático, es una aporía que impulsa al alma hacia la purificación y el conocimiento; y desde la doctrina estoica, es una perturbación que, si es afrontada con virtud y razón, puede conducir a la armonía con el cosmos. Así, la disonancia cognitiva no debe ser temida ni evitada, sino abrazada como un medio para la realización del telos humano, que no es otro que la perfección de la razón y la integración del individuo en el orden universal.
El ejemplo que pones contigo mismo es muy bueno, Alberto.
Tú eres consciente de esa necesidad de seguridad, y CON TODO, has tenido el coraje de hacerte autónomo.
Los seises que no se conocen a si mismos, se hacen polis o militares ( creen que hallarán seguridad trabajando para el estado...)
Quizás sea un 6 kamikaze 😂
Muy bien explicado. Siempre tan concreto, sencillo, práctico y directo.
Enhorabuena
La disonancia cognitiva, en tanto fenómeno de índole psicológica y ontológica, puede ser analizada como una perturbación intrínseca al alma racional que, al encontrarse ante proposiciones o creencias antitéticas, se ve sumida en una crisis de harmonía interna que desafía tanto el orden intelectual como el ético del individuo, y que, en el plano colectivo, manifiesta las tensiones inherentes a las estructuras ideológicas compartidas. Desde un enfoque aristotélico, esta disonancia puede ser entendida como un conflicto entre las potencias del alma, particularmente entre el nous, o intelecto teórico, cuya función es captar las formas universales, y la dianoia, el pensamiento discursivo que opera en el plano contingente de lo particular, donde las contradicciones surgen debido a la insuficiencia del conocimiento empírico para aprehender la totalidad del ser. En este sentido, la disonancia cognitiva señala un desajuste entre el orden epistémico, donde la verdad se revela como la correspondencia entre la intelección y la realidad, y el orden psicológico, donde las creencias adquiridas mediante la experiencia sensorial o la tradición pueden estar contaminadas por errores o prejuicios.
En términos platónicos, la disonancia cognitiva podría conceptualizarse como la confrontación entre las sombras proyectadas en la caverna de la percepción sensible y la luz de las ideas que, al ser contempladas por el alma en su ascenso dialéctico, iluminan las verdaderas esencias del mundo. Este conflicto refleja la tensión inherente al alma tripartita de Platón, donde la parte racional, o logistikon, busca alinear las otras dos partes -el thymos, asociado al espíritu y la voluntad, y el epithymetikon, relacionado con los deseos y las pasiones- en pos del bien supremo. La disonancia cognitiva, en este contexto, emerge como un síntoma de la anomia que surge cuando las partes inferiores del alma dominan a la razón, imponiendo juicios falsos o incompletos que contradicen la verdad ontológica descubierta en la esfera de las ideas. Así, el individuo atrapado en la disonancia cognitiva se asemeja al prisionero de la alegoría de la caverna que, habiendo vislumbrado la luz exterior, debe reconciliar la claridad de la verdad con las sombras engañosas de sus percepciones anteriores.
Desde la óptica socrática, la disonancia cognitiva puede ser reinterpretada como una aporía, es decir, un estado de perplejidad y desconcierto que, lejos de ser un defecto de la razón, constituye un punto de partida necesario para la búsqueda de la verdad. Sócrates, en su método dialéctico, confrontaba a sus interlocutores con las contradicciones inherentes a sus creencias para desestabilizarlas, generando así un espacio de cuestionamiento que permitía al alma purgarse de los errores y ascender hacia una forma superior de conocimiento. En este sentido, la disonancia cognitiva, aunque inicialmente dolorosa, puede ser vista como un medio terapéutico y pedagógico, una especie de "partería" intelectual que, al sacar a la luz las incoherencias internas, facilita el nacimiento de un entendimiento más elevado y coherente. Aquí, el reconocimiento de la ignorancia propia, simbolizado en el dictum socrático "solo sé que no sé nada", actúa como el catalizador para la trascendencia del error hacia la sabiduría.
Por último, desde la perspectiva estoica representada por Séneca, la disonancia cognitiva podría interpretarse como una expresión de la perturbatio animi, las pasiones desordenadas que surgen cuando el alma se aparta del logos, o razón divina, que estructura y gobierna el cosmos. Para Séneca, las pasiones no son más que juicios equivocados que distorsionan la percepción del bien y el mal, y que deben ser erradicados mediante la aplicación de la ratio recta, o razón recta, que permite al individuo vivir en armonía con la naturaleza. La disonancia cognitiva, al revelar la fragmentación de las creencias del individuo, ofrece una oportunidad para practicar la virtud estoica de la sophrosyne, o templanza, mediante la cual el alma puede reintegrar sus partes discordantes y alinearse nuevamente con el orden universal. Este proceso no está exento de sufrimiento, ya que implica una confrontación con las ilusiones y apegos que sostienen las creencias falsas, pero dicho sufrimiento, en última instancia, no es más que el precio necesario para alcanzar la apatheia, o imperturbabilidad del alma, que es el ideal ético del sabio estoico.
En síntesis, la disonancia cognitiva, lejos de ser una mera anomalía psíquica, debe ser comprendida como un fenómeno complejo que involucra las dimensiones epistémica, ética y metafísica del ser humano. Desde una perspectiva aristotélica, es el reflejo de una discordancia entre las potencias del alma y su objeto propio; desde una visión platónica, es la manifestación del choque entre las sombras de la ignorancia y la luz de la verdad; desde el enfoque socrático, es una aporía que impulsa al alma hacia la purificación y el conocimiento; y desde la doctrina estoica, es una perturbación que, si es afrontada con virtud y razón, puede conducir a la armonía con el cosmos. Así, la disonancia cognitiva no debe ser temida ni evitada, sino abrazada como un medio para la realización del telos humano, que no es otro que la perfección de la razón y la integración del individuo en el orden universal.
❤❤❤
Soberbio enfoque