Oh Señor

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  • Опубліковано 27 сер 2024
  • Letra y música: P. Edwin.
    La gracia de Dios es una semilla que no hay que sofocar, que tampoco hay que exponer mucho. Se debe alimentar en el corazón sin mostrarla demasiado a los hombres. De dos tipos de gracia, aparentemente pequeñas, dependen nuestra perfección y salvación.
    Primera gracia: una luz que nos hace descubrir una verdad. Tenemos que recogerla con cuidado y velar para que no se apague por nuestras faltas, servirnos de ella como regla para nuestras acciones y ver a dónde nos conduce. Segunda gracia: una moción que nos lleva a realizar una obra de virtud en ciertas ocasiones. Tenemos que ser fieles a esos movimientos, porque esa fidelidad puede ser el centro de nuestra felicidad. Dios nos puede inspirar una mortificación en ciertas circunstancias. Si escuchamos su voz, quizás producirá en nosotros grandes frutos y santidad. En cambio, despreciar esta pequeña gracia puede tener funestas consecuencias, como ha ocurrido a ciertos favorecidos por ella, que cayeron en desgracia por no haber colaborado con ella.
    San Claudio de la Colombière
    Diario espiritual.

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