Alejandro Magno: Conquistar a la muerte

Con solo cuarenta mil hombres, a lo largo de doce años de sangrientas batallas, Alejandro Magno, conquistó un imperio que abarcaba desde la Hélade hasta Egipto y Persia. Desde su victoria en la batalla del río Gránico, la toma de Halicarnaso y Tiro, hasta su invasión de la India, Alejandro ganó una merecida reputación de ser invencible en el campo de batalla pero su más grande proeza se materializó en Gaugamela donde enfrentó a cientos de miles de persas en campo abierto. Incluso venció al rey Poro el grande en la batalla del Hidaspes y hubiese conquistado India de no ser porque sus soldados se rehusaron a seguir adelante. Educado por Aristóteles, Alejandro es un símbolo inmortal de la grandeza y sentido que confiere un sueño-en su caso, llegar al fin del mundo-y de la gloria conquistada no solo en las solitarias y radiantes cumbres que inspiran a la poesía épica sino también en abismos de angustia y sangre cuando quemó Persepólis o asesinó ebrio a su amigo y general Clito. Creía ser la reencarnación de Aquiles, nombrado como deidad por los sacerdotes Egipcios pero depués de su muerte en Babilonia en el año 323 a.C, con solo 32 años de edad, Alejandro se convirtió en el arquetipo del apogeo y el declive, de los extremos ardientes, de lo grande y temible en el espíritu humano. Logró vencer incluso al olvido y a la muerte.