HEREDEROS DE DIOS | PASTOR KELVIN FIGUEREO | COMPLETO
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- Опубліковано 7 лют 2025
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Romanos 8:17
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Dios hace un tiempo me habló que cuando las estaciones cambian entonces el odre también debe de cambiar. No podemos colocar vino viejo dentro de odres nuevos.
Dios específicamente me habló que el odre son las estructuras mentales de las personas, de los creyentes, y si esas estructuras mentales no son cambiadas, entonces no podremos hacer los ajustes mentales para poder hacer lo que Dios quiere que nosotros hagamos.
Nosotros estamos a punto de ver unos de los grandes movimientos de Dios que está a punto de ser desatado sobre la faz de la tierra y este presente movimiento que tiene por nombre la estación apostólica nos está retornando a todos a la Palabra de Dios, a la revelación de la Palabra de Dios, a la integridad de la Palabra de Dios, a las profundidades de la Palabra de Dios. Estamos también recibiendo iluminación de aquellas cosas que estaban ocultas y que ahora están siendo descodificadas.
La paternidad de Dios es eterna.
Él es eternamente el Padre de Cristo, el “Padre eterno”, y a través de Jesús Él es nuestro Padre. Es por medio de Cristo que recibimos el amor del Padre y somos llamados “hijos de Dios”. Por medio del sacrificio de su Hijo unigénito en la cruz, Dios otorga el derecho de convertirse en hijo de Dios a todo aquel que, mediante la fe, recibe a Cristo como su Señor, único y suficiente Salvador.
El mayor honor que podemos disfrutar consiste en que:
1. Dios nos llame “sus hijos”.
2. Nos haya dado identidad.
3. Nos dé la seguridad de que, como sus hijos, nos ha constituido herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Dios extiende su amor a su Hijo Jesucristo, y, a través de Él, a todos nosotros como hijos adoptados.
Somos hijos de Dios.
Esta no es una promesa que Dios cumplirá en el futuro. No, ya somos hijos de Dios y gozamos de todos los derechos y privilegios que conlleva nuestra adopción. Por eso es importante llegar a conocer a Dios como nuestro Padre.
Existen áreas de nuestro ser que son reconfiguradas en nuestro espíritu al recibir la adopción y el Espíritu de su Hijo.
Redención y adopción: nuestra herencia en Cristo
La redención es el acto por el cual Cristo nos libra de la esclavitud del pecado mediante su sacrificio en la cruz.
La adopción
no significa recibir a un extraño, sino que es colocar a un miembro de la familia en posición de gozar de los privilegios de un hijo adulto. Por eso, incluso el creyente más joven en la fe ya posee todo lo que Cristo tiene. A medida que crece en madurez, puede administrar su herencia.
Lo primero que se restaura en nosotros por medio de la adopción es la “identidad de hijos”. Esto nos hace entender quiénes somos en y para Dios y quién es nuestro Padre.
El diccionario define el término identidad como “el carácter particular o la personalidad de un individuo”.
También puede describirse como el “conjunto de rasgos propios de un individuo o colectividad que lo caracteriza frente a los demás”. Otras definiciones la describen como “la conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a los demás”.
En los últimos tiempos, el ser humano ha enfrentado lo que los psicólogos llaman una “crisis de identidad”. Los conflictos sufridos por la humanidad y las presiones sociales han causado confusión psicológica, trastornos emocionales y hasta espirituales.
Como hijos de Dios:
1. Disfrutamos de su amor.
2. Conocemos a Dios como nuestro Padre. Experimentamos la plenitud de saber quién es Él.
3. Ponemos nuestra fe y confianza en Él. Dios nos ama, provee y protege más eficazmente que cualquier padre terrenal.
4. Somos corregidos y disciplinados. Dios nos disciplina como hijos cuando desobedecemos o ignoramos sus mandamientos. Él lo hace para nuestro beneficio, para que “participemos de su santidad”.
5. Somos herederos de Dios. Como portadores del Espíritu de su Hijo, somos coherederos con Cristo.
Heredamos junto con los santificados.
Hechos 20:32
32 Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados.
La santificación es indispensable para participar de la herencia eterna.
Ser santificado significa ser apartado para Dios, no solo en posición, sino también en carácter.
En nosotros habita el Espíritu de su Hijo porque Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de Cristo, “ya no somos esclavos”.
No ser esclavos significa que ya no estamos bajo el yugo de:
• La ley.
• La religión.
• El temor.
• El pecado.
Un hijo de Dios no debe ser gobernado por una mentalidad de esclavitud, pues no corresponde a nuestra nueva naturaleza. Hasta que aprendamos a valorar la herencia de la casa del Padre, viviremos errantes, conformándonos con migajas en lugar de disfrutar la plenitud de nuestra identidad...
Dios hace un tiempo me habló que cuando las estaciones cambian entonces el odre también debe de cambiar. No podemos colocar vino viejo dentro de odres nuevos.