Dolor - Alejandra Pizarnik

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  • Опубліковано 8 вер 2024

КОМЕНТАРІ • 52

  •  3 роки тому +77

    DOLOR
    ¡Llorar! Se acarició el rostro. Sentía una profunda tristeza por su tristeza. ¡Llorar! Naufragaba en un mar melancólico; hondamente, llanamente, melancólico.
    Tomaba lenta conciencia de su sufrimiento, sufrimiento agudizado por la visión de su espera vacía. Calculó los residuos de esperanzas que yacían en su alma: ¿qué esperar?, ¿cuándo?, ¿hasta dónde?, ¿por qué?, ¿para qué? Su interior se deshacía paulatinamente como un grifo mal construido. Algo goteaba horrorosas partículas de dolor. Algo, algo. Quiso sonreír, pero sus pestañas latieron ante la humedad que afloraba a sus ojos. Pensó que solo le restaba morir. Atisbó su alma para comprobar el efecto que le producía esta palabra fatal: morir. No. Sólo nada. Su alma asentía en silencio. Ya no le importaba no ser. Quiso sonreír y el llanto sobrevino. ¡No ser! Y ahora, ¿acaso ella era? ¿Qué era? ¡Un grito de dolor! Un simulacro fastidioso de agonía humana que ocultaba un prosaico y pequeño fracaso: ¡el de su vida! Quería atribuirse la responsabilidad del vértigo universal, cuando en realidad no era más que una partícula llorosa y humillada por esa vida tan dura y tan mala, ¡¡vida que no comprendía, vida que no intentaba comprender, vida que no aceptaba!! Tornó a sufrir. Pequeño lagrimeo. ¡No! Todo estaba muy bien, muy correcto, muy sensato. Su cuarto vibraba de orden y belleza. Su cuerpo bien vestido y perfumado. Sus uñas luminosas, su rostro bien compuesto, su pelo simétrico y su frente intacta. Contempló sus queridas posesiones. Sí. Todo estaba muy bien, menos ella, la pobrecita ella, tan dolorida, tan pero tan dolorida que se sentía estallar. Era algo que la mordía por dentro, algo fiero y oscuro y grande y tremendo. Algo la castigaba por sus pecados o por sus virtudes o por su vida o por su muerte. ¿Cómo saberlo? Oyó un horrible chirrido, como de una tumba, que se abalanzaba sobre su nuca. Oprimió los pies contra el suelo, fuerte, muy fuertemente. Sentía que su cuerpo se estiraba, cada fibra, cada tendón, se iban y volvían elásticamente, como en los films de dibujos animados. Cerró los dientes hasta empujar todos los dolores de su cuerpo y concentrarlos en sus mandíbulas. Sufría. ¡Cómo sufría! El dolor laceraba su ser hasta convertirla en un impresionante hilo tenso que al menor roce producía sonoridades sorpresivas. No quería pensar en su dolor, pero éste estaba dentro de ella, delirante, acalorado por alguna fiebre misteriosa. Unos ruidos extraños burbujeaban en sus sienes marcando heráldicamente el lugar en que ella tenía que apoyar los dedos y frotar, muy suavemente. Los dedos bajaron al sitio en que estaba el corazón. Se asustó al sentir ese vibrar tan uniforme y tenso. Un segundo más y lo iba a ver estallar, volar en mil pedazos, como un globo terrestre de goma pinchado por una espina, ese mismo globo terrestre que era su abstracción del mundo, de su mundo que desaparecería con su muerte. Estaba decidida a llevarla a cabo, pero había un pero que rompía silenciosamente su resolución. Contempló la pluma y la acarició. Como una flecha venenosa, la contaminó un deseo: escribir, escribir. Deseo que introducía a la muerte en un barco irretornable, deseo que aumentaba el mercurio de su angustia, deseo que cortaba su pobre espíritu y arrancaba los testigos de sus frustraciones, de sus impotencias. La tentación de arrojar la pluma por la ventana, al mundo exterior, odiado y temido, se hizo fuertísima, pero sabía que esta pluma solo era el símbolo de su ardiente apego a las figurillas conmovedoras de su scritura. Nuevamente, se sintió desolada. El sol aciago cegaba sus pupilas. Vibró su dolorida frente. ¡No! ¡No era el sol! Era su llanto, su modesto y silencioso llanto, que cubría su rostro, no para lavarlo, como una lluvia beneficiosa, sino para hacerle llegar a todo su ser el testimonio de su desdicha, de su terror, de su vida perdida. Trató de ocultarse, de sonreír aun cuando la falsedad de su alegría fuese conciente. Quería hundir su mano en el dolor y agarrarlo como a un objeto próximo y estático y oprimirlo y expulsarlo de su cuerpo fatigado. Pero no, su dolor era como un [palabra ilegible] indomable, imposible de aferrar. Pensó en Dios, en algún elemento supremo a quien elevar sus quejas y pesares, alguien contra quien clamar o blasfemar. No. El cielo era una masa presente y azulada. Ni por asomo se le ocurrió que Dios podría estar detrás, o encima o, como le habían dicho cuando era niña, en todas partes. Recordó que se había asustado. Recordó que lo imaginó como un fantasma blanco lleno de ojos negros. Pero, ahora, ¡ahora, pobrecita ella!, no atinaba a encauzar su dolor hacia esas terapéuticas ultraterrenas. Cerró los ojos. Ahora el dolor caminaba por su sangre, a pasos gigantescos, torturadores de su ser, que ella temía como a todo. Inspiró hondamente. Nada. Con sumo ingenio, sus resortes angustiosos se entretenían en escribir sobre la superficie de su alma. Escribían NADA, con grandes caracteres luminosos, NADA imborrable y dolorosa, NADA desde lo más profundo de su alma. ¡NADA! Siguió pensando en la muerte. La tinta de la pluma languidecía, por lo que ella dijo: «¡Maldita lapicera!». Y rompió a llorar.
    Saludos desde Medellín Colombia

  • @literathos3171
    @literathos3171 3 роки тому +36

    Estaba escuchándolo en la noche con audífonos y el primer llorar me hizo saltar de la cama, sentí que me hablaban al oído. Terrorífico.

  • @bonne_nuit617
    @bonne_nuit617 4 роки тому +45

    Es casi como escuchar a la misma Alejandra. Genial dicción, ritmo impuesto. Has logrado algo increíble.

    • @corinaliniado276
      @corinaliniado276 2 роки тому

      Tremendos sentimientos difíciles de albergar.
      Así es la adolescencia.

  • @pilarvargas7924
    @pilarvargas7924 4 роки тому +6

    es como escuchar a Pizarnik, maravilloso 💛

  • @cristianalejandrop5022
    @cristianalejandrop5022 4 роки тому +5

    Quedó espectacular, gracias

  • @elidajovannaqs1258
    @elidajovannaqs1258 4 роки тому +2

    Gracias por revivirlo a viva voz

  • @MariaAntoniaSegarra
    @MariaAntoniaSegarra 4 роки тому +8

    Genial, excelente lectura. Gracias por compartir...

  • @albertagimenez5059
    @albertagimenez5059 3 роки тому +2

    Gracias. En este poema se puede ver cuanto dolor la carcomia 💜

  • @jan-pl8of
    @jan-pl8of 2 роки тому +1

    Tú voz es hermosa, muchas gracias por tan buen contenido ♥️

  • @israelpizarnik7150
    @israelpizarnik7150 5 років тому +5

    Es bueno tenerte de vuelta, espero te encuentres bien !

  • @mariaelenaventura1671
    @mariaelenaventura1671 2 роки тому +1

    ¡Qué preciosa voz! Excelente lectura, gracias ♥

  • @kirbypoto7451
    @kirbypoto7451 9 місяців тому

    lloro cada vez que lo leo o lo escucho es potente, el sentir colectivo de el dolor

  • @jhonfinal2012
    @jhonfinal2012 11 місяців тому +1

    Amo la poesía de Alejandra Pizarnik. Ojalá puedas seguir subiendo sus obras. Ame tu voz

  • @cristhianalbums1079
    @cristhianalbums1079 5 років тому +3

    Gracias por compartir

  • @dollie21
    @dollie21 3 роки тому +2

    Gracias ❤️ muy lindo

  • @lauragamboa6211
    @lauragamboa6211 2 роки тому +4

    Cada vez que me encuentro destrozada vengo aquí a encontrarme con Alejandra.
    Gracias por permitirme ese encuentro.

  • @mirna5167
    @mirna5167 3 роки тому +1

    🖤Amo tus letras mí querida Alejandra...

  • @miguelangelmartinsanvicent9362

    Eres la voz de Alejandra no pares no pares por su memoria

  • @miguelangelmartinsanvicent9362
    @miguelangelmartinsanvicent9362 2 роки тому +1

    Bello..... ponerle.voz a alejandra es muy dificil gracias y no pares por favor de regalar tu.voz para traerla aki con nosotros

  • @Agahor
    @Agahor Рік тому +1

    Hay Jarlesita, todo va a estar bien papu

  • @guadageronimo8300
    @guadageronimo8300 4 роки тому +2

    Hermoso❤

  • @timotheemonet330
    @timotheemonet330 5 років тому +3

    Te amo, te amo, te amo.

  • @ayelenfigueroa4773
    @ayelenfigueroa4773 5 років тому +7

    Amo tu canal gracias por revivir a la poética, quiera preguntarte porque necesito ayuda, con qué programa necesito este vídeo y que material usaste? La verdad que sí me contestas esto me estaría ayudando mucho. Gracias por hacerte de Alejandra en cuerpo y alma, tu estilo brillante la parece simular y me siento frente a ella, quizás mirando el mar, quizás mirando un espejo

    • @malditaslilas
      @malditaslilas  5 років тому +6

      Hola Ayelén, está editado con Filmora. Los videos los tomé yo. La música es de Sleeping at Last. Gracias, me place que te genere esas sensaciones.

  • @elperroazul830.
    @elperroazul830. 11 місяців тому

    Te amoo 😭

  • @LaTribuPerdida
    @LaTribuPerdida Рік тому

    cuando recitar supera cualquier tema

  • @gotaquehumedecew.h1652
    @gotaquehumedecew.h1652 3 роки тому

    excelente el poema de la dama, acompañado de la interpretacion complementan nostalgia...el principio de un poema

  • @arismendicastro8853
    @arismendicastro8853 4 роки тому +1

    Mui buena🙏🏼🙏🏼🙏🏼

  • @miaumiaumiaumiau3952
    @miaumiaumiaumiau3952 Рік тому

    Omg brutal

  • @ingridarzatemejia8109
    @ingridarzatemejia8109 3 роки тому +2

    Malditas Lilas, ¿puedo tomar tu video para subirlo en mi FanPage? Me encanta

  • @user-kt8er3nw1g
    @user-kt8er3nw1g 6 місяців тому +1

    Cómo se llama al cansino de fondo

    • @niko06diab
      @niko06diab Місяць тому

      Sleeping At Last - Saturn

  • @brandonquiceno5723
    @brandonquiceno5723 4 роки тому +3

    Hola!
    Quería preguntar por algo, espero me puedan ayudar.
    En qué libro aparece este poema?

    •  3 роки тому +1

      DOLOR
      ¡Llorar! Se acarició el rostro. Sentía una profunda tristeza por su tristeza. ¡Llorar! Naufragaba en un mar melancólico; hondamente, llanamente, melancólico.
      Tomaba lenta conciencia de su sufrimiento, sufrimiento agudizado por la visión de su espera vacía. Calculó los residuos de esperanzas que yacían en su alma: ¿qué esperar?, ¿cuándo?, ¿hasta dónde?, ¿por qué?, ¿para qué? Su interior se deshacía paulatinamente como un grifo mal construido. Algo goteaba horrorosas partículas de dolor. Algo, algo. Quiso sonreír, pero sus pestañas latieron ante la humedad que afloraba a sus ojos. Pensó que solo le restaba morir. Atisbó su alma para comprobar el efecto que le producía esta palabra fatal: morir. No. Sólo nada. Su alma asentía en silencio. Ya no le importaba no ser. Quiso sonreír y el llanto sobrevino. ¡No ser! Y ahora, ¿acaso ella era? ¿Qué era? ¡Un grito de dolor! Un simulacro fastidioso de agonía humana que ocultaba un prosaico y pequeño fracaso: ¡el de su vida! Quería atribuirse la responsabilidad del vértigo universal, cuando en realidad no era más que una partícula llorosa y humillada por esa vida tan dura y tan mala, ¡¡vida que no comprendía, vida que no intentaba comprender, vida que no aceptaba!! Tornó a sufrir. Pequeño lagrimeo. ¡No! Todo estaba muy bien, muy correcto, muy sensato. Su cuarto vibraba de orden y belleza. Su cuerpo bien vestido y perfumado. Sus uñas luminosas, su rostro bien compuesto, su pelo simétrico y su frente intacta. Contempló sus queridas posesiones. Sí. Todo estaba muy bien, menos ella, la pobrecita ella, tan dolorida, tan pero tan dolorida que se sentía estallar. Era algo que la mordía por dentro, algo fiero y oscuro y grande y tremendo. Algo la castigaba por sus pecados o por sus virtudes o por su vida o por su muerte. ¿Cómo saberlo? Oyó un horrible chirrido, como de una tumba, que se abalanzaba sobre su nuca. Oprimió los pies contra el suelo, fuerte, muy fuertemente. Sentía que su cuerpo se estiraba, cada fibra, cada tendón, se iban y volvían elásticamente, como en los films de dibujos animados. Cerró los dientes hasta empujar todos los dolores de su cuerpo y concentrarlos en sus mandíbulas. Sufría. ¡Cómo sufría! El dolor laceraba su ser hasta convertirla en un impresionante hilo tenso que al menor roce producía sonoridades sorpresivas. No quería pensar en su dolor, pero éste estaba dentro de ella, delirante, acalorado por alguna fiebre misteriosa. Unos ruidos extraños burbujeaban en sus sienes marcando heráldicamente el lugar en que ella tenía que apoyar los dedos y frotar, muy suavemente. Los dedos bajaron al sitio en que estaba el corazón. Se asustó al sentir ese vibrar tan uniforme y tenso. Un segundo más y lo iba a ver estallar, volar en mil pedazos, como un globo terrestre de goma pinchado por una espina, ese mismo globo terrestre que era su abstracción del mundo, de su mundo que desaparecería con su muerte. Estaba decidida a llevarla a cabo, pero había un pero que rompía silenciosamente su resolución. Contempló la pluma y la acarició. Como una flecha venenosa, la contaminó un deseo: escribir, escribir. Deseo que introducía a la muerte en un barco irretornable, deseo que aumentaba el mercurio de su angustia, deseo que cortaba su pobre espíritu y arrancaba los testigos de sus frustraciones, de sus impotencias. La tentación de arrojar la pluma por la ventana, al mundo exterior, odiado y temido, se hizo fuertísima, pero sabía que esta pluma solo era el símbolo de su ardiente apego a las figurillas conmovedoras de su scritura. Nuevamente, se sintió desolada. El sol aciago cegaba sus pupilas. Vibró su dolorida frente. ¡No! ¡No era el sol! Era su llanto, su modesto y silencioso llanto, que cubría su rostro, no para lavarlo, como una lluvia beneficiosa, sino para hacerle llegar a todo su ser el testimonio de su desdicha, de su terror, de su vida perdida. Trató de ocultarse, de sonreír aun cuando la falsedad de su alegría fuese conciente. Quería hundir su mano en el dolor y agarrarlo como a un objeto próximo y estático y oprimirlo y expulsarlo de su cuerpo fatigado. Pero no, su dolor era como un [palabra ilegible] indomable, imposible de aferrar. Pensó en Dios, en algún elemento supremo a quien elevar sus quejas y pesares, alguien contra quien clamar o blasfemar. No. El cielo era una masa presente y azulada. Ni por asomo se le ocurrió que Dios podría estar detrás, o encima o, como le habían dicho cuando era niña, en todas partes. Recordó que se había asustado. Recordó que lo imaginó como un fantasma blanco lleno de ojos negros. Pero, ahora, ¡ahora, pobrecita ella!, no atinaba a encauzar su dolor hacia esas terapéuticas ultraterrenas. Cerró los ojos. Ahora el dolor caminaba por su sangre, a pasos gigantescos, torturadores de su ser, que ella temía como a todo. Inspiró hondamente. Nada. Con sumo ingenio, sus resortes angustiosos se entretenían en escribir sobre la superficie de su alma. Escribían NADA, con grandes caracteres luminosos, NADA imborrable y dolorosa, NADA desde lo más profundo de su alma. ¡NADA! Siguió pensando en la muerte. La tinta de la pluma languidecía, por lo que ella dijo: «¡Maldita lapicera!». Y rompió a llorar.

    • @estebanreynoso4934
      @estebanreynoso4934 2 роки тому

      @ esto no sirvió a la pregunta

    • @melaniefernandez806
      @melaniefernandez806 Рік тому +2

      Diarios

    • @victorhugocastilloperez5829
      @victorhugocastilloperez5829 3 місяці тому

      EL LIBRO SE LLAMA DIARIOS EN CAPITULO CUADERNO DE SEPTIEMBRE DE 1954

  • @carlosmenjivar4504
    @carlosmenjivar4504 4 роки тому +3

    excelente narración, desgarradora y desoladora.

  • @victormanuelzaldivar2098
    @victormanuelzaldivar2098 4 роки тому +4

    ¿En qué libro encuentro este poema?

    •  3 роки тому +2

      DOLOR
      ¡Llorar! Se acarició el rostro. Sentía una profunda tristeza por su tristeza. ¡Llorar! Naufragaba en un mar melancólico; hondamente, llanamente, melancólico.
      Tomaba lenta conciencia de su sufrimiento, sufrimiento agudizado por la visión de su espera vacía. Calculó los residuos de esperanzas que yacían en su alma: ¿qué esperar?, ¿cuándo?, ¿hasta dónde?, ¿por qué?, ¿para qué? Su interior se deshacía paulatinamente como un grifo mal construido. Algo goteaba horrorosas partículas de dolor. Algo, algo. Quiso sonreír, pero sus pestañas latieron ante la humedad que afloraba a sus ojos. Pensó que solo le restaba morir. Atisbó su alma para comprobar el efecto que le producía esta palabra fatal: morir. No. Sólo nada. Su alma asentía en silencio. Ya no le importaba no ser. Quiso sonreír y el llanto sobrevino. ¡No ser! Y ahora, ¿acaso ella era? ¿Qué era? ¡Un grito de dolor! Un simulacro fastidioso de agonía humana que ocultaba un prosaico y pequeño fracaso: ¡el de su vida! Quería atribuirse la responsabilidad del vértigo universal, cuando en realidad no era más que una partícula llorosa y humillada por esa vida tan dura y tan mala, ¡¡vida que no comprendía, vida que no intentaba comprender, vida que no aceptaba!! Tornó a sufrir. Pequeño lagrimeo. ¡No! Todo estaba muy bien, muy correcto, muy sensato. Su cuarto vibraba de orden y belleza. Su cuerpo bien vestido y perfumado. Sus uñas luminosas, su rostro bien compuesto, su pelo simétrico y su frente intacta. Contempló sus queridas posesiones. Sí. Todo estaba muy bien, menos ella, la pobrecita ella, tan dolorida, tan pero tan dolorida que se sentía estallar. Era algo que la mordía por dentro, algo fiero y oscuro y grande y tremendo. Algo la castigaba por sus pecados o por sus virtudes o por su vida o por su muerte. ¿Cómo saberlo? Oyó un horrible chirrido, como de una tumba, que se abalanzaba sobre su nuca. Oprimió los pies contra el suelo, fuerte, muy fuertemente. Sentía que su cuerpo se estiraba, cada fibra, cada tendón, se iban y volvían elásticamente, como en los films de dibujos animados. Cerró los dientes hasta empujar todos los dolores de su cuerpo y concentrarlos en sus mandíbulas. Sufría. ¡Cómo sufría! El dolor laceraba su ser hasta convertirla en un impresionante hilo tenso que al menor roce producía sonoridades sorpresivas. No quería pensar en su dolor, pero éste estaba dentro de ella, delirante, acalorado por alguna fiebre misteriosa. Unos ruidos extraños burbujeaban en sus sienes marcando heráldicamente el lugar en que ella tenía que apoyar los dedos y frotar, muy suavemente. Los dedos bajaron al sitio en que estaba el corazón. Se asustó al sentir ese vibrar tan uniforme y tenso. Un segundo más y lo iba a ver estallar, volar en mil pedazos, como un globo terrestre de goma pinchado por una espina, ese mismo globo terrestre que era su abstracción del mundo, de su mundo que desaparecería con su muerte. Estaba decidida a llevarla a cabo, pero había un pero que rompía silenciosamente su resolución. Contempló la pluma y la acarició. Como una flecha venenosa, la contaminó un deseo: escribir, escribir. Deseo que introducía a la muerte en un barco irretornable, deseo que aumentaba el mercurio de su angustia, deseo que cortaba su pobre espíritu y arrancaba los testigos de sus frustraciones, de sus impotencias. La tentación de arrojar la pluma por la ventana, al mundo exterior, odiado y temido, se hizo fuertísima, pero sabía que esta pluma solo era el símbolo de su ardiente apego a las figurillas conmovedoras de su scritura. Nuevamente, se sintió desolada. El sol aciago cegaba sus pupilas. Vibró su dolorida frente. ¡No! ¡No era el sol! Era su llanto, su modesto y silencioso llanto, que cubría su rostro, no para lavarlo, como una lluvia beneficiosa, sino para hacerle llegar a todo su ser el testimonio de su desdicha, de su terror, de su vida perdida. Trató de ocultarse, de sonreír aun cuando la falsedad de su alegría fuese conciente. Quería hundir su mano en el dolor y agarrarlo como a un objeto próximo y estático y oprimirlo y expulsarlo de su cuerpo fatigado. Pero no, su dolor era como un [palabra ilegible] indomable, imposible de aferrar. Pensó en Dios, en algún elemento supremo a quien elevar sus quejas y pesares, alguien contra quien clamar o blasfemar. No. El cielo era una masa presente y azulada. Ni por asomo se le ocurrió que Dios podría estar detrás, o encima o, como le habían dicho cuando era niña, en todas partes. Recordó que se había asustado. Recordó que lo imaginó como un fantasma blanco lleno de ojos negros. Pero, ahora, ¡ahora, pobrecita ella!, no atinaba a encauzar su dolor hacia esas terapéuticas ultraterrenas. Cerró los ojos. Ahora el dolor caminaba por su sangre, a pasos gigantescos, torturadores de su ser, que ella temía como a todo. Inspiró hondamente. Nada. Con sumo ingenio, sus resortes angustiosos se entretenían en escribir sobre la superficie de su alma. Escribían NADA, con grandes caracteres luminosos, NADA imborrable y dolorosa, NADA desde lo más profundo de su alma. ¡NADA! Siguió pensando en la muerte. La tinta de la pluma languidecía, por lo que ella dijo: «¡Maldita lapicera!». Y rompió a llorar.

    • @fernandalopez3356
      @fernandalopez3356 2 роки тому +1

      X2

    • @estebanreynoso4934
      @estebanreynoso4934 2 роки тому

      @ no sirve

    • @victorhugocastilloperez5829
      @victorhugocastilloperez5829 4 місяці тому

      EL LIBRO SE LLAMA DIARIOS EN CAPITULO CUADERNO DE SEPTIEMBRE DE 1954

  • @juanmanuellucena5219
    @juanmanuellucena5219 3 роки тому +1

    ♥️

  • @polyna_devi
    @polyna_devi 4 роки тому +1

    😔🥺😔

  • @demonazinferno
    @demonazinferno 2 роки тому

    El viernes es el cumpleaños de Alejandra c:

  • @linetramos3100
    @linetramos3100 3 роки тому

    Alguien porfa que me recomiende un CUENTO de la autora "ALEJANDRA PIZARNIK" porfaaaa

  • @claudiomoraiz9348
    @claudiomoraiz9348 4 роки тому

    Del alma gracias también escribo poemas en mi canal de UA-cam

  • @alejandro6022
    @alejandro6022 3 роки тому +1

    Terrible, terrible.

  • @abrilluna3354
    @abrilluna3354 3 роки тому

    ❤️