Canción de otoño en primavera, by RUBÉN DARÍO | Poetry in Spanish

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  • Опубліковано 5 жов 2024
  • Canción de otoño en primavera
    Juventud, divino tesoro,
    ¡ya te vas para no volver!
    Cuando quiero llorar, no lloro...
    y a veces lloro sin querer...
    Plural ha sido la celeste
    historia de mi corazón.
    Era una dulce niña, en este
    mundo de duelo y de aflicción.
    Miraba como el alba pura;
    sonreía como una flor.
    Era su cabellera oscura
    hecha de noche y de dolor.
    Yo era tímido como un niño.
    Ella, naturalmente, fue,
    para mi amor hecho de armiño,
    Herodías y Salomé...
    Juventud, divino tesoro,
    ¡ya te vas para no volver!
    Cuando quiero llorar, no lloro...
    y a veces lloro sin querer...
    Y más consoladora y más
    halagadora y expresiva,
    la otra fue más sensitiva
    cual no pensé encontrar jamás.
    Pues a su continua ternura
    una pasión violenta unía.
    En un peplo de gasa pura
    una bacante se envolvía...
    En brazos tomó mi ensueño
    y lo arrulló como a un bebé...
    Y le mató, triste y pequeño,
    falto de luz, falto de fe...
    Juventud, divino tesoro,
    ¡te fuiste para no volver!
    Cuando quiero llorar, no lloro...
    y a veces lloro sin querer...
    Otra juzgó que era mi boca
    el estuche de su pasión;
    y que me roería, loca,
    con sus dientes el corazón.
    Poniendo en un amor de exceso
    la mira de su voluntad,
    mientras eran abrazo y beso
    síntesis de la eternidad;
    y de nuestra carne ligera
    imaginar siempre un Edén,
    sin pensar que la Primavera
    y la carne acaban también...
    Juventud, divino tesoro,
    ¡ya te vas para no volver!
    Cuando quiero llorar, no lloro...
    y a veces lloro sin querer.
    ¡Y las demás! En tantos climas,
    en tantas tierras siempre son,
    si no pretextos de mis rimas
    fantasmas de mi corazón.
    En vano busqué a la princesa
    que estaba triste de esperar.
    La vida es dura. Amarga y pesa.
    ¡Ya no hay princesa que cantar!
    Mas a pesar del tiempo terco,
    mi sed de amor no tiene fin;
    con el cabello gris, me acerco
    a los rosales del jardín...
    Juventud, divino tesoro,
    ¡ya te vas para no volver!
    Cuando quiero llorar, no lloro...
    y a veces lloro sin querer...
    ¡Mas es mía el Alba de oro!


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