80 ¡Que lenguita!

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  • Опубліковано 8 вер 2024
  • Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. ¡Pues qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!
    Santiago 3:5
    ¡Quién de nosotros puede decir que no ha pecado con su lengua! Son tantos los pecados atribuidos a la lengua: Mentira, hipocresía, jactancia, maledicencia, chisme, queja, calumnia, que ninguno puede saberse exento de alguno de estos. Es más, Santiago dice que si lo hubiese, el tal sería perfecto, pues es capaz entonces de refrenar todo su cuerpo. En otras palabras, si alguien puede domar su lengua, ha dominado la indomable.
    La lengua es descrita aquí de forma gráfica; es pequeña e insignificante, pero al igual que un pequeño timón o una cerilla sobre yesca seca puede ocasionar un daño enorme. De tal forma que no deberíamos subestimar el poder de la lengua. Ella es capaz de cosas extraordinarias, tanto para bien como para mal.
    En este sentido la lengua nos lleva a una profunda contradicción de la que debemos escapar; de ella brota agua dulce y salada; ella construye y destruye; bendice y maldice; exalta y humilla. Santiago es claro al decir: “Hermanos míos, esto no debe ser así” (Santiago 3:10). Ahora, ¿cómo podemos domar la lengua? ¿Cómo asegurarnos de que se use para el bien y no para el mal, para edificar y no para destruir?
    El secreto no está en la lengua sino en el corazón. Salomón dijo en Proverbios 4:23 “Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida”. Si la lengua es el timón de la vida, el corazón es el engranaje que hace del timón el protagonista. La lengua es el río, el corazón la fuente. Cuida la fuente y el río se mantendrá sano. Así también lo aseguró Jesús al decir: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45).
    Si queremos cuidar nuestra lengua, debemos ir al corazón; la lengua va a donde el corazón la guía. Por lo que hemos de constantemente revisar aquello que funcionalmente está gobernando mi corazón, para que sea Dios y su verdad, la que estén nutriendo nuestro corazón de tal manera que los demás puedan beber agua dulce y fresca de nuestros labios.
    Escuchemos hoy nuestras palabras y hagamos un autodiagnóstico. ¿Necesitamos un nuevo corazón? Solo Jesús puede darlo (Ezequiel 36:26). Digámosle con nuestra boca: “dame un nuevo corazón” (Salmo 51).

КОМЕНТАРІ • 1

  • @CarlosSanchez-cx5mc
    @CarlosSanchez-cx5mc 8 місяців тому +1

    Papá DIOS ayúdame a dominar mi lengua, para no lastimar a nadie y no decir cosas que no son. Que mi lengua solo hable para edificar y alabarte a ti Padre Rey Celestial. Amén.