EL PRIMER DEVOTO DE GILDA- 50 Historias Increíbles de la Mesopotamia- Episodio 2

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  • Опубліковано 11 лют 2025
  • Amigos Enamorados de la Ruta, mi nombre es Gerardo Bessone, me dicen Tito; y este es mi canal donde publico los videos de mis viajes junto a mi esposa Graciela y mi auto chiquito; si me quieres ayudar con el canal la mejor manera es suscribiéndote, dejando un “Me Gusta” o publicando algún comentario… Gracias .
    Carlos Maza
    “¿Por qué no a mí?”, fue la pregunta que se hizo Carlos Maza un domingo mientras miraba televisión. Era 1997 y en Crónica estaban contando la historia de una nena que le había puesto un CD de Gilda a su mamá, enferma, en el pecho. La nena lloraba y decía que la cantante la había curado, que su música podía sanar. Era 1997, habían pasado seis meses del accidente en el que moría Gilda y nacía un mito. O una santa
    Carlos tomaba un mate cocido y su esposa Rita planchaba. Estaban preparándose para ir al Hospital Garrahan, donde su hijo menor iba a ser operado por cuarta vez de un tumor en su axila. “Me quedé mirando y pensé: ¿por qué no a mí?”. La operación duró nueve horas, pero salió bien. Carlos dice que fue el día más largo de su vida, pero también que la sanación, esta vez, fue definitiva.
    Y, después del pedido, toca cumplir la promesa: a las dos semanas viajó desde Buenos Aires hasta el kilómetro 129 de la ruta 12, a 20 minutos del puente Zárate Brazo Largo, que marca la frontera entre Buenos Aires y Entre Ríos. Iba con su familia buscando cumplir lo prometido: dedicarle su vida a Gilda.
    El primer paso fue instalar un monolito en el lugar del accidente. En el punto exacto, ya estaba la cruz que había armado el hermano del conductor, que también falleció en el choque, con parte de las ventanas del micro. El resto de la tarea fue difícil, porque la ruta era tan angosta que no había lugar ni para parar: “La llamaban la ruta de la muerte
    Todavía había ropa tirada, fotos, algunos papeles y hasta una de las puertas del micro: restos de un momento que la policía no se llevó. Carlos puso una botella de gaseosa con una fotito de ella y le construyo una especie de monolito en casa. Ese monolito iba a ser la piedra inaugural del Santuario de los Milagros, que todos conocen como el Santuario de Gilda y que años más tarde se iba a convertir en dos hectáreas en las que conviven la cumbia, la fe y una parte de la historia popular argentina.

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