La elección de la vida

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  • Опубліковано 28 вер 2024
  • La elección de la vida
    Damas y caballeros,
    Hoy quiero hablar de un versículo tan poderoso como profundo: Romanos 6:23. Dice: “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. En estas pocas palabras, el apóstol Pablo resume una verdad universal sobre la vida, las decisiones y las consecuencias. Presenta un dilema que todos enfrentamos, uno que, en última instancia, define nuestro camino.
    Comencemos explorando la primera parte de este versículo: “Porque la paga del pecado es muerte”. Para entender esto, consideremos el concepto de salario. El salario es lo que ganas como resultado de tu trabajo. Representa un resultado directo de tus acciones. En la vida, cada decisión que tomamos tiene consecuencias, y Pablo está dejando en claro de manera innegable que el pecado nos lleva a un camino de muerte. Esta no es simplemente una muerte física, sino una separación espiritual profunda de Dios. Es la pérdida de la esperanza, la alegría y el propósito: la esencia misma de la vida.
    Imagínese que se encuentra en una encrucijada. En un camino, está el camino del pecado. Este camino promete satisfacción fugaz y placeres temporales, pero en última instancia conduce a la desesperación. Conduce a relaciones rotas, arrepentimiento y desconexión de nuestro verdadero ser y de Dios. La realidad es que involucrarse en el pecado puede parecer gratificante en el momento, pero el resultado final es la muerte: Es la pérdida de la esperanza, la alegría y el propósito.
    Por otro lado, Pablo contrasta esto con una verdad milagrosa: “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. ¡Aquí yace el corazón del mensaje! La vida eterna no es algo que ganamos a través de nuestros esfuerzos o buenas obras; es un regalo, un don divino del Creador mismo, ofrecido por amor y gracia.
    Este paradigma del “regalo” se encuentra en el centro mismo de nuestra existencia. Imagine la vida como un gran tapiz tejido con propósito e intención divina. Cuando aceptamos este regalo, liberamos el potencial. Descubrimos que nuestra existencia se extiende mucho más allá de los momentos fugaces de hoy, hacia la eternidad misma. Comprendemos la profunda comprensión de que, con Dios, cada momento tiene importancia.
    Sin embargo, también debemos reflexionar sobre lo que significa aceptar este regalo de Dios. Requiere una elección: una decisión consciente de alejarnos del camino destructivo del pecado y abrazar el camino transformador de la vida en Cristo. Esto significa confiar en su amor sacrificial, permitiendo que su gracia impregne nuestras vidas, reformándonos de adentro hacia afuera.
    Cuando elegimos aceptar este regalo, no solo adquirimos la vida eterna en el más allá; comenzamos a experimentarla aquí y ahora. Recibimos alegría, paz, propósito y esperanza en cada momento de vigilia. Nos convertimos en embajadores de esta verdad, invitando a otros a explorar este increíble regalo que Dios ofrece.
    Mientras navegamos por las complejidades de la vida, no olvidemos que tenemos el poder de elegir. El camino del pecado, con todas sus atractivas distracciones, puede parecer tentador, pero en última instancia conduce al vacío. El camino de la vida en Cristo, sin embargo, ilumina nuestro viaje y lo llena de significado.
    Así que, recuerda: la elección es nuestra. ¿Permitiremos que la realidad del pecado dicte nuestro destino, o abrazaremos el regalo ilimitado de la vida, eterna y abundante, en Cristo?
    Al cerrar esta reflexión, unámonos en oración.
    Oración del día:
    Padre Celestial, nos presentamos ante Ti con humildad y gratitud. Estamos agradecidos por Tu Palabra y el regalo de la vida eterna que nos otorgas a través de Cristo Jesús. Ayúdanos a reconocer las decisiones que tomamos cada día y a elegir caminos que nos lleven hacia la vida y nos alejen de la muerte. Danos poder para abrazar Tu gracia y vivir en la libertad que has provisto. Que podamos compartir este regalo con quienes nos rodean, invitándolos a la vida abundante que ofreces. En el nombre de Jesús, oramos. Amén.
    Afirmación basada en Romanos 6:23:
    Hoy, reconozco la poderosa verdad de que, si bien la paga del pecado es la muerte, soy bendecido por recibir el regalo de Dios: la vida eterna en Cristo Jesús, mi Señor. Elijo vivir a la luz de este don, abrazando la esperanza, el propósito y la alegría en mi vida diaria. Tengo el poder de compartir este mensaje de gracia con los demás, confiado en el camino que he elegido. Afirmo que estoy vivo en Cristo y caminaré con valentía en su amor hoy y todos los días. ¡Amén!

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