Moriche Vibration - Descontrol

Hoy nos enfrentamos a una realidad que no podemos ignorar: el poder, cuando se desvía de su propósito legítimo, puede convertirse en una herramienta de opresión y desigualdad. La historia y la experiencia cotidiana nos muestran que, en lugar de servir al bien común, el poder a veces se utiliza para satisfacer intereses particulares y perpetuar sistemas injustos.
Es imperativo que reconozcamos las señales de un poder desviado y actuemos en consecuencia. La corrupción, la falta de transparencia y el abuso de autoridad no son problemas aislados, sino manifestaciones de un poder que ha perdido su rumbo. Estos abusos no solo perjudican a quienes están directamente afectados, sino que socavan la confianza en nuestras instituciones y en el tejido mismo de nuestra sociedad.
La responsabilidad de rectificar esta situación recae en cada uno de nosotros. Debemos ser vigilantes y exigir rendición de cuentas a quienes ocupan posiciones de influencia. Además, es fundamental que promovamos una cultura de ética y responsabilidad, donde el poder sea ejercido con justicia, equidad y respeto hacia todos.
A los líderes y a quienes ostentan poder: recuerden que su posición implica una gran responsabilidad. El verdadero liderazgo se demuestra en la capacidad de servir a los demás, de escuchar y de actuar con integridad. No permitan que el poder se convierta en un fin en sí mismo, sino en un medio para mejorar la vida de las personas y construir un futuro más justo.
A cada uno de nosotros, como ciudadanos activos, les pido que se mantengan informados, cuestionen y participen en los procesos que afectan a su comunidad. Solo a través del compromiso colectivo podemos asegurar que el poder se utilice para el bien común y no para intereses egoístas.
El cambio comienza con la conciencia y la acción. Hagamos de la lucha contra el poder desviado una prioridad, y trabajemos juntos para restaurar la confianza en nuestras instituciones y en la justicia.