♦ «¡Está tan hermoso el campo con el agua de Mayo!, tan hermoso de soles a nubes, según pasamos: verdecidas las siembras, verdeante lo no sembrado, y hasta rompiendo de los cantos de los resquicios de las tapias malvas y jaramagos!, según el tren nos lleva, según pasamos. Ay, en el corazón del verdor del prado hay un pozo negro; nunca podremos olvidarlo. Del pozo brota una voz que dice "Viajeros, ¡alto! No durará mucho la fiesta del verano". Y en aquel viejo huerto que voy atrás abandonando ¡cómo huelen tras el chubasco miles de rosas cimarronas, flor de saúco amargo!, según la vida pasa, según pasamos. Ay, en el corazón de tan dulce vaho arañita negra, su urdimbre sin cesar hilando. El hilo en el aire escribe algo así "Vivid, vilanos: no volveré a veros a la vuelta del año". Y sin embargo, con el miedo del tiempo en el nido del corazón temblando, ¡está tan hermoso el campo, según pasamos, con el agua de Mayo!» 1977 ♦ «Isabel, por una vez quisiera contarte un poco lo que pasa. Y es que va pasando el tren la Sierra y que casi está llegando a Ávila. Hay que hacer costar también que el día se va borrando por las navas y perdiendo por la red de robles y de jarales sus alhajas. De otra parte (tú ¿lo ves?), la luna, que está al hundirse tras la raya del barranco, casi es la nueva, es decir, de luna casi nada. Te hago, en fin, amor, saber que estamos llegando (si hoy no es, mañana) a ese trance en que otra vez su día más largo el año nos regala. ¿Dices tú que para qué te endilgo, rosita grande, tales pláticas? Pues verás: no sé muy bien: será por decirte algo que en mí pasa, y que algo ha de tener que ver con el sitio y hora y circustancias; o será por no querer decirte lo que por dentro se desgrana: la verdad; que, si la sé y digo, será al momento toda falsa.» Junio 77 ■
♦
«¡Está tan hermoso el campo
con el agua de Mayo!,
tan hermoso de soles a nubes,
según pasamos:
verdecidas las siembras,
verdeante lo no sembrado,
y hasta rompiendo de los cantos
de los resquicios de las tapias
malvas y jaramagos!,
según el tren nos lleva,
según pasamos.
Ay, en el corazón
del verdor del prado
hay un pozo negro;
nunca podremos olvidarlo.
Del pozo brota una voz
que dice "Viajeros, ¡alto!
No durará mucho
la fiesta del verano".
Y en aquel viejo huerto
que voy atrás abandonando
¡cómo huelen tras el chubasco
miles de rosas cimarronas,
flor de saúco amargo!,
según la vida pasa,
según pasamos.
Ay, en el corazón
de tan dulce vaho
arañita negra,
su urdimbre sin cesar hilando.
El hilo en el aire escribe
algo así "Vivid, vilanos:
no volveré a veros
a la vuelta del año".
Y sin embargo,
con el miedo del tiempo en el nido
del corazón temblando,
¡está tan hermoso el campo,
según pasamos,
con el agua de Mayo!»
1977
♦
«Isabel, por una vez
quisiera contarte un poco lo que pasa.
Y es que va pasando el tren
la Sierra y que casi está llegando a Ávila.
Hay que hacer costar también
que el día se va borrando por las navas
y perdiendo por la red
de robles y de jarales sus alhajas.
De otra parte (tú ¿lo ves?),
la luna, que está al hundirse tras la raya
del barranco, casi es
la nueva, es decir, de luna casi nada.
Te hago, en fin, amor, saber
que estamos llegando (si hoy no es, mañana)
a ese trance en que otra vez
su día más largo el año nos regala.
¿Dices tú que para qué
te endilgo, rosita grande, tales pláticas?
Pues verás: no sé muy bien:
será por decirte algo que en mí pasa,
y que algo ha de tener
que ver con el sitio y hora y circustancias;
o será por no querer
decirte lo que por dentro se desgrana:
la verdad; que, si la sé
y digo, será al momento toda falsa.»
Junio 77
■