Desde Canta comienza la verdadera aventura. A medida que ascendemos, el paisaje se vuelve más imponente: lagunas de colores intensos, montañas que se alzan majestuosas y, a lo lejos, los picos nevados de la Cordillera La Viuda.
Aquí la altitud se hace sentir, y la carretera nos sorprende con momentos de adrenalina, especialmente en las zonas más altas donde las nubes parecen al alcance de la mano. En el camino me encontré con un par de accidentes que nos recuerdan lo desafiante que puede ser esta ruta. Además, hubo un momento tenso cuando una camioneta apareció en sentido contrario en una curva, dándome un buen susto.
Pero cada kilómetro recorrido vale la pena. La Laguna 7 Colores es un espectáculo natural con sus aguas de tonos vibrantes, y la Cordillera La Viuda nos deja sin palabras con su majestuosidad. Sin duda, un tramo que exige respeto pero que recompensa con paisajes inolvidables.