No hay un minuto en mi día en que no piense en todas las cosas que nuestro distrito tiene para ofrecer.
Porque pensar, proyectar y hacer realidad esas ideas es hacer justicia a la riqueza y grandeza de nuestros campos, industrias, escuelas y profesionales.
Tener un lugar de crecimiento para las familias, donde salir a andar en bici sea algo cotidiano, es un valor en sí mismo, que no se encuentra en todas partes.
Que la tranquilidad de nuestros pueblos sea, en verdad, una de las principales razones por las cuales tantas familias vuelven a nosotros, es motivo de celebración, pero también de atención y responsabilidad.
Somos herederos de años de trabajo forjado por quienes hicieron de cada milímetro de nuestro suelo el gran distrito que habitamos. Y somos responsables de dejar a nuestros hijos un lugar mejor que el que recibimos. Desde abajo hacia arriba, construyendo bases sólidas y firmes, como en una familia.
Por eso, desde la misión de un ordenamiento sustentable para crecer de manera lógica y sostenible, hemos avanzado en el reordenamiento de todo nuestro espacio territorial. Esto nos llevó años de arduo trabajo: relevamiento de tierras y dominios, recolección de datos sobre extensiones geográficas, crecimiento poblacional, políticas ambientales e industriales; pero, por sobre todo, la innegociable promesa de dejar un distrito en el que se pueda vivir mejor.
Hoy estamos dando ese paso fundamental, necesario e impostergable que permitirá que esta gestión, y las que vengan, puedan construir sobre la base de un código de ordenamiento urbano actualizado y real.
Pasos necesarios, importantes y urgentes.